Real Madrid

Unidad por Navidad

Baño de masas en el entrenamiento a puerta abierta en el Di Stéfano: unas 6.000 personas. Mbappé y Vinicius, los más aclamados. Cuatro ausencias: Carvajal, Trent, Militao y Brahim

Alfredo Di Stéfano (Valdebebas). Actualizado a

A riesgo de discrepar con Gabinete Caligari, no hay como el calor del amor en un entrenamiento a puerta abierta. Más aún, si viene de un mar de niños. Y en Navidad. Con esos ingredientes, el Real Madrid se llevó una dosis de energía que hacía más falta que nunca. De su gente, del madridismo. Unas 6.000 personas abarrotaron un Di Stéfano que acogió la sesión con público. Una tradición para poner el broche al 2025. El año pasado fue el día 31; este, el 30. Y aunque la atmósfera previa vaticinaba cierto runrún −cómo será la acogida a Xabi, a Vinicius, al equipo en general−, se espantó rápido. Fue un baño de cariño. Una sesión suave, para gastar poca energía y a la vez, recargarla. Una demostración de unidad.

Faltaba un cuarto de hora para las 11:00 y el Di Stéfano ya rozaba el lleno. La expectación era mayúscula. Previsible, teniendo en cuenta que decir que las entradas volaron, es quedarse corto. Pancartas de todos los colores y para todos los nombres. “Vinicius, eres mi ídolo”, “Gonzalo Selección” o “Carreras, tu camiseta; venimos de Ferrol”. Hubo, incluso, para miembros del staff: “Nosotros somos del Team Sebas (por Parrilla, segundo entrenador)”. Villancicos, mensajes navideños y llenazo en las primeras filas. Entonces, el reloj dio las 11:00. Y salieron los jugadores.

El Di Stéfano, lleno en el entrenamiento a puerta abierta.JAVIER GANDUL

Cuatro ausencias

Retumbando el himno y los gritos de los miles de niños que acudieron a Valdebebas, comenzó una sesión muy suave, con cuatro bajas: Carvajal (continúa trabajando en solitario, apurando sus opciones de estar en la Supercopa), Trent, Militao y Brahim (Copa África). Tampoco estuvo Endrick, ya en Lyon. La plantilla, ahora de 24, fue completada por David Jiménez, Joan Martínez y Thiago Pitarch. Fueron ejercicios ligeros, casi para deleite de la afición. El día iba de eso. De darse y dar un homenaje.

Vinicius, en el rondo del entrenamiento.JAVIER GANDUL

“¡Kylian! ¡Kylian!”

Primero, vuelta al estadio para saludar y de ahí, doble rondo, uno en cada banda. Para entonces, los niños ya dejaban claro quiénes eran sus preferidos: Vinicius y Mbappé. Sobre todo, el segundo. Los gritos de “¡Kylian! ¡Kylian!” fueron una constante durante toda la sesión. Llamándole por el nombre, tal vez en una estrategia que es un homenaje a aquello de apelar a los linieres por el de pila. Debe acercar; llamar más la atención. Fueron unos gritos que se elevaron al cubo con el ejercicio estrella de estos entrenamientos: ataques de tres contra tres, a campo corrido. Muchos disparos, muchas paradas. Y una marcha más de intensidad.

Mbappé, en el entrenamiento a puerta abierta en el Di Stéfano.JAVIER GANDUL

Xabi, en perfil Xabi

Fue una prueba del algodón al buen rollo entre la plantilla. Mastantuono saltaba sobre Bellingham durante el calentamiento; Mbappé bromeaba con Rodrygo tras intentar tirarle un caño que no pasará a los anales de la historia −y su risa tras el intento lo delata−, Huijsen empujaba a Valverde tras fallar una ocasión clamorosa y este venía a responder con ese gesto universal que significa ‘habría que verte a ti’. Los jugadores fueron los protagonistas de un entrenamiento en el que Xabi Alonso mantuvo su perfil habitual. Discreto, tranquilo. Aunque con sus momentos de electricidad. Para él, también hubo pancarta: “Estamos contigo”.

Entrenamiento a puerta abierta, en el Di Stéfano.JAVIER GANDUL

Balones a los niños

El entrenamiento duró poco más de una hora. A las 12:21, hubo doble silbatazo. Y como el árbitro que indica el final de un partido, este anunció la estampida infantil para conseguir autógrafos. No había terminado el segundo pitido cuando centenares de niños −y algún que otro no tan niño− empezaron a correr hacia la primera fila, con sus camisetas en las manos. Algunos volvían para reclamar el rotulador olvidado a sus padres. En realidad, este viene a ser el momento cumbre de estos entrenamientos. Cuando los más pequeños ven muy de cerca a sus estrellas; cuando se llevan un recuerdo para toda la vida.

Y a su vez, el broche a un entrenamiento que siempre es mucho más que eso. Que viene a demostrar que el fútbol moderno, tan cerrado al público en el día a día, es una lástima; una oportunidad perdida de acercarte a tu propia gente. De hacer habitual, lo que da tanto. Y supone tan poco. Los niños se llevaron un recuerdo imborrable en un 30 de diciembre que pone prácticamente el punto final al 2025. En un momento delicado, el equipo se llevó una dosis de energía que vale un potosí. Ante unas 6.000 personas que abarrotaron el Di Stéfano. Y que demostró, a riesgo de discrepar con Gabinete Caligari, que no hay como el calor del amor en un entrenamiento a puerta abierta.

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