LAS PALMAS | CASO DE MALOS TRATOS

“Esto nos ha roto a todos nosotros; el ambiente en mi casa es terrible”

Mara, la madre de la joven agredida por un juvenil de Las Palmas: “El club no nos ha querido responder ni verse con nosotros. Y sabían lo que pasaba”.

Las Palmas

Mara tiene miedo. No por ella, pues tiene hechuras y carácter de sobra para levantarse gloriosa si de defender a su familia se trata. En este caso, por la mayor de sus tres hijas. A través de las redes sociales, veneno puro si no se usan con mesura y cabeza, descubrió que la joven estaba siendo maltratada. “Cuando todo se hizo público nos dio mucho miedo por ella”, relata. Tampoco es que se note que ella lo tenga, pero prefiere mantener el anonimato, en la medida de lo posible, “por la niña”.

Un modesto y discreto despacho de la capital grancanaria, invisible a ojos externos, inaccesible todo ese “bullicio” que ahora tanto molesta a su hija, sirve de encuentro con una madre que, devastada por el dolor ajeno, saca fuerzas de donde existen para ayudar a “recomponer” a un alma que yace rota. “Está como un cristal hecho pedazos, como un cristal de un coche cuando no se rompe. No queda nada, está todo desecho. Imagínate recomponer eso”, dice de su hija.

Nos referimos, claro, a la condición de víctima de violencia de género de su hija por la que ha sido condenado un futbolista juvenil de la Unión Deportiva Las Palmas. Pese a todo el daño recibido, y el que queda, Mara insiste en que una buena terapia puede ayudar al pibe: “Pueden apartarlo de verdad, trabajar con él, que vaya a terapia, que entienda lo que es el maltrato. Que el club se implique. No digo que el club le dé de lado y lo tiren a la basura. Para nada. Pero sabemos que no se va a recuperar ni en un mes ni en 40 días”. Sabe de lo que habla, pues situaciones así, que ahora vive en segunda persona, las tiene cada día en su trabajo.

Por ahora nada sabe de la UD. Y miren que lo ha intentado. “Todo esto viene de atrás, desde 2021. Lo pusimos en conocimiento del club desde el verano pasado pero no nos han querido recibir”, asegura. Por ello asegura que le “hirvió la sangre” cuando Miguel Ángel Ramírez, presidente y máximo accionista del club, aseguró que Las Palmas está del lado de las víctimas y habló de este pibe como “un activo del club al que hay que proteger”. Al ser cuestionada por Diario AS, Las Palmas insiste en que no tenían conocimiento de nada hasta que, hace unas semanas, el caso saltó a la luz pública. “Además, nuestra postura ya la dejó clara el presidente”, nos dicen.

Mara te invita a dejarte llevar. Ni que fuera fotogramas en forma de pesadillas, bien pareciera que nos estuviera relatando una película de terror cotidiano. Tocaba grabar y dejar fluir. Silencio. Un buche de agua. Un suspiro. Mirada a los ojos. Comenzamos.

Hace dos semanas saltó a la luz pública que su hija fue agredida por un futbolista juvenil de Las Palmas. ¿Cómo se encuentra usted ahora?

Es una contradicción de sentimientos. Por una parte estoy aliviada de saber que ya no es una cosa mía, que llevaba una lucha desde hace un año y medio en casa con mi hija, con juzgados… Porque la justicia es así de lenta. Llevamos desde octubre esperando por el tema de la justicia y demás. Estoy aliviada porque no he sido yo quien ha denunciado. Hay testigos, testigos que no conocemos y que son incuestionables. El juez no necesito nada más, fíjate.

¿Se puede decir que tuvieron “suerte”?

Sí. Dentro de lo que supone la desgracia de que tu hija sufra esto, hemos tenido la suerte de que fue en el momento en que fue y con los testigos que fueron. No solo fue el policía. Hubo cuatro personas más, pero es importante que uno de ellos fuera policía.

Este tema con su hija sale a la luz pública hace dos semanas, pero venía de antes.

