El éxito y el fracaso

Pues sí, señora, fui yo. Fui yo el que preguntó a Pezzolano el miércoles y cuya respuesta volvió a abrir la caja de los truenos. Ni una semana de tranquilidad. No pensaba yo que el uruguayo iba a hacer una reflexión que iba a tener tanta contestación entre los aficionados del Real Valladolid. De alguna manera, nosotros somos periodistas y preguntamos... ante el vicio de pedir la virtud de no dar. Le cuento, señora, que la pregunta no fue, de primeras, si sería un fracaso no ascender, tampoco tuvo que ver con la reflexión de Ramírez la semana pasada. Lo que pregunté es dónde marcaba él el límite para determinar si esta temporada sería un éxito o un fracaso... Y después, claro, volví a repreguntar sobre si sería un fracaso no ascender, entonces sí.

Le cuento esto, señora, porque tengo que explicarle, que a mí me parece loable que Pezzolano piense eso, que defienda esa idea, que crea en ella, que porfíe por eso de que “el objetivo es ascender, pero hay otros objetivos internos más importantes” o que “no ascender no sería un fracaso”. No lo comparto, pero me parece correcto que él lo defienda. El anterior entrenador del Pucela se rompía la cara por su estilo porque “es para lo que me han contratado”... hasta que se la rompieron. Porque no hay nada en el fútbol más potente que conseguir el objetivo deportivo, el resultado. Desde que el fútbol es fútbol esto va de que la pelotita entre en la portería, de que si eres el Real Valladolid en Segunda hagas un juego efectivo, seas dominante y asciendas si tienes el segundo presupuesto más alto... lo demás es decorativo.

¿Por qué? Porque si el Pucela no asciende este año el uruguayo se irá y todos esos cimientos no valdrán nada. Vendrá otro técnico que pensara que sus normas y principios son los buenos y que lo anterior no vale. Eso también es más viejo que el fútbol. Pezzolano raja, sin decirlo, de Pacheta, Pacheta rajaba de Sergio, Sergio... Sergio no rajó de Luis César, pero esa es otra película. Y si tan importantes son esos cimientos, ¿por qué no se le renueva a Pezzolano? Y después que salga el director deportivo o el director del área de estrategia deportiva (sueño, lo sé) y diga: “Señores estamos sembrando y el de Pezzolano es un proyecto a dos-tres años”. Se acaba el debate y entonces tiene sentido los cimientos y los éxitos internos. Si eso no pasa, los objetivos internos, los cambios de hábitos, son un brindis al sol, si el ascenso no se produce.

El Real Valladolid ha hecho cosas bien en estos cinco años. En especial en el último, donde pretende recobrar la unidad con la afición, realizó el referéndum del escudo, intenta acercarse a los colegios con actividades divulgativas, ha mejorado el estadio... pero en la planta noble son conscientes de que si la pelotita no entra eso no tiene valor efectivo. De que si el Real Valladolid no asciende, las mejoras quedan en un tercer o cuarto plano. Lo mismo ocurre, con Paulo Pezzolano, con los cambios internos. Pueden estar muy bien, pero si el equipo no asciende no servirá de nada.

No le compro tampoco al técnico que si ganas eres el mejor y si pierdes el peor. No aquí. Poco ha leído o escuchado si dice eso. Porque cuando el Real Valladolid tuvo la racha de cinco victorias hubo muchas voces, incluida la mía, que decíamos que con ese juego, que ganando partidos sobre la bocina, no íbamos a ninguna parte... Que era pan para hoy y hambre para mañana, que el resultadismo tenía las patitas muy cortas. Cuando el equipo juega mal, tiene una pobre defensa si gana, pero se queda a puerta vacía si no lo hace.

¿Tenía una plantilla corta? Sí, premeditado según decían en el club para adelantar procesos. Ahora ya no interesa adelantar procesos y los jugadores del Promesas no van convocados. La plantilla actual pasa por ser una de las dos mejores de Segunda, ya no hay excusas. Y es que tener un plan y jugar bien es el camino más corto para lograr victorias y ascender y, de pasó, que los cambios internos tengan valor. Y todo empieza por derrotar al Oviedo.

Lo más visto

Más noticias