ALMERÍA

El proyecto de Primera del Almería se desangra

El valor de la plantilla, según Transfermarkt, es de 56,4 millones, superior al de equipos como el Valladolid o el Leganés. Aun así, el desastre defensivo es total: es el más goleado con 18 tantos recibidos en nueve partidos.

Juan Antonio Manzano
UD Almería

La falta de seguridad defensiva es la punta del iceberg de una situación que está enquistada desde la temporada pasada y de la que el Almería todavía no ha sabido reponerse. La derrota ante el Oviedo le ha vuelto a colocar en zona de descenso haciendo saltar por los aires las ilusiones de los aficionados después del triunfo ante el Burgos. La sangría defensiva deja a los rojiblancos como el equipo más goleado de la categoría con 18 tantos recibidos en nueve jornadas, un promedio de dos goles por partido. Durante los últimos 16 meses, el equipo no ha sido capaz de ofrecer el nivel competitivo mínimo para el fútbol profesional y se ha visto arrastrado a un lugar que no pensaba transitar. Y la única pregunta alrededor del club es: ¿Por qué?

La respuesta no es sencilla y requiere de una visión global de la situación. Como punto de partida hay que irse al verano de 2019, cuando Turki Al Sheikh adquirió el paquete accionarial de Alfonso García y se convirtió en propietario casi absoluto de la entidad. Desde ahí se puso en marcha un reloj que pretendía llevar al equipo a Primera División, consolidarlo en la élite, elevar el estatus global de la entidad y, llegado el momento, entrar en competiciones europeas. Todo ello con una gestión internacional donde la llegada de patrocinadores del entorno del propietario ayudara a conseguir el objetivo. Para lograrlo había un punto de apoyo básico, la inversión en jugadores de proyección global que ofrecieran rendimiento deportivo, pero también financiero.

Con esa base, y saltándonos los tres años en Segunda División hasta llegar a la máxima categoría, nos encontramos con operaciones brillantes como las de Darwin Núñez, El Bilal, Sadiq, Ramazani, Akieme y Babic, que dejaron más de cien millones de euros en el club. En verano de 2023, tras el sufrimiento de un primer año en Primera, con mayores recursos económicos y con ingresos extras por traspasos, se intentó dar el salto de nivel. Entre julio y agosto se llegaron a invertir 52 millones en la llegada de nueve jugadores, cantidad que se elevó a catorce en el mes de enero. El rendimiento fue nulo, pero el lastre salarial estaba ahí.

La pérdida de ingresos por TV, la salida del patrocinador principal y del que daba nombre al estadio, los contratos de larga duración firmados y el prorrateo de incorporaciones anteriores han supuesto un considerable lastre para hacer verdaderos retoques de cara a este curso. La publicación de los topes salariales por parte de la Liga dejaba clara esta dificultad, estableciendo un margen máximo de 3,5 millones de euros para nuevas incorporaciones.

La vía para que esas cifras cambiaran estaba en el mercado de salidas y los contratos de patrocinio, pero ninguna llegó a tiempo. La venta frustrada de Pubill al Atalanta impidió la entrada de 20 millones. Hubo que esperar hasta final de agosto para la venta de Ramazani y al 12 de septiembre para la de César Montes, mientras que el nuevo patrocinador principal, DAZN, no ha llegado hasta entrado el mes de octubre. Refrescar el grupo con jugadores de inferior categoría no estaba en los planes, y la mirada para conseguirlo se ha puesto en el mes de enero.

Y todo esto lleva, a priori y desde la distancia, a mirar el valor global de la plantilla en el mercado bursátil futbolístico y se topa con un dígito, 56′4 millones de euros. Ese es el valor que la web especializada ‘Transfermarkt’ da al plantel rojiblanco. Una cantidad que, siendo inferior incluso a la del inicio de temporada, donde el mercado tasaba el grupo rojiblanco en más de 60 millones, aún sigue siendo superior a la de equipos de Primera División como Valladolid y Leganés, por poner dos ejemplos.

Todo lo anterior nos lleva a la realidad actual, el pobre rendimiento del grupo y un proyecto con mimbres de Primera que se desangra. Obtener resultados ocasionales, sin continuidad y echando por tierra las posibles virtudes mostradas con sólo siete días de diferencia, no construye una base sólida. Con una incapacidad destructiva palpable, la fiabilidad ofensiva no da para alcanzar un equilibrio competitivo. La cohesión del grupo debía ser clave para la fortaleza del colectivo, pero ahí también se ha flojeado. El propio Rubi llegó a reconocer que no esperaba ver a la plantilla tan distante y, aunque eso ha cambiado en las últimas semanas, el lastre mental sigue siendo inmenso.

Los mecanismos futbolísticos básicos no están funcionando y muchos de los reproches que está recibiendo el grupo están vinculados a la actitud. El carácter, el hambre y la ilusión no están acompañando al comportamiento individual de los jugadores y al equipo como colectivo. Fallos de marca, despistes y perdidas groseras, reproches en el césped, nervios, desconfianza… Ese es el menú habitual del trabajo de Rubi quien, por otra parte, no está siendo capaz de encontrar soluciones a pesar de cumplir ya casi cuatro meses al frente del proyecto.

El diagnóstico está hecho, pero el tratamiento y la cura están demorándose bastante más, lo que no permite que la afición pueda eliminar el sentimiento de frustración permanente que sufre.

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