De bastante antes, claro: desde octubre de 2021. Nosotros descubrimos que él la trata mal, ya no hablo de malos tratos físicos sino psicológicos, en octubre/noviembre de 2021.

¿Intentaron por entonces ponerse en contacto con Las Palmas?

No, más tarde. Primero recurrimos a la UFAM, la Unidad de Familia de la Policía Nacional. Mi hija nos promete que lo deja con él, él me manda mensajes disculpándose… Sé que un maltratador no cambia sin ayuda, pero tampoco quieres arruinarle la vida a nadie. Es una situación difícil. Por un lado tienes a tu hija. A tu hija, que se enfrenta a ti. Por otro tienes esos sentimientos. Yo trabajo con menores que están cumpliendo este tipo de condenas.

Entonces, usted veía todo eso reflejado en la pequeña.

Por supuesto. Veía situaciones que se vivían en casa: verla llorando día sí y día también. Veía cómo la niña, de repente, se sentía que tenía que vestirse 40 veces antes de salir a la calle cuando quedaba con él, y sin embargo cuando va contigo se pone un chándal y va como si nada. Veía montón de cosas. La había apartado de las amistades, ya no le interesaban sus amigas ni sus amigos. De todos tenía una excusa. Y luego, los mensajes que descubrí, en los que se veía claramente que él la manejaba, la insultaba.

¿Qué le hizo decir “Aquí hay algo jodido?”

Saltaron las alarmas un día en el que salí de trabajar. Me fui con mis compañeros a tomar algo y me llega una notificación del colegio diciéndome que no había ido a clase. Ella tiene ahora 16 años y esto fue con 15. Llamo a mi marido y se lo digo. “¿Cómo que no fue al cole?” Ella entra a las 8 y él sale de casa con mis hijas pequeñas a las 8.45. Me dijo que cuando él se fue ella no estaba en casa. Entonces, ya me cabreo más y me pregunto que a dónde fue. Llego a casa y me la encuentro preparándose para ir a ver a este chico a un entrenamiento o a un partido. Creo que era un partido porque jugaban todos los viernes por la noche. Se lo comento y me dice que sí que fue al colegio. Le digo que no y me insiste en que se lo pregunte a mi marido. Me llegó la notificación. Y me confiesa que cuando él se fue con las niñas al cole, volvió a casa y se acostó a dormir. Y no fue al cole. Entonces le digo que está arrestada.

¿Cuándo pasó esto?

En octubre de 2021. Ellos llevaban un mes saliendo. Le dije que esa noche no iba al partido a Siete Palmas. “¡Cómo que no! ¡Me tienes que dejar!”. “Lo siento, no vas”. Además, ella iba a los partidos; iba con mi marido, que no es su padre, para verlo jugar. La niña era pequeña, era además su primera relación, tenía 15 años… Se puso muy mal. Pasó de ser una chica de aceptar los castigos a ponerse histérica, agresiva, pataleando. Le quito el móvil, se lo arranqué, y le dije que ni iba a ir al partido ni iba a tener el teléfono. Cogió, salió de mi casa y se fue. Y desaparece. Me dije que esto no era normal. ¿Cómo se iba a poner así por castigarla sin salir?

Supongo que a todos nos habrán ‘penado’ alguna vez.

Ella asumía el castigo como lo hemos asumido todos alguna vez. Siempre lo tuvo claro: acción, consecuencia, asumo los castigos y ya está. Nunca se me había puesto así. Salgo a buscarla con el coche, y cuando estoy llegando a Siete Palmas me llama mi hermana. Me dijo que la niña estaba en su casa. Que ella estaba muy nerviosa pero que yo estuviera tranquila. Me pide que no fuera esa noche y que ya la recogiera al día siguiente y hablara con ella. Me voy para mi casa, y esa noche tenía algo que me decía que no iba bien.

Esos patrones de conducta ya los conocía usted por su trabajo.

