El Andorra nunca se rinde

No es fácil jugar con un marcador en contra durante tantos minutos, pero el Andorra demostró ante el Ibiza que además de fútbol tiene casta. Una rebelión ante un 0-2 demasiado generoso para lo que habían hecho los visitantes, que en dos jugadas aisladas y a balón parado ganaron una gran ventaja. Sarabia lo puso todo en el campo, sus jugadores se fueron decididamente hacia delante y entre Bundu, Bakis y Albanis acabaron empatando el partido. Un reparto de puntos que de poco le sirve al Ibiza, que pecó de ser demasiado conservador. Difícilmente se les puede culpar de ello, pues con esa renta y en la posición en la que se encuentran en la tabla la defensa a ultranza del resultado era seguramente la opción más sensata.

Dice la Ley de Murphy que todo lo que puede salir mal saldrá mal, y eso es exactamente lo que le pasó al Andorra en la primera media hora de partido. Sin quitarle ningún mérito al Ibiza, por supuesto, que ordenado, compacto y solidario, no sufrió en demasía. Ningún gol habían recibido los del principado de córner, y tan solo siete minutos necesitó Coke para romper esa estadística. El balón parado es la mayor arma del Ibiza de Alcaraz, siete de los últimos nueve goles habían llegado así, y lo volvió a demostrar. Además, por partida doble. En el 26′ llegó el 0-2 de Ekain, esta vez de penalti. Un penalti de esos que antes del VAR no existían, unas manos de Jacobo que absolutamente nadie vio, reclamó o protestó en el campo. Pero cuando desde el videoarbitraje llamaron al colegiado para ver la acción, todos en el Estadi Nacional conocían el desenlace. Ratti por poco se convierte en héroe, pero Ekain no perdonó.

Lo más destacado al margen de los goles fueron los buenos minutos del Andorra antes del segundo gol, especialmente de Jacobo. Fue el único que inquietó al Ibiza, con dos acciones individuales muy buenas. Joseda se marchó lesionado en el 20′ y el Ibiza logró calmar mucho el partido tras su segundo gol, que no le sentó nada bien a los locales. Tampoco el tiempo, que pasó de llovizna a granizo.

El Andorra sólo ha remontado un partido en esta liga (ante el Levante) y en los primeros minutos tras el descanso se vio el porqué. Controlaron el balón, pero no inquietaron al Ibiza. Sumaron muchos pases, pero poco verticales. El Andorra tiene una manera de jugar muy característica, pero a los de Sarabia les faltó alguna alternativa. Fueron demasiado previsibles hasta los cambios ofensivos. Bundu, en el 64′, mandó un remate de cabeza a la madera en la mejor ocasión de los locales en todo el partido. Con la entrada de Bakis ganaron presencia en el área y empezaron a suponer por primera vez una amenaza para el Ibiza. Sobre todo Bundu.

Cualquier que haya seguido al Andorra esta temporada sabe que difícilmente el equipo puntúa si no marca Bakis. Salió desde el banquillo, pero en pocos minutos recortó distancias. Tras otra jugada de Bundu, todo hay que decirlo. Quince minutos por delante y un gol para empatar ante un Ibiza que nunca intentó meter el tercero. Y esa fue la cruz de los visitantes. Renunciaron a atacar, renunciaron al balón y se limitaron a defender. Durante demasiados minutos. Las acciones ofensivas del Andorra fueron encadenándose hasta que Albanis marcó el 2-2 en el 85′. Y no pararon ahí. Pese a que ya no tuvieron ninguna excesivamente clara, el equipo de Sarabia buscó la victoria hasta el último suspiro.