LUGO

De la protesta a la charanga del CD Lugo

Las protestas comenzaron pasadas las ocho y cuarto de la tarde cuando una convocatoria espontanea a través de las RRSS.

Pedro Agrelo

Dentro de la casa de locos en la que se ha convertido el CD Lugo, lo acontecido durante la noche del domingo fue sin duda digno de Valle-Inclán y sus esperpentos. En una fecha que estaba marcada tanto por su importancia en lo deportivo como en lo institucional, con la afición decidida a hacerse escuchar en sus quejas contra la propiedad, al final hubo también coros y danzas amenizados por una charanga de la que nadie se responsabiliza, pero cuya presencia señala al club. Una concatenación de hechos que dejó en segundo plano lo acontecido sobre el verde, un empate a nada entre los dos últimos de la categoría, pero puso de manifiesto el divorcio entre la masa social y la accionarial. Con música de fondo, eso sí.

Las protestas comenzaron pasadas las ocho y cuarto de la tarde cuando una convocatoria espontanea a través de las RRSS cristalizó en un algo más de un centenar de aficionados concentrados delante de la entrada al palco de autoridades. Allí se entonaron los primeros cánticos contra el presidente Tino Saqués, que ya se encontraba dentro del estadio. Arreciaron los epítetos, que se prolongaron hasta el inicio del partido y aún más allá, al empalmarse esta manifestación con la de la Federación de Peñas, que pedía que no se entrase en el estadio hasta el minutos 12.

Fue precisamente en ese momento cuando la protesta mutó en hilaridad general. Al hacer entrada las peñas más animosas al Fondo Norte al grito de “Tino vaite xa” se descubrió, de forma harto sorpresiva, la presencia de la charanga “Os Bandiños” en la esquina de Preferencia con Fondo Sur. Tras el estupor inicial se produjo una inicial suerte de batalla entre los cánticos de protesta de unos y la interpretación de temas populares de los otros. Tal fue la situación que desde el público más crítico se entonaron consignas como “Tino paga la banda” o “Paga otro baile”. Si la idea era que la charanga, por cierto con un nivel de interpretación notable, aplacase los ánimos de la parroquia local, esta no funcionó y por primera vez se pudo escuchar de forma unánime la petición de salida del máximo accionista, a coro por las cuatro gradas del estadio. Una situación que podría resultar graciosa de no ser por lo extremo de la situación del CD Lugo tanto a nivel deportivo como social e institucional. En vista de la situación, tal vez hubiese sido más apropiada la orquesta del Titanic.

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