Sí. Eso de ponerse violenta y demás… Ahí empiezo a decirme que algo pasaba. Esa noche me quedo en la cama de mi hija llorando. Era la primera vez que se iba de casa y yo no entendía nada. Era algo que no cuadraba por un castigo de no salir. Yo tenía su móvil y empiezo a ver que recibe mensajes. Siempre he tenido las claves de su móvil: era una condición para que ella pudiera tenerlo siendo menor de edad y viviendo conmigo. Ella tenía que tener claro que yo puedo entrar en su cuenta de Instagram, en su WhatsApp… Todo eso era ya antes. Hasta hace nada este era el requisito. Yo tampoco voy a entrar en WhatsApp porque tampoco me interesan las conversaciones con tus amigos, pero fíjate como aquí vi una alarma. ¿Entro y qué me encuentro? Mensajes diciéndole ella que no podía ir a verle jugar porque su madre la había castigado. Todo eso era por Instagram. Él le insistía en que se vieran. “Es que estoy en casa de mi tía para poder coger el iPad de mi primo y poder escribirte. Pero no puedo ir porque mi madre se presenta ahí, que yo la conozco”. Los dos insistían en lo mismo. Si lees esos mensajes se te ponen los pelos de punta. Y eso es lo que leo esa noche. Ahí dije: “¡Pufff! ¿Desde cuándo es esto? ¿Desde cuándo está mi hija viviendo esto?”. Ahí fue cuando me enteré.

¿En qué momento, y por qué, deciden ponerlo en conocimiento de Las Palmas?

En el verano de 2022. Lo hicimos a través del padre de mi hija. Hablamos con los entrenadores de este chico en el Juvenil a través de un amigo en común.

¿Qué le dice el club?

El padre de la niña, que vive en Madrid, tenía un contacto al que le decía que queríamos hablar con Tonono. Nos dieron largas, nunca nos dieron cita ni nos quisieron escuchar. Directamente se le enseñan algunos mensajes a sus entrenadores, y uno de ellos afirma que el chico es menor y que ellos no podían hacer nada. Incluso hubo gente, no del club, que le dijo a mi hija que lo de este chico fue un calentón, que se pone nervioso, que se le pasaría. Eso fue en verano. ¿Por qué nosotros denunciamos en octubre? Ya no estaban juntos, pero me entero de que la sigue llamando. La llama y la utiliza. Y se da un episodio que a mí me cabrea. A ella, insisto, le gusta mucho el fútbol. Desde que era pequeña iba con su tío al estadio. Eran abonados del equipo. Entonces, saliendo de un partido, se encuentra a este chico. Quedan para hablar y se meten en un portal. Cuando sale, como había gente y él se encuentra a unas amigas de su pareja, la zarandea y monta un teatro delante de todo el mundo diciéndole que deje de perseguirlo. Me entero porque me lo dice mi sobrina, que fue testigo de eso, y una amiga de mi niña que había ido al partido con ella. Ahí dije que eso lo tenía que parar porque, aunque no esté con ella, la sigue maltratando. Eso fue en septiembre. Creo que todavía no había entrenado con el primer equipo. Pongo la denuncia y viene ella conmigo. Entiendo, y le hago entender, que no puede seguir manejada de esa manera. Pusimos la denuncia por malos tratos psicológicos. Va al juzgado de violencia de la mujer, pero como todas las pruebas que tengo son de antes de que cumpliera la mayoría de edad, se pasa a Fiscalía de Menores, algo que todavía está ahí pendiente. Ese es un procedimiento aparte del que hay ahora. Ahora mismo tiene abierta una causa en Fiscalía de Menores por una acusación de delitos de malos tratos psicológicos. No he denunciado lo que no he podido ver. Por eso dije que lo del policía y los testigos fue “suerte” porque no he sido yo quien lo ha tenido que denunciar. Son episodios que sucedieron en público y los testigos eran los que habían.

¿Cuándo se ponen en contacto con sus entrenadores, la UD habla con ustedes en algún momento?

Nunca, jamás.

En aquel comunicado del club no se hace referencia a la víctima. Cuando el presidente habló en la radio del club aseguraba que condenan la violencia de género y apoyan a las víctimas pero continúan sin llamarles.

