REAL VALLADOLID

Gustavo Henrique, un campeón de la Libertadores llamado a ser jerarca

El perfil del nuevo central del Real Valladolid es atípico por sus condiciones, pero necesario por la experiencia de la que adolecía la zaga.

Photogenic/Miguel Ángel Santos

Después de dos sustituciones en las dos primeras jornadas, después de dos partidos en los que estuvo lejos de su calidad potencial ya demostrada en Segunda División, la pregunta de qué le pasa a Boyomo sobrevoló multitud de cabezas. Paulo Pezzolano, entrenador del Real Valladolid, ofreció una respuesta que, aunque causó también sorpresa en más de uno, fue clarificadora al ser preguntado por ello este jueves en rueda de prensa: “Está agarrando el rol del titular y del que viene a solucionar, y ese no era el primer objetivo que teníamos con Boyomo”.

Es verdad que el central de origen camerunés llegó en verano mediante traspaso, como lo es también que lo hizo con 70 partidos a sus espaldas en Segunda División. No es menos cierto, sin embargo, que, como evidenció el técnico, se trata de un jugador de 21 años, que ha recalado en un contexto diferente al que conocía y en una situación bastante más incierta, dado que en las dos primeras jornadas ha salido de inicio junto a futbolistas del filial, aún más inexpertos, cuando lo que conocía a su lado era la experiencia de Gorosito, Glauder o, sobre todo, Djetei, con bastantes más minutos de vuelo que él, que Rofino o que el reinventado Quintana.

A nadie se le escapa que los problemas defensivos vienen determinados por la lesión duradera de Javi Sánchez y por la ausencia de otro refuerzo de mayor peso, habida cuenta de la salida de los dimitidos Joaquín y El Yamiq y de que Torres, quizás inexperto, pero con un carácter y unas condiciones que podrían haber ofrecido un poso mayor a Boyomo, han impedido que la zaga pisara fuerte en ningún momento desde el inicio de la pretemporada. El contrapeso, tal y como se esperaba, es un central “experimentado y de jerarquía”, como definió Catoira a Gustavo Henrique.

Convertido prácticamente en un paria, en carne de meme y de ironías turcas, después de un paso poco edificante por el fútbol otomano, Gustavo Henrique llega con la vitola de campeón de la Copa Libertadores, entre otros títulos en su país y de índole continental, que edulcoran una carta de presentación que incluye más de 200 partidos al máximo nivel, fundamentalmente con el Santos, donde compartió ya vestuario con John, portero al que la teoría dice que defenderá en cuanto ambos puedan adoptar el estatus de relevantes con el que arriban a Zorrilla.

Esa experiencia, al margen del resultado que ofrezca, es indiscutiblemente superior al del resto de defensores de un Real Valladolid en el que, de paso, se ha convertido al instante en uno de los veteranos y de los jugadores más mayores, pese a tener ‘solo’ 30 años. Este verano, sin ir más lejos, solo César de la Hoz, un año más mayor y con una cifra de apariciones en el fútbol profesional menor, pero parecida, se le aproxima. No es baladí esta circunstancia, pues, habiendo proyectos que beben de la juventud, como Andorra o Mirandés, la pelea por el ascenso requiere de galones. Y Gustavo Henrique debe sacar brillo a los suyos.

Para erigirse comandante en jefe, deberá, efectivamente, mejorar las prestaciones ofrecidas en el Fenerbahce, donde llegó por la insistencia del veterano entrenador Jorge Jesus, su valedor y quien le dirigió en Flamengo. Con poca actividad en este 2023, necesitará poner en liza su fortaleza en las disputas aéreas, en las que es especialista, pero no solo; los altos porcentajes de acierto en estas acciones, fundamentales para la pelota parado defensiva, pero también ofensiva, en el que suele acertar también, deben acompañarse de la limpieza en salida de balón que solía mostrar en Brasil, donde a lo expeditivo le sumaba una capacidad en el pase que rondaba o superaba el 90% de tino en las entregas, un valor preciso y que se precisa en un equipo que pretende ser protagonista como es el blanquivioleta.

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