Rego tenía la pócima mágica

La normalidad se pide San Mamés como sede. Las cosas regresaron a su cauce. Lo primero, el entrenador, Valverde, en su sitio, la banda, no en un palco arañando presa de los nervios los marcos de la ventana. Se acabó la sanción y los jugadores tienen a su mentor a pie de obra. En segundo lugar, la estrella, Nico Williams, con sus compañeros abajo y no tratando de escapar de las garras de la enfermería. Quedan piezas por incorporar, pero su regreso reanima a cualquiera.

El Athletic se vio por la vía de la cotidianidad y fue el de siempre, uno muy distinto al pesaroso de estos cinco partidos de septiembre y otro en los albores de octubre, la peor racha en un lustro. Y luego está la cantera, santo y seña de este anciano club centenario. Rego ha aprovechado la circunstancia para abrirse paso en la élite. Entre las lesiones de Prados y Vesga y las salidas como cedidos de Vencedor y Canales, el chico de 22 años, forjado en el Santutxu y reluciente en Lezama desde cadete, se ha agarrado a las oportunidades con uñas y dientes. “No quiero jugar cinco partidos aquí, sino toda mi vida”, confiesa sincero en un alarde de fidelidad. Aguantó un partido de Champions en Dortmund nada menos y ya rozó la diana en la Cerámica. Su gol puso a La Catedral en éxtasis.

El inicio fue fulgurante, para despejar las dudas que se venían arrastrando como una bola de presidiario este último mes. Una furia que parecía extraviada. A ocasión de gol por minuto en los tres primeros. Primero Iñaki, que traspapeló disparo muy claro cuando estaba solo, aunque la jugada se anuló por fuera de juego; y luego dos activos Guruzeta y Navarro. El Mallorca no daba crédito ante semejante vendaval. Llegaba reanimado tras su primer triunfo, pero ese parecía un paso adelante y éste, tres hacia atrás. Y Román prodigaba salidas a la vendimia, sin mucha seguridad.

En Bilbao ha habido varias jugadas que el VAR ha revisado en favor de los locales. Así pasó de nuevo. En un balón dividido, Valjent dio una patada en la planta del pie a Iñaki Williams, con Mojica cerca. El colegiado fue a verlo a la banda y eso ya se sabe que es garantía de que va a haber condena. Es lo que se llama el nuevo testamento, con sus mil enmiendas. Así fue y lo transformó con cierta fortuna el 9, ya que se coló por debajo del cuerpo de Román. Un castigo exagerado, pero es el fútbol de ahora y lo asumen ya casi todos. Ese tanto a los 9 minutos era le mejor bálsamo posible para los rojiblancos, pletóricos con el torrente de llegadas, felices al ver que Iñaki se reconciliaba con el gol y con la confianza en lo que hacía recuperada. El internacional ghanés no marcaba desde el 23 de abril, para ganar a Las Palmas. En julio anunció que va a ser padre y, claro, hasta ahora no había podido meterse el balón entre la barriga y la camiseta para simular un embarazo y dedicar un tanto a esa criatura. No fue una tarde de felicidad plena para él, de todos modos, ya que en la segunda parte tuvo que desfilar por una lesión en la cadera.

El Athletic estaba disfrutón, Navarro mostraba sus destellos de calidad y Serrano le imitaba, aunque les sobraba un quiebro y les taponaban sus disparos. Con Guruzeta de mediapunta e Iñaki moviéndose por todo el frente ofensivo, el dinamismo del Athletic era pura delicia. Los exteriores se iban hacia dentro y dejaban carretera a Areso y Yuri. Todo muy dinámico. Además, robaban muchos balones en el inicio del juego de los bermellones, al que mantenían a raya sin que progresaran más allá de medio campo o creasen ocasiones. Al no mantener la posición los atacantes del Txingurri, generaban muchas dudas en el entramado defensivo de Arrasate. Este Mallorca es muy decepcionante, el peor a estas alturas en una década, y arrastra una mochila de sólo 5 victorias en 29 partidos disputados en 2025 (8 empates y 16 derrotas).

Los leones prodigaban las llegadas, pero les faltaba el último impulso. Las lesiones de Iñaki y Mojica, aunque este pudo seguir, rompieron el argumento de los vizcaínos. Se descontroló el choque por la fatiga del anfitrión y Valverde cortó por lo sano, cambió el sistema, con tres por dentro en medio campo, Rego, Galarreta y Jauregizar. Pero físicamente el plantel se estaba cayendo y el Mallorca veía luces de esperanza. Un centro desde la izquierda de Samu Costa se envenenó y se coló en la meta de un Simón que pudo hacer más. Jarro de agua fría para el Athletic.

Antes de eso Valverde habría programado sacar a Paredes y Lekue para apuntalar la defensa con piernas frescas, y cambió de idea con el central. Puso a Izeta para tener más remate. Pero el que decidió fue Rego, inició una jugada en tres cuartos, cediendo a Areso, y este progresó para apurar línea de fondo. Su centro lo remató con el alma el gran protagonista del día. Poco más hubo que contabilizar, algún sufrimiento rojiblanco y unos minutos en los que el partido se le fue de las manos al árbitro, Quintero González. Mira que venía de ese penaltito a Iñaki, pues, lejos de corregirse, luego inició un reparto indiscriminado de tarjetas, incluso para cortar una entrada peligrosa de los bilbaínos al área del Mallorca porque Muriqi protestaba desde el suelo. Arreó una doble amarilla en tres segundos a Antonio Sánchez, desquiciado por el trencilla. Y, como colofón, embarró el final cuando Leo Román subió a rematar la última jugada, cazó sin balón a Sannadi, que se marchaba hacia la portería vacía, y pitó la falta posterior de Nico Williams, tarjeta incluida, sin darle tiempo a disfrutar la ley de la ventaja. Despropósito total que contagió a los futbolistas, más cabales en su hacer que el juez. El parón es dulce para el Athletic, que se toma un respiro. En la isla vuelve el vinagre, ahí se van a quedar, en el subsuelo de la tabla, como colistas.

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