Una Real al Kubo

La Real Sociedad tomó con autoridad el Ramón Sánchez-Pizjuán para volver a la senda de la victoria y tranquilizar su extrañamente irregular devenir liguero de este año, ante un Sevilla que regresa a las andadas del mal juego y las dudas. Bueno, dudas no existen demasiadas: al hasta hace poco grande de Nervión le alumbra ahora la personalidad que consiga darle su entrenador, García Pimienta, y tres o cuatro futbolistas de elite entre los que de momento no se encuentran sus delanteros: solo hay que ver el alevoso fallo a puerta vacía con el que el nigeriano Iheanacho despidió el partido.

Sufre la Real en su propia casa, quizá por no querer renunciar a esa vitola de equipo que domina todos los aspectos del juego, exuberante y a veces hasta empachado por sus propios riesgos defensivos. Pero a domicilio, Imanol se pone el delantal de Ferrán Adrià y matiza el estilo para dominar los partidos con un minimalismo exquisito, silencioso, y lo más importante: ganarlos. 3 victorias y 2 empates en seis salidas suponen 11 de los 15 puntos que tiene. En Nervión, ante un Sevilla de entreguerras minimizado más aún más por un camión de bajas al que se subió Idumbo, en el minuto 25, el equipo txuri-urdin monopolizó el balón y las llegadas, como en la mayoría de estadios que ha visitado esta campaña.

Porque aunque suman los mismos puntos ahora mismo, Sevilla y Real juegan en ligas diferentes. Imanol se ha dado el lujo, sus razones tendrá, de sentar este año un montón de partidos a Take Kubo, un futbolista de mucha elite, el que más marcó la diferencia sobre el césped del Sánchez-Pizjuán. Pedrosa, que soñará con el japonés, fue incapaz de contenerle en una de sus muchas internadas y Kubo se metió hasta la cocina para hacer el 0-1 (33′), merecido en cuanto a las opciones de gol. Solo Isaac fue capaz de hacerle algunas cosquillas a la defensa realista antes del descanso.

Marcao, con un tan estúpido como alevoso penalti por manotazo a Zubimendi, se acabó de cargar la jangá para un Sevilla que en el inicio de la segunda mitad, salvo por una buena jugada de Lukebakio dentro del área, se mantenía prácticamente incapaz ante Remiro. Lo convirtió el capitán Oyarzabal (0-2, 67′) antes del pequeño empeño final de los locales, con dos ocasiones de Isaac y, sobre todo, de Ihenacho, que la echó fuera solo y sin portero. Pero ya no se movió un resultado que devuelve a ambos equipos a sus respectivas realidades: la de mirar hacia arriba, otra vez en busca de Europa, para la Real y la de sufrir lo menos posible para ese equipo venido a mucho menos que juega de local en el Ramón Sánchez-Pizjuán.

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