El Oviedo echa más sal en la hemorragia del Málaga

El Málaga se hunde sin remedio. El Oviedo, tal y como era de esperar, echó más leña en una Rosaleda, más que incendiada, en cenizas. Un Málaga bochornoso, descentrado y en descomposición que ha pasado de la UVI a paliativos. Un chollo que el Oviedo aprovechó a base de seriedad, sabiduría y un gol de Manu Vallejo. Fue 0-1 pero, tranquilamente pudo y debió ser 0-4 de no ser por el acierto de Rubén Yáñez, el único que dio la talla.

Los síntomas de cataclismo están ahí. El barco se resquebraja y no hay nadie al timón. La crisis más grave del Málaga desde su refundación en 1994. Esto lo aprovecharon los asturianos que son otro equipo desde la llegada de Álvaro Cervera y que no solo ha huido de la zona fantasma, sino que sueña con algo más. Da mucha pena ver al Málaga arrastrar su triste figura por esos campos.

Los blanquiazules afrontaban este partido en otra semana convulsa. Dimisión del director deportivo, Manolo Gaspar, señalado por la afición como artífice de la debacle, nombramiento de un director general procedente del Cádiz, Kike Pérez y petición del alcalde, Francisco De la Torre, de un cambio en el modelo de administración judicial de la entidad. Al menos la Grada de Animación levantó su huelga de apoyo.

En este panorama llegaba el Oviedo, más tranquilo pero sin poder descuidarse y con Luismi en su once inicial tras cumplir sanción. En el Málaga Pellicer retomaba la pareja de atacantes Rubén Castro-Fran Sol., que usaba Pablo Guede y desactivó Pepe Mel.

Como se temía Sergio Pellicer el Oviedo sale con el plan de manejar la tensión que atenaza as sus discípulos. Los asturianos, como buen equipo de Cervera, daban la pelota a su oponente en busca de su desgaste por ansiedad. A los 24′ Rubén Yáñez saca con la punta de los dedos un trallazo de Viti. El Málaga lo intentaba con más voluntad que profundidad con Lago Junior muy activo y poca conexión entre Rubén Castro y Fran Sol, huérfanos de balones y lucimiento. El lateral derecho, Bustinza, aportaba más pulmones que penetraciones en un lugar para el que no está dotado. Lo mismo que Javi Jiménez por el otro costado. Desesperante.

A los 39′ Yáñez sacaba con la pierna izquierda un disparo cruzado de Bastón, que se había ido fácilmente de Ramalho. La Rosaleda, en eterno murmullo, mostraba su malestar contra el administrador judicial, José María Muñoz. A los 44 Bastón, el mejor goleador oviedista (ocho tantos anotados) se retiraba lesionado. En su lugar, Sergi Enrich. Segundos después de nuevo el meta local impedía un gol olímpico de Manu Vallejo. Se llega al descanso con 0-0. En ocasiones 0-3.

En la segunda mitad el Málaga sale como terminó la primera; posesión sin fundamento. A los 52 otra vez Yáñez ataja otra oportunidad de Bretones tras asistencia de Manu Vallejo que burla otra vez a Ramalho. Los asturianos, vestidos igual que el Borussia Dortmund, empezaban a ver posible el botín. A los 57′ el Málaga sigue con su oda a la autodestrucción. Saque de banda de Lucas. Enrich burla de tacón al Esteban Burgos y Manu Vallejo, adelantándose a Bustinza, fusila a Yáñez que más no puede hacer. En plena antología del disparate Burgos es expulsado por alguna lindeza dedicada al asistente del colegiado. Peor, imposible.

La grada está en shock. Ni se molesta en contener la respiración porque está harta de estar harta. Cansada de sufrir por un equipo sin alma, desorientado y en descomposición que huele a Primera RFEF. En plena frustración mientras apela a los conocidos atributos masculinos masculla la ocasión marrada por Loren Zúñiga. A los 77′ Luismi, de balón peinado procedente de otra acción a balón parado, el eterno quinario malaguista, caso anota el 0-2. Viti, con Cristian como oponente, hace diabluras por su carril diestro. Yáñez hace una parada de balonmano a Sergi Enrich y Moro, a renglón seguido, remata a la madera. El Málaga es un desastre.

De poco sirve que Pellicer, en busca de la épica, ponga a Gallar por Bustinza. La pelea de Loren y la dignidad de Rubén Castro no sirven. No hay manera con este equipo confeccionado a golpe de locura y bandazos. Y alegría para el afortunado visitante. Segunda victoria del Oviedo lejos del Tartiere en el hogar de un Málaga cada vez más hundido y con sus seguidiores que se hacen a la idea de que el año que viene serán de Tercera. O de Primera RFEF que viene a ser lo mismo. Porque este Málaga da vergüenza.