El Glorioso vuelve a Primera

Toda la temporada en juego en un minuto. Así se fraguó el sexto ascenso de la historia del Alavés a Primera División. Un penalti cometido por Róber Pier en el último minuto de la prórroga certificó el triunfo alavesista en el duelo del partido: Villalibre y Femenías frente a frente por un ascenso. La moneda cayó de cara del Glorioso, que se plantó en el Ciutat de València convencido de llevarse el botín del ascenso a base de pundonor y empuje. Hace justo un año, los vitorianos vivieron el descenso en el mismo escenario. Así se cierra el círculo. El Levante, que se quedó a las puertas del ascenso directo por diferencia de goles con Las Palmas, vuelve a la casilla de salida sin la ayuda por el descenso de la forma más cruel. Comienza un nuevo ciclo.

Desde el inicio, y ya lo avisó Luis García en rueda de prensa, el Alavés tenía claro su cometido: ceder el balón al Levante a la espera del fallo granota o bien para buscar una grieta cuando los locales amenazaban con lanzarse en transición. Sin embargo, pese al tímido dominio de los locales, con posesión, pero sin peligro, fueron los babazorros los que subieron los decibelios del Ciutat de València aprovechando con más colmillo las pocas ocasiones que concedía la defensa granota. Más por empuje que por fútbol, Villalibre y Miguel, la clara apuesta ofensiva del técnico alavesista, tuvieron a trompicones los primeros acercamientos a la portería de Joan Femenías. El Levante, por su parte, solo se asomó con peligro al balcón del área de Sivera en una contra vertiginosa conducida por De Frutos que naufragó ante Duarte.

Pero la más clara llegó superado la media hora. Duarte puso un balón tenso desde la izquierda que se paseó por todo el área y acabó en las botas del lateral de la banda contraria, Tenaglia, que se topó con la presencia de Róber Pier, salvador, sobre la línea. Lo cierto es que el Alavés, obligado a marcar por el empate de la ida y debido a la condición de tercer clasificado del Levante, se llevó por puntos el primer tiempo a base de brío y decisión.

Nada más salir de vestuarios, la primera en la frente. Miguel avanzó sin oposición en la frontal, golpeo cruzado y su rechace cayó en las botas de Rioja, que se topó con un felino Femenías que hizo una doble intervención de las que valen el partido. El único recurso, por el momento, para tratar de cambiar la dinámica por parte de Calleja fue cambiar las posiciones de los tres jugadores por detrás del punta, pasando De Frutos a la derecha, Brugui a la izquierda y Joni al centro. Cada uno en su posición más natural. Pero, pese a los retoques, el Alavés ganaba el partido en el centro del campo, con Guridi brillando con luz propia algo más retrasado de lo habitual y Benavidez llevando a cabo el trabajo sucio. Sin soluciones, Calleja echó mano de Wesley para tratar de al menos imponer su físico ante el dominio del Alavés, que volvió a hacer trabajar a Femenías bajo palos con otra intervención de mérito. Él e Iborra estaban sosteniendo al equipo ante el asedio rival.

En esas, y así es el fútbol, una contra de la nada dio pie al despertar granota con un disparo de De Frutos que detuvo con el pecho Sedlar, pero que levantó a todo el feudo de Orriols. Un oasis en pleno desierto que cambió el estado de ánimo colectivo, venido a menos por la imponente puesta en escena de los vitorianos, que comieron en parte la moral a la grada y sobre todo a los protagonistas que estaban sobre el verde.

Esa ocasión, junto a otra De Frutos, abrió definitivamente el partido cuando la prórroga comenzaba a asomar. Soldado aprovechó el caos momentáneo para asomar cabeza y buscar la gloria con un disparo cruzado. Igual que Wesley, que probó a Sivera con un cabezazo picado. Pero, pese a ello, la más clara la tuvo el Alavés de nuevo, pero Rebbach la cruzó demasiado ante la salida de Femenías solo en el segundo palo. En cinco minutos hubieron más ocasiones que en el total del partido. El final se acercaba y los nervios entraban todavía más en escena, tanto en defensa como a la hora de definir y en la toma de decisiones. La histeria se apoderó del Ciutat de València y con ella llegó la prórroga.

De la histeria final a la prórroga

Las pulsaciones bajaron con el inicio del tiempo añadido, pese a que el Levante trataba de aprovechar la inercia favorable de los últimos minutos del partido. Para calentar aún más el ambiente, entró Jason, ex granota que salió de malas maneras y que se envalentonó con un libre directo como carta de presentación.

Cuando la locura volvió a Orriols, De Frutos tuvo el partido en sus botas, con una volea de zurda que se estrelló en la escuadra, y Rober Ibáñez en su cabeza, pero no se percató de que Sivera estaba vendido. Pitido y no va más. Quince minutos para decidir un ascenso.

Con Sylla al campo, Luis García puso toda la carne en el asador. El senegalés, fresco de piernas e ideas, en teoría, mandó a las nubes la primera ocasión que tuvo. Calleja, mientras, apostó por la velocidad de Son y la experiencia de Postigo. En definitiva, dos defensas para ayudar a mantener la fortaleza junto a un público volcado con la causa y con otro larguerazo de Pepelu incluido. Era cuestión de resistencia. Pero un posible penalti en la última jugada lo cambió todo: Róber Pier impactó con la mano de forma involuntaria para cortar la jugada del Alavés y conducir la contra para matar el partido. Era penalti o final, y Hernández Maeso optó por decretar pena máxima. Villalibre, a los once metros frente a Femenías: el duelo del ascenso. El Alavés es de Primera.