Butarque es déjà vu de esperanza

El Leganés despeñó sus opciones de playoff de ascenso ante un Ibiza épico, que aferrado a la fe de los imposibles, asaltó Butarque como en su primer triunfo en Segunda para poner fin a una racha de diez jornadas sin vencer y, de paso, inaugurar el casillero de triunfos de Alcaraz, aún virgen en la tarea de sumar tres puntos con los pitiusos. Déjà vu para creer. Bogusz, en un remate de córner ya en la segunda parte, sumió a los pepineros en la desesperanza de saber que su insulso dominio de balón (cerca del 70%) fue dictadura impotente. Amasar cuero para nada. No sumaron los locales ni una clara ocasión y sí el abucheo de un público que señaló a los futbolistas por el tono apático del inicio y a Idiakez por lo tardío de sus cambios. Primera derrota local del Lega desde el 2 de octubre.

Aburrir es verbo corto de bostezos para la tortura que desplegaron Leganés e Ibiza en una primera parte de divertimento escurridizo. Aquello no había por donde cogerlo. La responsabilidad del tormento fue compartida. Del Ibiza, por razones obvias. Ansiedad con piernas anclada a la última posición de la tabla, los baleares fueron vaporoso objeto moviéndose de un lado a otro con tanta intensidad como transparencia ofrecía el aire entra las líneas visitantes y las locales. Apenas el tonelaje de Diop y la veteranía de Coke pusieron algo de resistencia. El resto fue un defender por acumulación esperando la fe de una salida rápida. De un error ajeno.

Y a Alcaraz casi le sale el plan cuando Escobar engatilló en el 39′ un zurdazo lejano y seco desde la frontal que Riesgo vio como obús pasar a un metro del larguero. Franquesa falló en el despeje de un saque de banda y Bogusz la puso desde la diestra para el remate del lateral opuesto. Hasta ahí llegó la producción ofensiva de un Ibiza que, con todo, al menos generó remates (perdón, remate, en singular) de peligro. Lo del Leganés fue diferente. Chapoteo inútil de posesión que por momentos generó onanismo esférico sin culminar cuando tocaba. Faena sin orgasmo. Resultado: 71% de balón al descanso, pero sólo dos remates entre palos.

Apenas los pepineros oteaban el balcón del área, se atoraban. Hubo tiros de cierta pimienta (Nyom tuvo la más clara en el 11′, con la zurda alta), pero sin provocar la intervención de Fuzato, cómodo invitado a esta fiesta del hastío. Sólo tuvo trabajo en el 44′, cuando sacó épico un remate seco de Karrikaburu. Pero no valía. Fuera de juego. El navarro se lamentaba por su suerte y por el aislamiento al que se veía sometido en su primera titularidad en Butarque. Narváez lo acompañó en punta para suplir a Arnaiz, sancionado. El colombiano no desentonó, pero no inquietó demasiado. Con Juan Muñoz y sus siete goles en el banquillo, la presión para el chaval era doble.

Idiakez aguantó para sacarlo al verde. Y lo hizo forzado. Narváez se fue con molestias cuando la segunda parte había consumido ya diez minutos. También una buena ración de bostezos. El partido seguía siendo una lija en el paladar y al entrenador del Lega se le petrificó la pizarra. Miedo al cambio que torno en pánico cuando Bogusz embocó solo un córner provocado por un paradón de Riesgo a remate de Joseda. Ahí sí, el entrenador agitó el árbol (dentro Cissé y Vico) para dibujar un final de asedio con banda sonora de viento. La pitada de Butarque era constante. El propio Cissé modificó el tempo. De las críticas. Del partido. Su batuta inclinó el césped hacia el área de Fuzato. Demasiado tarde pese a algún remate aislado y la presencia final de Qasmi y Pardo para tratar de remontar lo irremontable.