BARCELONA

Xavi, un año de sombras y luces

El técnico, que cumple este lunes 365 días al frente de la nave blaugrana, ha vivido doce meses montado en una montaña rusa de sensaciones y sobresaltos.

Rodolfo MolinaDIARIO AS

Xavi Hernández cumple este lunes un año al frente del FC Barcelona: 365 días montado en una auténtica montaña rusa de sensaciones, con episodios de una felicidad incontestable, como la victoria 0-4 en el Bernabéu, o de una frustración inenarrable, como las dos eliminaciones en la fase de grupo de la Champions. Doce meses de travesía en el desierto a nivel de títulos, pero de construcción y crecimiento de un proyecto que ha devolver el orgullo al culé. Un aficionado que ha demostrado, con diferencia, ser el mejor activo del club, convirtiendo el Camp Nou en el estadio con más asistencia de Europa en este inicio de curso.

Llegó con la mochila repleta de ilusión, consciente que Joan Laporta se había tomado su tiempo a la hora de darle el visto bueno -su relación con el otro candidato, Víctor Font, pesaba como una losa-, pero con las ideas muy claras: el Barcelona tenía que recuperar sí o sí su ADN. Todo lo que fuera desviarse de la esencia, acabaría convirtiendo el club en un solar futbolístico.

Sus primeros pasos no fueron fáciles, con el equipo jugándose en dos partidos el paso a octavos ante el Bayern, y teniendo que asumir una plantilla descompensada y poco trabajada. Al final no pudo conseguir el milagro en Europa tras empatar (0-0) ante el Benfica en el Camp Nou y perder contra el Bayern (3-0), pero sí empezó a detectar las carencias y dos meses después el club se reforzaba con jugadores como Pierre Emerick Aubameyang o Ferran Torres, que ofrecieron un rendimiento espectacular.

Evidentemente para construir un equipo campeón se necesita tiempo y paciencia. Tanto Pep Guardiola como Jurgen Klopp tardaron más de un año en forjar y consolidar los cimientos del City y del Liverpool. En el Barcelona, acuciado por un entorno tóxico dividido y enfrentado por los ‘ismos’, parece que se esfuma el tiempo entre los dedos y que la palabra paciencia sólo se utiliza como excusa de perdedores.

En todo caso, el mejor termómetro para conocer el estado de opinión del socio es el Camp Nou. Aquí no hay paños calientes ni frases grandilocuentes, sino una única y rotunda realidad: el aficionado ha vuelto al estadio. El coliseo blaugrana se ha convertido en el estadio con más asistencia de Europa en este inicio de curso, con una media de casi 85.000 personas cada partido.

No hay duda de que el esfuerzo económico que ha hecho el club este verano, con fichajes tan inspiradores como Lewandowski y Koundé, han devuelto al público a las gradas. También a las tiendas, donde el club ha tenido que poner el cartel de ‘no hay stock’ en las camisetas con el nombre del delantero polaco.

NÚMEROS

Es cierto que, si nos ceñimos sólo a los números, el balance de este primer año se puede considerar como desconcertante: en algunas competiciones ha estado casi de sobresaliente, mientras que en otras es un suspenso sin paliativos. En LaLiga arroja sus mejores datos: 39 partidos jugados, con 28 victorias, 6 empates y 5 derrotas. En pocas palabras, de un total de 117 puntos posibles ha conseguido 90, el 76.9%. No hay que olvidar que llegó en plena temporada, con doce jornadas ya disputadas y con el equipo en la novena plaza a once puntos del líder, remontando hasta la segunda posición y hasta poniendo en algún aprieto al Real Madrid en el tramo intermedio del curso. Esta temporada sus números son simplemente espectaculares, tras ganar 11 partidos en 13 jornadas, situándose hasta en dos ocasiones en lo más alto de la tabla.

En la cara opuesta está la Champions, donde el equipo arroja unos números muy decepcionantes: ocho partidos jugados, dos victorias, dos empates y cuatro derrotas. Evidentemente, con un balance tan nefasto se hace muy difícil pasar a octavos. Aparte del Bayern, ahora mismo la bestia negra del Barça, tanto el Benfica el año pasado como el Inter este año supieron sacar mejor rendimiento de sus posibilidades.

Otra gran decepción supuso la Europa League, donde el Barcelona superó a rivales de alcurnia, como el Nápoles o el Galatasaray, para después doblar la rodilla ante el Eintracht, en un partido para olvidar en el Camp Nou, donde los alemanes convirtieron el coliseo blaugrana en su ‘Oktoberfest’ particular.

El resto de competiciones, tanto la Copa como la Supercopa de España, acabaron con un sabor agridulce, con la sensación que el equipo había caído con las botas puestas, tanto ante el Athletic en San Mamés como frente al Real Madrid, con prórroga incluida.

EL PLAN

Pero los fríos números no pueden ocultar una realidad: Xavi tiene un plan. Ni Quique Setién ni Ronald Koeman tenían un ideario futbolístico, convirtiéndose en unos supervivientes del resultado. Xavi va mucho más allá del marcador, porque su filosofía de juego se plasma en el campo y se traslada luego en el resultado. La llegada del técnico egarense ha supuesto un punto de inflexión en el club, un regreso al talibanismo ideológico y una recuperación de las esencias fundamentales que hicieron al Barcelona el club más admirado del planeta.

Xavi además ha cogido el toro por los cuernos, desmintiendo a los que creían que se movía por amiguismos y clientelismo. Ha agitado a los capitanes, ha puesto firmes a los díscolos y ha apostado por jugadores que estaban desahuciados. Una fórmula perfecta que le ha llevado a reconducir una nave sin rumbo, que muchos veían ya a la deriva. Ahora el barco navega con viento a favor, pese a algunas tormentas que han soliviantado a más de uno, y con el cuaderno de bitácora todavía con muchas páginas en blanco que escribir.

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