Una derrota para poner los pies en el suelo

El Real Valladolid dio un paso atrás ante el Espanyol. Las buenas sensaciones transmitidas ante el Betis se diluyeron en el encuentro ante los blanquiazules, ayer de rosa, y no sólo por la derrota, que es lo de menos, en deporte se puede perder, sino por la falta de contundencia atrás, algo recurrente en el equipo de Pacheta, y la falta de colmillo arriba, donde, como reconoció el técnico, faltó verticalidad. El equipo controló fases del partido, pero no encontró los espacios para atacar al meta local más allá de un par de tiros. Claro que si Sergio León acierta el partido habría sido otro, pero el bagaje ofensivo fue demasiado escaso para pensar en sumar los tres puntos, ni siquiera uno. Reconozcamos, además, que pese al control pucelano, el encuentro estuvo escaso de calidad y precisión.

Lastrado por las lesiones, la última la de Fresneda, Pacheta apostó por colocar a Escudero en la derecha y los pucelanos pelearon por el control del centro del campo, consiguiendo el dominio durante varias fases del partido, pero sin que éste se tradujera en oportunidades para abrir el marcador. Marcar goles empieza a ser el gran debe de los pucelanos que sólo han hecho seis en nueve partidos, anotando tres ante el Getafe. Pese a la verticalidad que pide su técnico, el delantero, últimamente Sergio León, se ve demasiado solo frente a la defensa contraria. Además, el hecho de que por las lesiones los pucelanos no cuenten con un extremo puro dificulta más las operaciones.

Y luego está la jugada del gol contra el Real Valladolid. Plano patea un balón a la grada y se pasa de frenada, mientras que un recogepelotas le da el esférico a Darder, que saca al expucelano Brian Oliván, quien tiene tiempo, sin presión, de medir el viento, elegir el punto de pateo y trazar un centro perfecto a la cabeza de Joselu, que gana bien la espalda de Javi Sánchez para cabecear a la mallas. Falta de atención, de contundencia que decide un partido que iba para empate a cero. Un fallo, un gol, otro encuentro perdido. Los fallos puntuales, a los que en los últimos años parece abonado el equipo vallisoletano, empiezan a hacer honor a su nombre: siempre llegan para resolver los partidos. Pese a ello, Pacheta no considera esta derrota un paso atrás.

Total, que tras el subidón después de las victorias en Getafe y estar cerca de la victoria ante el Betis, la derrota ante el Espanyol devuelve al equipo, y la afición, a la realidad, le pone los pies en el suelo. Y, mientras tanto, el presidente del pucelano estaba en Madrid. No seré yo el que critique que cada uno vaya donde le plazca o que priorice un trabajo por encima de otro, pero el problema, lo que enfada a la afición del Real Valladolid, es eso: a Ronaldo Nazário le apetecía más estar en el Bernabéu que con su equipo en Barcelona...

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