VALENCIA

Valencia: nada que ver con el descenso del 86

El contexto del club ha cambiado y también el negocio del fútbol, de ahí la relevancia que tienen los ocho partidos que disputará el Valencia de Baraja en Mestalla para evitar el varapalo.

JUANJO MARTINEFE

El Valencia es uno de los cuatro clubes que no ha pisado la Segunda en el Siglo XXI. Los otros son Real Madrid, Barcelona y Athletic, que nunca lo han hecho. El Valencia, penúltimo clasificado, ha descendido una vez en 104 años. Lo hizo el 12 de abril de 1986. “Solo fue una pesadilla”, se leía en una pancarta en Mestalla cuando ascendió un año después. No son pocos los que asumirían bajar si así se fuera Peter Lim, aunque no parece ser su intención ni el fútbol de hoy es el de entonces, donde el lastre del descenso para un club como el Valencia no es una “pesadilla” sino un infarto.

El Valencia, en 1986, como gran diferencia, era un club de fútbol y no una Sociedad Anónima. Así, el varapalo propició un relevo en la presidencia. De Vicente Tormo a Arturo Tuzón, que acuñó una frase: “El Valencia será lo que los valencianos quieran”. Y los valencianos quisieron “empujar al equipo hacia Primera, pasamos de 16.000 socios a casi 30.000 y fuimos el segundo club de España que más recaudó por venta de entradas ese año”, explica el exdirectivo Ramón Aznar.

Celebración del ascenso a Primera. DIARIO AS

Aquel Valencia arrastraba una deuda de 12′6M€, en gran medida por la reforma de Mestalla para el Mundial’82, y problemas de tesorería, hasta el punto que en el año del descenso en los hoteles tenían que pagar por adelantado porque no les fiaban y hubo futbolistas que pagaron de su bolsillo el alquiler a compañeros porque estuvieron meses sin cobrar. Su deuda era cuatro veces su presupuesto (entorno a 4M). Hoy la deuda es de 375M (presupuesto de 109M), con influencia también por la inacabada obra del estadio y la gestión de Lim. Pero el negocio del fútbol, además de las diferencias de actuación entre Tuzón y Lim, es otro y las consecuencias de un descenso en 2023, mayores.

Los ingresos del Valencia en 1986 dependían en un 80% de abonos y taquilla. El resto era por subvenciones públicas, como la Quiniela y, en ínfima medida, por publicidad (Caja de Ahorros restaba 180.000 euros de deuda por su logo en la camiseta). La plantilla le consumía solo un 28% (1,1M) del presupuesto. Así, por el aumento de taquilla, dio 1,2M de beneficios en Segunda.

Los ingresos del Valencia dependían en 1986 en un 80% de los abonos y taquilla, hoy esa partida apenas cubre el 11% de presupuesto

EL DATO

Hoy, con 36.000 abonados, los ingresos por taquilla son solo el 11% del presupuesto (13M) y los de publicidad, el 16% (18M), que se reducirían si desciende. Su mal estaría en la televisión (hoy 67M, 67%) y en el coste de la plantilla (74M, 67%). El fondo de compensación al descenso de la Liga haría que el mal fuera menor (el Espanyol, por ejemplo, cobró 30,5M). Aún así, el negocio del fútbol ha cambiado como para pensar que un descenso causaría una regeneración del club como hubo en 1986, un crecimiento como sociedad al que se le cruzó de manera injusta, por el acumulado de deuda de años anteriores, la ley que obligó a transformar los clubes en Sociedad Anónima Deportiva Ahora, el Valencia de Baraja tiene 16 jornadas para evitar el descenso. Y ocho partidos se juegan en Mestalla, un estadio que le llevó a Primera.

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