El Oviedo tira de banquillo para tumbar al Granada

El Oviedo tiró de profundidad de banquillo para tumbar al Granada en el duelo de gallitos. Los cambios introducidos por Calleja fueron el elemento que desequilibró el choque en un duelo más táctico que atractivo y que lanza a los azules a los puestos de privilegio en una exhibición del poderío de una de las plantillas de Segunda con más soluciones.

Que los dos tenían muchas cosas en juego se vio desde los primeros compases, pues daba la impresión de que la consigna era, pasara lo que pasara, no fallar. Quizás fue ese miedo al error lo que limitó en el primer acto las versiones más ofensivas de Oviedo y Granada.

Los locales lo intentaron con más ímpetu, aunque solo lograron acercarse en algunas fases. En la inicial, por ejemplo, la pelota era de los de Calleja, pero la oportunidad más clara fue de Tsitaishvili a la contra: Aarón tapó su intento ya en el área.

En un choque trabado, táctico y con mucho parón, el balón parado surgió como solución a la que se agarró el Oviedo. A él y al guante de Santi Cazorla, el día después de cumplir 40 años. Dos centros del internacional estuvieron a punto de inaugurar el marcador, pero los rematadores azules fallaron por poco en el timing.

El Granada protestó un intento de chilena de Colombatto que se quedó en amarilla y el Oviedo, de más a menos, solo volvió a incordiar a Zidane con una incorporación de Pomares. Poco bagaje en lo ofensivo de ambos; el paso a los vestuarios parecía insinuar que lo mejor estaba por llegar.

Lo dejó claro el Oviedo a la vuelta de la pausa, pues Colombatto advirtió desde la frontal y, casi de seguido, falló la ocasión más clara que se ha visto en mucho tiempo en el Tartiere. Se encontró un regalo en el área, recortó a Zidane y en vez de definir fácil a la red, se enredó queriendo ceder la gloria a un compañero: pero nadie seguía tan cerca la jugada.

La acción agitó el partido, porque el Granada también intentó responder y se acercó con un par de córners peligrosos. Fue ahí cuando Calleja movió sus piezas. Primero, con Portillo y Paraschiv. La cosa ya se animó ahí. Después, con Paulino y Moyano, más picante.

Zidane salió en las dos fotos de los goles, también hay que decirlo. Primero, derribó a Moyano en el área en una acción a la que llegó tarde. A Colombatto no le pesó la ocasión fallada antes para adelantar al Oviedo. De seguido, vino el segundo. Paraschiv puso más a su carrera que Zidane, tocó con la cabeza y anotó a puerta vacía para cerrar un triunfo merecido para el Oviedo.