LEGANÉS

Enric Franquesa, el desatascador

El lateral zurdo del Leganés se ha revuelto como el perfil ofensivo que no se pudo ver la temporada pasada. Suma dos asistencias y en tres partidos fue el pepinero con más kilómetros.

Juan AguadoDIARIO AS

Enric Franquesa (26 años) corre en una verticalidad llamativa. Porque cuando acelera, no lo hace con la certeza de quien se mueve en una autopista. No. Lo suyo es más sentir la velocidad en el alambre. Como mover una moto de carreras sobre un cordón de acero. Deshacerse de rivales en zonas delicadas (que si la línea de fondo, que si la frontal del área) para regalar la pelota al compañero exacto en el último microsegundo. Y le funciona. El lateral izquierdo del Leganés se ha revelado en este inicio de curso como un jugador clave. Fundamental desatascador que suma dos asistencias de gol importantísimas (ante el Alcorcón, ante el Eibar, ambas en el 0-1) para ayudar a hacer a este Lega el que mejor ha iniciado jamás una temporada en la Segunda División.

Versión llamativa que no mostró el curso pasado durante su cesión de media temporada desde el Levante y que ahora, en este segundo préstamo, sí exhibe con vigor y normalidad. Porque así, descarado y retador, es como siempre ha jugado este defensa con alma de extremo. Lo saben en las inferiores del Barça, donde se formó hasta llegar al filial para ser puro ADN culé. A lo Jordi Alba o Alejandro Balde. De esos jugadores que, aun siendo zagueros, piensan más en la portería rival que en la propia.

Después la vida le ha ido llevando por un buen puñado de proyectos (Sabadell, Gavà, Villarreal B, Mirandés, Girona y Levante) hasta aterrizar en Leganés para quitarse la espina clavada de demostrar lo que un día fue. Así, para reivindicarse, llegó en enero. Y el entonces entrenador blanquiazul, Imanol Idiakez, lo convirtió en un fijo desde que pisó Butarque. El fichaje invernal más utilizado con 13 partidos. Pero quizá el corsé táctico del guipuzcoano o llegar cuando empezó la peor racha del equipo minimizó sus virtudes. Apenas se mostraba en ataque y en defensa (que no es su fuerte) no fue baluarte inexpugnable. Conclusión: una cesión de sensaciones templadas.

Franquesa, durante un entrenamiento con el Leganés.Juan AguadoDIARIO AS

Primera opción, un correcaminos

Pese a ello, el Leganés insistió en él. Txema Indias, director deportivo, lo incluyó como su primera opción. Y todo pese a que tenía la posibilidad de cerrar mucho antes a Jonathan Silva, lateral argentino de pasado blanquiazul que estaba loco por regresar a Butarque. La estrategia de Indias, sin embargo, funcionó. Cerró al lateral que quería y, con tiempo y nuevas dosis altas de confianza, el fichaje empieza a dar sus resultados.

Por ejemplo, en esas dos asistencias antes mencionadas. Las dos son de esas que se guardan en los ‘highlights’ de un encuentro. Ante el Alcorcón, tiró una diagonal para apurar línea de fondo y ponerla a un solitario Undabarrena que sólo tuvo que empujarla y hacer el 0-1 (el partido acabó 0-2). Contra el Eibar fue más frontal, directo hacia la frontal para, tras atraer a tres rivales, dejársela a Chicco. El argentino fusiló a Zidane e hizo el único gol pepinero del duelo en un ejercicio de efectividad extrema (sólo tiró dos veces entre palos) allanada por la jugada de Franquesa. No es igual tirar a puerta desde 20 metros que hacerlo a la mitad y aclarado de rivales.

En este encuentro Franquesa hizo 11,3 kilómetros. El pepinero que más kilómetros corrió. Como en las otras dos jornadas precedentes. Sólo en la primera ante el Andorra, le quitó el puesto Cissé. La estadística la ofrece el Leganés y ha ayudado a que la afición lo haya escogido como el mejor blanquiazul del mes de agosto en un premio que otorga Mahou, patrocinador del club, y en el que ha salido por delante de otros destacados como Diego García o Seydouba Cisse. Buen comienzo de curso al que le añade la competencia de Abzi para no bajar la guardia o, llegado el caso, saber que el Leganés tiene recambio similar para un puesto siempre complejo. De ahí que tenga más merito todavía que brille la llamativa verticalidad de Enric Franquesa.

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