Tres semanas eternas
El Barça se enfrenta a veinte días de rumores con cuatro partidos de Liga en los que está obligado a ganar en medio de las dudas que rodean el proyecto. Laporta, Xavi y la plantilla, en el disparadero.
La foto feliz de Laporta, Deco y Xavi brindando por el Barça 2024-25 no se ha aguantado en el portarretratos ni diez días. En Girona, el equipo hizo mutis por el foro después del 2-2, le puso alfombra roja al alirón del Madrid, y perdió la segunda plaza. Pero, sobre todo, tiró también por la borda toneladas de credibilidad. Es muy difícil sostener argumentos optimistas y vislumbrar un futuro halagüeño en este Barça que va camino de cerrar una temporada para olvidar en la que ha estado lejísimos de los objetivos. Fuera de la Copa y de la Champions en cuartos, circula a catorce puntos del Madrid en la Liga. El final, por más que esté en juego la clasificación para la Supercopa de Arabia en los partidos contra Real, Almería, Rayo y Sevilla, se va a hacer larguísimo.
De aquí a que concluya la Liga el próximo 26 de mayo, el Barcelona se enfrenta a tres semanas de una crítica que afecta a todos los estamentos del club empezando por un presidente, Joan Laporta, que todavía no sabe si LaLiga dará luz verde al regreso de la entidad azulgrana a la famosa regla del 1:1, teóricamente clave en la construcción de un proyecto deportivo que deben liderar Deco y Xavi. Entre otras cosas, porque no ha sacado adelante todavía la famosa palanca de 100 millones de euros de Libero. La figura del presidente está débil, porque se mostró sin respuesta cuando el técnico anunció su adiós en enero; y sobre todo no ha cumplido con la máxima que anunció a bombo y platillo en mayo de 2021. “Perder tendrá consecuencias”, dijo entonces. Hace diez días reformuló su teoría para anunciar que no le dará al gusto a quienes “quieren reventarlo todo”, pero el caso es que la temporada del Barça ha sido pésima para un club con 860 millones de euros de presupuesto. Cierra el curso sin títulos y sin progresos en el “proyecto en construcción” que anunció Xavi. La oposición empieza a moverse con vistas a las elecciones de 2026. Ven un presidente desgastado y debilitado que ha perdido audacia y capacidad de decisión, que a lo más que acierta es a decir “esto no puede ser” a la salida de Montilivi.
El entrenador tampoco está en una posición fuerte. Esta temporada, ya antes de anunciar que se iba, dijo que haría un ‘reset’ a final de temporada si no se conquistaban los objetivos. El 2 de febrero se ratificó en su idea: “Si no se ganan títulos, hay que irse”. Tres meses después, todo ha cambiado. Xavi se ve con fuerzas para seguir y asegura que “no habrá debate” sobre su futuro. Pero eso él no lo puede manejar. Y si su decisión de irse en diferido cogió por sorpresa a la directiva el 27 de enero, también debe saber que su marcha atrás no genera consenso. En la comisión deportiva hay voces que consideran un riesgo que Xavi arranque un nuevo proyecto porque su figura está debilitada desde que anunció que se iba. Es una decisión capital que Laporta tendrá que valorar en las próximas semanas.
Veinte días darán de sí, también, para hablar de casos candentes sobre los que no hay transparencia. El futuro de Araújo, Frenkie de Jong o Raphinha no está resuelto porque el Barça no descarta venderlos. Lewandowski tendrá una ficha altísima el curso que viene y nadie, ni siquiera el entrenador, garantiza su continuidad. Vitor Roque no cuenta para Xavi y también se le busca una salida. Y los Joãos, que acaban contrato porque están cedidos, tampoco saben qué pasará con ellos. Iñigo apenas ha tenido protagonismo y el Barça debe volver a inscribirlo en LaLiga si quiere que continúe. Están pendientes las mejoras de contrato de Lamine o Pau Cubarsí y Xavi volvió a insinuar que no está satisfecho con la plantilla que tiene. “Veremos lo que podemos hacer (por los márgenes salariales) y lo que queremos hacer, sí”, dijo en la sala de prensa de Montilivi. Tres semanas eternas más después de una temporada nefasta en Can Barça.
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