Errores propios y ajenos
El arbitraje de González Esteban perjudicó a un Real Zaragoza que sigue sin resolver sus problemas con el gol. Los cambios no ayudaron al equipo.
El Real Zaragoza sufrió en Cartagena su primera derrota de la temporada. Y lo hizo sin marcar, algo que ya no resulta una novedad. No es casualidad que los aragoneses no hayan metido ningún gol en sus tres primeros partidos de Liga por segunda vez en su historia y que la primera fuera la campaña pasada. Entonces terminó el curso con 39 goles, cuando ya venía de un año en el que únicamente había logrado 37, tres de ellos en los despachos por la alineación indebida del Alcorcón.
El director deportivo Miguel Torrecilla, renovado por el director general Raúl Sanllehí, ya ha tenido tres mercados para remediar un problema que se inició con Lalo Arantegui. Y va camino de un cuarto sin ponerle solución, salvo que en los seis días que restan para el cierre del mismo sea capaz de reforzar al equipo con al menos un delantero determinante, aunque lo ideal sería también la llegada de un extremo que eleve el nivel del ataque y también su número.
Es verdad que Iván Azón se ha ganado el derecho a ser el nueve del Zaragoza y que se le intuye una cifra de goles con doble dígito. Y no deja de ser menos cierto que Giuliano, en su primera titularidad, dejó muy buenas sensaciones, provocando tres amarillas y una expulsión y generando varias ocasiones. Tampoco se puede obviar el arbitraje de González Esteban que sufrieron los aragoneses, primero con la injusta expulsión de Jaume Grau, en el que quizás fue su peor partido desde que llegó a La Romareda, y posteriormente con el gol concedido al Cartagena: “Yo lo que veo es que acomoda el muslo y el brazo para sacar ventaja”, denunció Carcedo a la conclusión del choque.
Pero escudarse detrás de ese par de errores ajenos, por muy perjudiciales que fueran, o dejar toda la responsabilidad del gol en dos jugadores de 19 años, uno de los cuales únicamente suma 127 minutos en Segunda División, sería un error mayúsculo. Sólo con ver que la baja de Azón ha encendido todas las alarmas e impide a Carcedo alinear de inicio a dos delanteros es razón más que suficiente para reforzar el ataque, pero lo más importante es que esta historia ya la ha vivido recientemente el zaragocismo: equipo trabajado y al que es difícil ganar, pero sin gol.
Normal cuando no cambias prácticamente nada ni encuentras una solución a tus problemas. Y este problema no es un problema cualquiera. Sin gol es muy difícil ganar partidos y sin ganar partidos es muy difícil aspirar al playoff. Y lo que es peor, también crece la amenaza de la parte baja, ya que un equipo que transmite buenas sensaciones pero no gana suele terminar jugando mal. Como ejemplo sirva la pasada temporada.
Por tanto, Torrecilla y Sanllehí deberían dotar de nuevas y adecuadas herramientas a Carcedo, que todo lo acertado que estuvo alineando a Giuliano no lo estuvo en los cambios, empezando por mantener a un amonestado Jaume en el campo y situando a su lado a Petrovic, que va prácticamente a amarilla por partido. Tampoco ayudaron Mollejo, Larrazábal y Narváez, mientras que Eugeni ingresó en el terreno de juego demasiado tarde, especialmente si se tiene en cuenta que tres minutos antes el Zaragoza dispuso de una falta al borde del área para haber igualado el encuentro.
Tampoco se entiende que el técnico insista en situar a Francho en la mediapunta, aunque quizá en esta decisión tenga algo que ver la falta de alternativas con las que cuenta en estos momentos del centro del campo hacia delante. Y es que urgen refuerzos en ataque para no cometer errores propios del pasado y evitar que el buen trabajo que en líneas generales está llevando a cabo Carcedo se quede en nada y se vaya diluyendo por la falta de gol.