Nada. Sí me puse en contacto con ellos a través de su página oficial en Instagram. Les escribí un mensaje. Les dije que a lo mejor era pretenciosa por querer que se pusieran en contacto con nosotros para saber cómo estaban la víctima y su familia. A día de hoy sigo igual: esperando un simple mensaje para ver cómo está la niña o preocuparse por ella. A lo mejor esto hubiese aliviado un poco este dolor que tenemos. No se nos quita el dolor pero sí que cuando recibo mensajes de la afición… He recibido muchísimos de aficionados, de chicos jóvenes súper empáticos. Y flipo porque me digo que qué bueno que esto sea el futuro, no solo lo que estoy viviendo: mensajes en los que te muestran apoyo y se lo muestran a mi hija. Nos dicen que no nos conocen de nada pero lo que ha hecho la directiva del equipo es aberrante, que no se sienten identificados como aficionados.

Un apoyo virtual que traspasa la pantalla.

Han puesto muchas cosas en público. A través de El Nuevo Insular (un medio digital de Gran Canaria) se ha apoyado muchísimo el tema. Y además, por privado.

Cuando salta la noticia y ya es público que un juvenil de la UD agredió a su hija, ¿eso ayudó en algo?

Al principio nos dio mucho miedo que se hiciera público. De hecho, cuando estábamos el día del juicio en el juzgado y empezaron a aparecer diferentes medios de comunicación… Cuando veíamos a los periodistas sentía que no quería hablar con ellos. “Tengo miedo que se haga público por mi hija”, pensé. Pero luego reflexioné y me dije que el taparlo a quien único protege es al agresor, no a la víctima. La víctima ya tiene el daño.

¿Cómo está su hija a día de hoy?

Mal. Fatal (rotunda). Está como un cristal hecho pedazos, como un cristal de un coche cuando no se rompe. No queda nada, está todo desecho. Imagínate recomponer eso. Otro daño colateral es el curso escolar. Lo tiene perdido, eso está claro. Va fatal. No era una estudiante de 10, pero siempre sacaba las cosas año por año y curso por curso.

¿Y cómo lo llevan usted y su familia?

Mal. Mi familia lo lleva todo mal. Por un lado, el padre ha tenido que cogerse la baja y venirse desde Madrid después del juicio. El otro día me decía que, yendo por Madrid, se fue a meter en el metro y se hizo las cinco paradas corriendo. Fue incapaz de bajar por la ansiedad que tenía. Esto nos ha roto a todos. En mi casa el ambiente es terrible. Como mi hija todavía no se ha puesto desde la perspectiva de víctima sino de protegerlo a él, y sigue queriendo protegerlo a él porque siente que le puede ayudar… A día de hoy asume lo que le ha pasado a nivel familiar. Ya no me lo niega, algo que ya es un paso. Le he explicado que, como víctima, nunca puedes ayudar a nadie. No puedes ayudar a la persona que te está agrediendo.

Todo esto se hace público un lunes. En el primer comunicado que saca Las Palmas, del que hablamos antes, no se habla de la víctima y, al menos dos veces, se alude al ámbito privado de la víctima. ¿Qué le sentó peor?

Que se aluda al ámbito privado (ni lo piensa). Eso me sienta peor porque al final, un deportista como él, que tiene 10.000 seguidores en Instagram, no es una persona privada. Un jugador de fútbol no tiene un ámbito privado. A ver, en su vida privada puede hacer cosas, claro, pero cuando estamos hablando de estos temas un jugador de fútbol tiene muchos niños que lo siguen, muchos niños para los que va a ser un referente. No es lo mismo. Mi hija me dice que si se dedicara a poner cafés en un bar no sería lo mismo. Pero claro, no tiene a 200 niños mirándole y diciendo que es un crack poniendo esos cafés en un bar. El problema de un jugador de fútbol es que tiene una imagen pública, y el fútbol es un referente para muchos niños y niñas.

Unos días después del comunicado, Miguel Ángel Ramírez habla de este joven como un activo del club al que hay que proteger.

