El talento del Levante se impone a la dureza del Eldense

Con dos jugadores menos durante todo el segundo tiempo por las expulsiones de Sergio Ortuño y David Timor, al Eldense no le quedó más remedio que plantar un muro con sus ocho efectivos de campo por delante de Mackay en el Ciutat de València. Para derribarlo, el Levante necesitó un tanque: Carlos Espí. El gigante del filial fue la solución para superar la muralla del conjunto alicantino, imponiendo su físico en el juego aéreo para romper un empate que comenzaba a hacerse bola en Orriols. El talento de Pablo Martínez, para igualar el marcador, y Carlos Álvarez, para sellar el partido, hicieron el resto para asaltar el liderato momentáneamente en un partido en el que el conjunto de Dani Ponz se adelantó en el marcador con un testarazo de Iván Chapela.

El partido, que comenzó como un bonito derbi regional, con un gran color en las gradas y más de 700 aficionados del Eldense, se acabó convirtiendo por momentos en una batalla campal. El encuentro arrancó algo trabado, con constantes interrupciones, algunas por motivos físicos, debido a algún que otro choque de cabezas entre jugadores, y algún acercamiento del Levante, especialmente con Pampín siendo incisivo desde la izquierda y con Pablo Martínez, pese a que presentó problemas físicos a lo largo de la semana, llevando la batuta en el centro del campo. El público del Ciutat, harto de los constantes pérdidas de tiempo del rival, que chirriaban de especial manera en cada saque de Mackay, recriminada la actitud del portero rival en cada saque de meta, en el que se tomaba algo más que su tiempo para iniciar el juego. Él y Marc Mateu fueron amonestados por dicho motivo; quizá, pagando justos por pecadores en caso del lateral izquierdo.

El Eldense tenía una pauta clara: frenar a Carlos Álvarez. Timor se empelaba con dureza para achicar al mediapunta sevillano cuando se incrustaba entre líneas, pero Ortuño rebasó el límite y se marchó expulsado después de que Palencia Caballero revisara en el VAR su dura entrada al tobillo de Álvarez. También la idea de hacer daño en cada acción a balón parado y centro lateral, echando mano del guante de Marc Mateu. De hecho, pese al dominio local, así llegó el primer gol de partido tras un centro de Mateu, uno de los mejores centradores de la categoría, como advirtió Calero en la previa, que remató en el corazón del área Chapela.

Tras la expulsión de Ortuño, el avasallamiento granota iba a más y el Eldense cada vez retrasaba más su posición sobre el terreno de juego, acumulando hombres en la frontal para imposibilitar las transiciones de los de Calero. En esas, ante el muro planteado por las circunstancias, Pablo Martínez recortó a su par y se sacó un zapatazo de la chistera para colarla en la escuadra de Mackay para empatar el encuentro. El primer tiempo, que se cerró con un sometimiento claro por parte del Levante, todavía tenía un capítulo más: la expulsión de Timor por protestar cuando el árbitro ya había señalado el camino a vestuarios.

Con dos jugadores menos y tres cambios de una tacada por parte del Eldense, arrancó el segundo acto. A los pocos minutos, se dio uno de los momentos más esperados: el reestreno de Iborra en el Ciutat, anunciado con una gran ovación por parte del público de Orriols. Sin prácticamente espacios para circular por dentro, con los ocho jugadores del Eldense plantados frente al área, la solución pasaba por los centros tratando de cargar el área. La tuvo Morales, que la mandó alta prácticamente sobre la línea tras un soberbio envío de Brugué y para ello entró Carlos Espí para sumar centímetros y recursos para encontrar una alguna grieta en la defensa rival. Dicho y hecho; a la primera que tuvo, el gigante de Tavernes de la Valldigna la mandó a la cazuela tras imponerse en el duelo aéreo. El Eldense, pese al golpe del gol y en clara inferioridad, tiró de orgullo con algún arrebato en ataque; pero Carlos Álvarez cerró el partido con un golazo de jugador de otra dimensión, recogiendo el balón al espacio, driblando a dos rivales en el área y definiendo con sutileza ante la impotencia de Mackay, superado por el talento del de Sanlúcar de la Mayor.

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