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Garri estrena rol

El canterano reapareció después de superar dos lesiones con el Real Valladolid Promesas, su teórico sitio hasta final de temporada.

Real Valladolid

Hay años que, por las experiencias acumuladas, valen como si fueran varios, y quien no lo crea que pregunte por ello a Iván Garriel. El canterano del Real Valladolid vivió un 2023 intenso, en el que cumplió el sueño de debutar en Zorrilla, su casa, pero también la incertidumbre que producen las lesiones. Después de superar las dos últimas, una muscular y otra en el tobillo, Garri reapareció tras más de dos meses jugando con el Promesas, su teórico sitio hasta final de temporada, con quien disputó los últimos 20 minutos del empate en Avilés.

A las órdenes de Álvaro Rubio estaba previsto que jugase la pasada semana, si bien su reaparición se retrasaría seis días más horas del partido ante el Real Oviedo Vetusta. Como sucedió en otras ocasiones, a la hora de la verdad, se quedó fuera de la lista de Paulo Pezzolano, aunque nada tenía que ver la decisión con el hecho de que el mercado continuase abierto, por más que algún rumor de última hora (alguno malintencionado, provocado por algún ‘gracioso’ en Twitter) hablara de que podía salir cedido, algo que nunca estuvo cerca de suceder.

Y es que, después de un 2023 en el que jugó menos de lo que quisiera y debería, la intención es que recupere la figura en Los Anexos. Como este, el año pasado lo empezó con problemas físicos, que impidieron que jugase hasta abril. Cuando se recuperó, jugó seis partidos con el filial y, sorprendentemente, uno con el División de Honor, sin llegar a los 500 minutos. Tampoco los acumuló en los cinco primeros encuentros que jugó en la presente campaña, demasiado pocos para lo esperado.

No en vano, el verano había traído alguna duda respecto a su futuro, provocada por las ofertas recibidas de Copenhague y Atlético de Madrid y por el escaso entendimiento que había con Fran Sánchez a la hora de renovar su contrato, pero todo se había resuelto con una certeza que luego no ha sido tal: la de que iba a ser ”jugador de la primera plantilla a todos los efectos”, algo en lo que se involucraron personalmente Domingo Catoira desde el mismo día de su llegada e incluso Matt Fenaert, director general de la entidad.

Lejos de confirmar este rol apostando por él, Paulo Pezzolano optó repetidamente por ubicar a pie cambiado a Lucas Rosa en lugar de otorgarle más minutos, a pesar de que en los mentideros se ha afirmado siempre que los datos físicos que iba dando el iscariense eran óptimos. En la quinta jornada debutó, contra el Elche y en Zorrilla, el teatro de sus sueños, que, no obstante, ese día bramaba por la actuación del equipo, lo que provocó que se le viera nervioso en los centros que probó.

La inactividad a la que se vio abocado durante algún tiempo desapareció en Copa del Rey, cuando fue titular en Ibiza, ante la Peña Deportiva. Después de jugar 70 minutos, cuatro días más tarde se optó por darle continuidad alineándolo con el filial, contra el Ourense, y al descanso tuvo que ser sustituido por un problema muscular que hizo que estuviera un tiempo de baja. Al volver, fue el tobillo quien le impidió estrenarse antes en este 2024, un año para el resarcimiento y recuperar sensaciones, aquellas que le convirtieron en el mejor lateral español de 2005 y que le entreabrieron una puerta, la del primer equipo, que el todavía juvenil quiere terminar de abrir desde el Promesas, donde el pasado sábado estrenó dorsal (el 18).

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