El Andorra lo goza en el alambre

Un polémico golazo de Bover (el Leganés reclamó mano) dio al Andorra el primer triunfo de la temporada ante un rival famélico de plantilla, pero que en el ímpetu de su orgullo herido, mereció el empate. Alimentó esa esperanza la ideología extrema con la que Sarabia acaudilla una pizarra en la que sólo vale jugarla desde atrás. Ahí, en el alambre, regaló balones con los que el Lega rozó la remontada. Cissé tuvo la más clara en un remate que, sin portero, botó a un metro de la línea y se marchó por arriba. El Leganés encadena tres estrenos ligueros consecutivos con derrota.

Durante la previa atronaba en la lejanía el reguetón del recinto ferial (por Leganés andan en fiestas) mientras el runrún de la grada sonaba a bolero melancólico. Como un fado futbolero cargado de nostalgia pesimista. Porque en Butarque, debut se escribe con ‘D’ de desazón. O de derrota. En los último cinco estrenos ligueros del Leganés, sólo uno acabó en triunfo. Sucedió en septiembre de 2020, ante Las Palmas (1-0). El resto fueron partidos perdidos. Mal panorama agravado por la anorexia de una plantilla flácida en número y talento. Borja Jiménez sólo pudo convocar a 17 jugadores de la primera plantilla entre lesiones y falta de personal. Aún al completo, sólo cuenta con 20 futbolistas. No son mimbres para fantasear más que con la permanencia… y gracias.

El abulense se inventó un once repetición del que le metió mano al Levante (2-0) en el Villa de Leganés de hace una semana, con cuatro pivotes en la medular (Undabarrena de interior derecho, lo más llamativo) y la esperanza del gol en las botas de Diego García y Raba, sociedad que en pretemporada regaló chispazos de esperanza, pero a la que se le encasquilló la puntería en un primer tiempo de llamativa alternancia. Dieron los pepineros sensación de equipo más entero y armado frente a un Andorra talibán de la salida mimada del balón que por abrazar su fe sin pecado alguno, a punto estuvo de sufrir la penitencia del gol en contra. Bover lo rozó en propia como exponente máximo del funambulismo al que Sarabia expone a los suyos.

Golazo con lío

Sucedió segundos después de que el capitán marcara el 0-1 (29′), un golazo de volea desde la frontal con la zurda, pero tanto protestadísimo porque los jugadores del Leganés reclamaron mano en el control. Un desdibujado Sánchez López no la pitó y ninguna repetición del VAR aclaró el misterio. Fue su criterio contra la nada. Para entonces el Leganés ya le habían anulado un gol por fuera de juego de Raba tras pase largo de Arambarri (19′) que llegó poco después de que Pampin salvara un tanto casi sobre la línea tras remate del propio Raba. Ya al filo del descanso Diego García falló otra clara después de la enésima salida arriesgada de los del Principado.

El dislate del manosear la pelota porque sí, sin alternativa alguna, casi le costó un par de goles al Andorra tras una reanudación que se coloreó de blanquiazul, eso sí, después diez minutos iniciales de control visitante. Cissé y Undabarrena tuvieron el empate por esa obsesión de sacarla en el alambre que Ratti transformó en una ruleta rusa. Aunque ninguna fue tan clara como la de Perea. El patilargo pivote madrileño rozó el palo izquierdo con un remate de zurda (no es la suya) tras una contra de cabalgada larga (61′). Idéntico modelo con el que el Andorra mandó la bola también al palo izquierdo. Lobete marró la ocasión y Dani Jiménez se la rebañó a Nieto en el rechace (65′). El portero lebrijano se multiplicó también para frenarle más tarde otra clara al mismo Lobete.

Con los pulmones derretidos, las imprecisiones alimentaron la esperanza en ambos bandos, aunque la mala suerte sólo habitaba en las botas pepineras. Cissé lo demostró cuando un remate de 35 metros tras otro fallo en la salida del rival botó a un metro de la línea, sin portero, pero que se fue por encima del larguero. Jugaba con fuego el Andorra, pero ese traje ignifugo de su única idea con el balón lo protegió para estrenarse victorioso en su estreno liguero.