Era echar a Ramis o el colapso

Ningún elemento objetivo garantiza que la designación de un nuevo entrenador, que además carece de experiencia en el fútbol profesional, vaya a mejorar las cosas. Lo que sí estaba asegurado, empíricamente además, es que cada minuto con Luis Miguel Ramis en el banquillo empeoraba e iba a empeorar el equipo. Así se plantea el Espanyol su segundo cambio de técnico de la temporada tras la precipitada destitución de Luis García, en Segunda División y con el objetivo, más bien la obligación impepinable, de regresar a Primera.

Lo de Ramis era insostenible desde hacía semanas. Concretamente, el clic se acabó de dar cuando el pasado 28 de enero perdió en el Nuevo Pepico Amat, ante el Eldense, por 3-2. Pero había ido trampeando, con victorias tan épicas como inmerecidas ante Levante y sobre todo Eibar, hasta explotar con el insulso empate del pasado fin de semana en Alcorcón (1-1). Y, especialmente, con el panorama que se le planteaba ya no al equipo sino al club con la visita de este próximo domingo a La Romareda, ante un Real Zaragoza que curiosamente también estrenará técnico, el sempiterno Víctor Fernández, donde se podría haber producido la tormenta perfecta.

Una derrota frente a los blanquillos con Ramis en el banquillo habría precipitado el colapso. Por un lado, una clasificación cada vez más cercana a salir de la zona de promoción, sino a situarse directamente fuera, que de meterse en ascenso directo. Por otro, la presencia de más de un millar de aficionados en La Romareda ya hastiados, impotentes. Y con este caldo de cultivo, además, el Leganés vencía el lunes ante el Amorebieta (0-1), situando el liderato ya a cuatro puntos. Aunque ahí la decisión ya estaba más que tomada.

El fin de semana de Mao y Garagarza

El detonante fueron la gran cantidad de horas que el CEO del Espanyol, Mao Ye Wu, y el director deportivo, Fran Garagarza, compartían del sábado al lunes entre Barcelona, Oviedo (donde asistieron a la final de la Copa del Rey juvenil), Alcorcón, Madrid y de nuevo la Ciudad Condal. Un escenario propicio para consensuar posturas, y para transmitir al presidente y propietario, Chen Yansheng, la determinación adoptada, que éste aprobó.

A Ramis lo condena desde el punto de vista de resultados, en el fondo lo más importante, un bagaje a domicilio impropio de cualquier equipo que pretenda ascender, por mucho que el ritmo errático del resto de rivales de la zona alta lo fuera maquillando. Había sumado siete puntos en ocho salidas, un paupérrimo 29,1 por ciento. Y eso que ganó milagrosamente en Eibar. Su correcto rendimiento en Cornellà-El Prat, donde sí consiguió tres de cada cuatro puntos, 18 en ocho partidos, había ido alargando la agonía.

Pero el gran problema de Ramis no han sido los resultados, a pesar de que en las 16 jornadas con él como entrenador el Espanyol sería sólo quinto, con 25 puntos, por detrás de Burgos (31), Elche (30), Oviedo (29) y Cartagena (28), y de que ha logrado el 52,08 por ciento de los puntos, por detrás del 57,1 por ciento que sumaba Luis García cuando le echaron, tras la decimocuarta jornada. El enorme déficit del tarraconense ha pasado por el juego, de ultraconservador a desesperante y sin conseguir que ningún futbolista sacara su mejor versión, y su falta de empatía con la afición perica en la sala de prensa.

“No soy un entrenador defensivo”

Pasó el ya exentrenador del Espanyol a decir, en la previa de su primer encuentro, que “cada partido que no ganemos será una derrota” a dar por buenos empates como los dos últimos, contra Huesca y Alcorcón, amparándose en la dificultad de una categoría donde la mayoría de los clubes cuentan con un presupuesto ínfimo al lado del perico.

Reproches a sus jugadores como el que no estuvieran “dispuestos a abrirse una ceja”, frases rocambolescas como asegurar hace apenas unos días “no soy un entrenador defensivo” o directamente su aparente indiferencia sobre el ascenso –”intentaremos subir, si no jugaremos un playoff y si no, no habremos hecho un buen trabajo y nos iremos decepcionados”– acabaron con la paciencia de una grada que pidió su destitución una y otra vez hasta que los gestores de la entidad han decidido escucharla.

Manolo González, Chica y Suriol

La decisión, cantada, ha consistido en reemplazarle por Manolo González, el hasta ahora entrenador del Espanyol B (a donde volverá a priori la próxima temporada), quien llega acompañado por su antecesor en el banquillo del filial, Luis Blanco, lo que a su vez ha provocado un efecto dominó en la cantera: Javi Chica pasa al segundo equipo blanquiazul y el que era su segundo en el Juvenil A, Joan Suriol, toma las riendas del reciente subcampeón de la Copa del Rey, con el extécnico del Infantil A, Josep Ferrando, como ayudante.