Un Rayo lleno de agujeros

El naufragio del Santa Inés se produjo por la falta de pólvora de sus cañonazos y porque hizo agua en la retaguardia. La defensa fue un coladero. El hat-trick de Karlsbakk y los tantos de Sahraoui y Olsson provocaron la segunda derrota de la pretemporada rayista, en la que aún no han podido ganar. Las ocasiones más claras estuvieron en las botas de RdT y Nteka, pero los franjirrojos encadenan dos amistosos sin marcar y encajando siete dianas. La moraleja es clara: hay que fichar.

Iñigo Pérez apostó por un once muy reconocible para este test contra el Heerenveen. Una buena pista para el estreno liguero, con Isi en la mediapunta. Toda una declaración de intenciones. Osame Sahraoui avisó en los primeros minutos y el Rayo reacionó. De Frutos armó un zapatazo que atrapó sin demasiado problema Van der Hart, quien también detuvo un derechazo de RdT tras controlar un balón de Lejeune a la media vuelta. El Rayo perdonó, pero Sahraoui no erró a la segunda. Él comandó la contra, recortó a la zaga visitante y su disparo tocó en Balliu creando una parábola imposible para Cárdenas.

La presión local le ponía muy difícil tejer jugadas al Rayo, que lo volvía a intentar con una acción que se guisó y se comió RdT. Sin embargo, ese zurdazo del delantero lo paró Van der Hart. Unai López se sacó uno de sus misilazos, pero nada. Se perdió fuera. Eso sí, los franjirrojos no dejaban de buscar el empate. Desde la izquierda, desde la derecha, por dentro y por fuera. Isi y Óscar Valentín. Nada. Agua. De hecho, al filo del descanso, los locales intensificaron su presencia en el área rival. El 1-0 no se movió.

El carrusel de cambios sacudió la segunda parte y sin apenas tiempo de reacción llegó el 2-0. El Heerenveen pilló mal posicionada a la defensa rayista y Karlsbakk recibió un balón en largo que cazó para batir a Morro. Los visitantes no bajaron los brazos y se hicieron con el balón. Van der Hart sacó con los puños un remate de Isi. A los madrileños les faltaba la pólvora que les sobraba a los holandeses. Buen ejemplo fue el 3-0. Karlsbakk cogió un balón muerto en el área, despejado por Morro, para firmar el doblete.

La madera impidió que Al-Saed pusiera el cuarto. Era un espejismo porque terminó llegando. Olsson lo consiguió desde la frontal con un tiro directo a la escuadra. Nteka, a la media vuelta, mandó su disparo al lateral de la red para desesperación de la hinchada desplazada. Sahraoui acarició su doblete y la manita parecía más próxima al gol de la honra. Así fue. Gumbau cometió penalti y Karlsbakk completó el hat-trick de un partido para olvidar en el barrio. Con la Liga asomando por el horizonte, toca seguir remando...

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