Me hirvió la sangre. Es que eso es una palmadita en la espalda. Ya pasó en octubre. Cuando vieron que tuvo ese juicio rápido le dieron esa palmadita en la espalda. Empezó a entrenar con el primer equipo. Ahora esto. ¿Realmente quieres que este chico se rehabilite y que entienda que lo que ha hecho está mal? No le puedes estar dando palmaditas en la espalda. No quiero que se arruine su vida deportiva, es joven, tiene 18 años, tiene tiempo. Pero que tomen medidas.

¿Cómo les sienta, como padres, que el presidente hable de él como “un activo” del club después de todo lo que ha pasado?

Me sienta fatal. Me hirvió la sangre. Si en ese momento llego a tener a ese señor al lado no sé lo que le digo, de verdad. Estuve mal todo el día. Le mandaba las declaraciones a mi marido, a mis amigas. No entendía que pudiera estar leyendo eso. Ya te digo que si el club y este señor pueden hacer algo por este chico, pueden hacerlo. Pueden apartarlo de verdad, trabajar con él, que vaya a terapia, que entienda lo que es el maltrato. Que el club se implique. No digo que el club le dé de lado y lo tiren a la basura. Para nada. Pero sabemos que no se va a recuperar ni en un mes ni en 40 días.

El dolor debe ser doble por el amor que siente su familia hacia el club.

Mi hija es muy aficionada, tengo un tío que jugó, mis abuelos siempre la siguieron, mis primos y primas… El fútbol forma parte de nosotros. Y mi hija hasta jugó al fútbol. Las Palmas a muerte. Mi hija va siempre con su tío. Bueno, iba.

¿No está saliendo su hija a la calle?

No. Sale lo mínimo, muy poco: a sacar al perro y poco más. Algún recado que le mando. Tiene vergüenza, tiene miedo de que se le reconozca. No quiere relacionarse con nadie ni estar en sitios bulliciosos o con ruido. Está todo el día en casa y llorando. La tengo destrozada por dos partes. Por una parte por la gente que no entendemos lo que él le ha hecho y la queremos proteger. Y la gente que está favor de él la culpa a ella. Ella recibe mensajes insultantes. Al principio me los enseñaba pero ahora no porque sabe que he ido a denunciar a alguno. Creo que para no cabrearme todavía más…

¿A día de hoy mantiene la esperanza de que Las Palmas contacte con ustedes?

La mantuve hasta el 12 de marzo, cuando les escribí por Instagram. A día de hoy creo que no me vale. Me gustaría que la UD hubiera tomado otras decisiones. Que si quieren trabajar con él porque es bueno jugando al fútbol, que lo tengan un tiempo apartado. Que trabajen con él, que vaya a terapia, que trabaje con psicólogos, que entienda lo que son los malos tratos. Que los 40 días de trabajos para la comunidad los haga relacionado con algo de las víctimas de malos tratos. Sería muy interesante que se lo propusiera el propio equipo y que lo tengan apartado hasta que se vea y se sepa que quiere cambiar.

Imagínese que alguien de Las Palmas, o cualquier persona, le dice que no tienen por qué responderle. ¿Pierde la UD una oportunidad real de luchar de verdad contra la violencia de género?

Por supuesto. Las Palmas debería ponerse en contacto precisamente por eso. Como entidad, y además creo que es un equipo que no representa solo a hombres, sino a toda la Isla. Y dentro de la afición hay muchas mujeres. Mi hija, por ejemplo, es fan del equipo. Tiene todos los equipajes.

Tampoco querrá ir al estadio. Otro daño colateral.

Ni a ningún lado. Mi hija de cuatro años duerme todas las noches con el equipaje de la UD porque era de su hermana. A veces nos miramos y digo: “Ufff”. Me hierve la sangre pero he sabido distinguir. Al principio me nombrabas a Las Palmas, que yo sabía que conocían todo el tema este y no habían hecho nada, y que encima le dieron sus palmaditas, le financiaron su defensa y nosotros pagándonos nuestros abogados. Pensaba que la UD era todo. Pero ahora sé distinguir entre la directiva y la afición de Las Palmas. Las Palmas tiene una afición de Primera, de chapeau, y una directiva de mierda. No sé si lo puedo decir pero es que me sale así.

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