Esta casa ya no es una ruina

El Leganés borró sus dudas de local (2 puntos de 12 posibles antes de este partido) para ganar por primera vez en Butarque y, de nuevo, hundir en histeria a este Málaga que, excepción hecha de la goleada al Depor, no levanta cabeza. Cuatro puntos de 21 posibles son bagaje pobre. Casi como su carestía de pegada al sur de la capital. Y para cuando rozó el gol, Juan Soriano lo evitó. El portero sevillano fue alfa pepinero de este triunfo que encontró su omega en Diego García y Alex Millán, autores de los golazos con los que los madrileños se encaraman al balcón de la mitad alta de la tabla pese a no dominar el choque más que en fases puntuales.

La consistencia es una virtud apreciada en el fútbol que, para los contendientes hoy en Butarque, mutó a asunto intercambiable como péndulo herrático. Un rato tú. Luego yo. Así comenzó el partido. No la tuvo (la consistencia) el Málaga para inaugurarlo. Consecuencia: 1-0 en el minuto 4. Cosas de este Leganés de descorche gaseoso que ha convertido sus inicios en tromba bipolar. Una mala costumbre. Tan pronto parece un bulldozer irrefrenable, se cae y queda a merced del contrario. Blanco o negro. Sin término medio.

Al menos esta vez le salió bien. Y ahí también le ayudó el Málaga, que en el 1-0 se desajustó entre la pizarra, la desidia y la bisoñez. Dani Muñoz y Einar (reemplazado al descanso) crearon un boquete que aprovechó Juan Cruz sin oposición de este último, de Einar, blando también en la pugna con el ex boquerón. Su pase desde la derecha lo embocó Diego García de carambola. Su segundo gol este curso. Suficiente para cerrar la primera mitad con victoria.

El tanto desencadenó una tormenta intensa de 10 minutos en la que el Leganés rondó varios goles (Duk tuvo la más clara, de falta), pero en la que también necesitó mediar Juan Soriano para evitar el empate. Doble paradón a Larrubia y Rafa.

El gesto salvador del guardameta fue preámbulo de la caída pepinera. Una rutina. Desinflado alrededor del minuto 20’ tras el vigor inicial, agazapado para cortejar contras casi siempre deshilachadas en los últimos metros.

Salvo dos. La primera la reventó Juan Cruz con la diestra, tras un buen eslalon, en el lateral de la red. En la segunda, Rubén Peña evocó sus tiempos de ariete para rondar el 2-0. Paradón de Herrero para cerrar un primer tiempo con el Málaga siendo el dueño del partido (61% de posesión), pero no de los acercamientos más peligrosos.

Larrubia pudo romper la tendencia cuando, en el 61’, volvió a encontrarse con Juan Soriano para desbaratarle el empate. Paradón. Ya era entonces el Leganés de nuevo rival a merced de este remozado Málaga que, cambios mediante (entraron Jauregi e Izan) amasaba la bola con más picapica en las cercanías del área madrileño. Tufillo a 1-1 que un par de ocasiones del recién entrado Naim disipó con margen para la duda local.

Había vértigo. Lo reventó Alex Millán, ariete desencadenado que llegaba al partido tras doblete en el Villa de Leganés y que hizo el 2-0 (72’) con una volea impecable a centro impoluto de Rubén Peña. Los cambios le habían funcionado a Paco López contra un Málaga ingenuo, incapaz de meterle colmillo a sus buenas intenciones, zambullido de nuevo en su dinámica de malos resultados.

¡Tus opiniones importan! Comenta en los artículos y suscríbete gratis a nuestra newsletter y a las alertas informativas en la App o el canal de WhatsApp. ¿Buscas licenciar contenido? Haz clic aquí