Un año en la gloria
Las Palmas consumó su séptimo ascenso a Primera hace justo 365 días. Lo hizo contra el Alavés, con el que ayer celebró la permanencia común en la élite.
Ni que se hubieran puesto de acuerdo, Las Palmas y Alavés cerraron ayer una nueva temporada en la categoría reina del fútbol patrio, 36 para el primero y 19 para el segundo de ellos, cuando hace justo un año se lo jugaban todo a una carta para regresar a LaLiga EA Sports. Los grancanarios lo consiguieron y la formación vitoriana, igualmente pero días después vía playoff.
Ocurrió que, el 27 de mayo de 2023, ambos equipos se medían en el Estadio de Gran Canaria y las cuentas eran muy simples. Mientras que a Las Palmas le bastaba con empatar, como finalmente sucedió (0-0), por supuesto también le valía la victoria, la única opción del Alavés para ascender de manera directa era conseguir los tres puntos de una tacada, ‘condenándose’ a los playoff si no ganaba un partido que a punto estuvo de hacerlo de no mediar aquella inolvidable parada de Valles a Villalibre, que tan nítida permanece todavía en la memoria de la afición grancanaria.
El Granada ascendió desde la atalaya del primer puesto merced a sus 75 puntos, mientras que Las Palmas fue segunda con 72. Los mismos tuvo el Levante, pero el gol average era para la hueste insular. El Alavés acabó cuarto, con 71. En los playoff dejó en la cuneta primero al Eibar y después al propio Levante.
Tras el mencionado 0-0 la emoción se desbordó, claro, en toda la Isla. Sentía Gran Canaria que el fútbol le había devuelto lo que el Tenerife, con todas las de la ley, le había quitado un año antes en aquella dolorosa primera eliminatoria de los playoff de ascenso. En una noche llena de icónicas imágenes, Las Palmas cumplió con las tradiciones. Tras las vueltas de honor y los brindis tocó, como con cada gran éxito, dejarse la garganta de tanto cantar, celebrar y beber en la Plaza de la Victoria, en pleno corazón de Las Palmas de Gran Canaria, escenario habitual de los festejos de la unión Deportiva. Aquel equipo estaba comandado por Jonathan Viera en el césped y García Pimienta en el banquillo, que ayer se despidió con todos los honores, nuevamente manteado. Hoy no queda ninguno de los dos aunque la despedida con todos los honores del entrenador no pudo ser más hermosa. Y su equipo sigue en la gloria un año después.
Curiosamente, ambos equipos se retaron de nuevo 364 días después en el mismo escenario pero sin rastro de presión. La fiesta, ayer sí, fue completa para ambos. La permanencia, claro, vale su peso en oro. Ambos sanos y salvos en esta última jornada, no es que hubiera tampoco cuentas pendientes. Y si las había, el 1-1 final puede servir para saldarlas. Todos contentos y a pensar en el próximo curso.
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