LEGANÉS

El Leganés se zambulle en la mayor fractura social en años

Por primera vez desde los tiempos del equipo en Segunda B, se condensaron a la par gritos contra el banquillo y el palco. Tras Almería, hubo reunión capitanes – grada de animación.

AITOR MARTIN
Licenciado en Periodismo en la Universidad Carlos III de Madrid, ha desarrollado su carrera entre la radio deportiva (Cadena SER) y la prensa escrita. Es, desde 2006, corresponsal del Leganés para AS.
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La derrota del Leganés ante el Almería (0-3) ha sumido al equipo pepinero en una crisis deportiva ya difícil de negar y, lo más llamativo, en una fractura social entre aficionados y club como hacía tiempo que no se vivía al sur de la capital. El partido frente a los indálicos acabó con cánticos contra el entrenador, contra Paco López, pero también con protestas que pedían la dimisión de la directiva, algo que en la era moderna del club blanquiazul, desde el ascenso a Segunda de 2014, no se vivía.

El escenario en lo deportivo habla de un equipo que no está siendo capaz de cumplir con las altas exigencias fijadas por parte de la propiedad. El holding estadounidense Blue Crow Sports (BCS) es el dueño al 99% de las acciones del Leganés. Con la temporada terminada, el presidente, Jeff Luhnow, deslizó que el objetivo del club era ascender a Primera División.

Una de las justificaciones que se usaba era que la estructura actual del equipo lo necesitaba. Se había construido un club moderno con un elevado gasto en personal que, en parte, exigía retornar a la élite para mantener ingresos. También ésa fue la justificación que se esgrimió para llevar a cabo una subida de tarifas en los abonos, paradójicamente en muchos casos más caros que el curso pasado en Primera y sin la habituales bonificaciones por asistencia a partidos como en curso anteriores.

La afición del Leganés protesta durante un partido de la pasada temporada. JAVIER GANDUL

La exigencia como ruta

Bajo ese escenario, bajo una creciente comercialización de todo lo que rodea al equipo que lo aleja de su senda tradicional (como la comercialización del nombre de Butarque), la afición entiende que está en su derecho de ejercer con energía esa predisposición de exigir al nivel de ese alto listón fijado por la propiedad. No vale otras perspectivas, más cuando se ha construido un equipo (supuestamente) con un amplio margen económico después de las ayudas al descenso y de ventas históricas como la de Diomande al RB Leipzig.

Debería haber materia prima para construir un plantel que, sin embargo, anda corto de futbolistas. El grupo lo conforman 21 jugadores de campo, 2 porteros y 1 lesionado de larga duración como Pulido de los que Paco López confía con regularidad apenas en 14, que son los que acaparan minutos y titularidades. Además, la plantilla se encuentra debilitada en algunas posiciones, como el lateral izquierdo (sólo hay uno, Franquesa) o el eje de la retaguardia. Los refuerzos tampoco están aportando lo que se esperaba. Salvo casos como Rubén Peña, Marvel, Ignasi Miquel, Diawara o Alex Millán, el resto de los nuevos están lejos de lo que se les presuponía. También hay tensión contra un Paco López al que la afición le pidió explicaciones después del partido, cuando ya volvía a su casa en su coche particular.

Charla capitanes – Grada de Animación

Todo ello restalló el sábado en una imagen poco frecuente: los capitanes (Jorge Sáenz y Rubén Peña al frente) dialogando con la grada de animación. El diálogo terminó entre aplausos de unos a los otros y viceversa en un intento de aplacar la alta temperatura con la que había terminado el duelo.

Algo así no se veía desde 2022, cuando, tras caer ante el Albacete en Butarque, Durmisi y Qasmi tuvieron que repetir escenas similares. Por aquel entonces el Leganés se jugaba la permanencia en Segunda. El actual tiene el añadido de no andar muy lejos del pozo, pero de tener que jugar sí o sí por el ascenso. Además, en esos primeros pasos de la era BCS en Leganés, el foco de la crítica se centraba más en el banquillo y plantilla e incluso en los activos de la era Moreno – Pavón que continuaban en el club. Ahora las críticas ya miran directamente a los dueños.

Qasmi dialoga co la grada de animación en 2022Juan Aguado

El ambiente está cargado con una tensión inédita desde los tiempos de Segunda B, cuando el club navegó algunas temporadas al borde del descenso a Tercera. Ocurre que en aquellos casos, con los Moreno – Pavón al frente del club, la mayoría de las críticas se centraban más en los futbolistas, el banquillo y, como mucho, encontraba su tope en la dirección deportiva que entonces capitaneaba Paco Belmonte. Las reclamaciones a los dueños del club eran escasas.

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Hay que remontarse a la venta del club precisamente a los Moreno Pavón en 2008 (se traspasó en Navidad) para hallar un caldo de cultivo semejante contra el palco de Butarque. Por aquel entonces el equipo había protagonizado varias protestas por la falta de pagos. La más icónica se dio el 14 de diciembre de 2008, cuando los jugadores no compitieron contra el Atlético de Madrid B en Butarque en el primer minuto. En ese periodo se dedicaron a permanecer de rodillas a modo de protesta.

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