Tchouameni y Camavinga, ‘enemigos’ íntimos

A la derecha de la banqueta, el diestro. A la izquierda, el zurdo. Tchouameni y Camavinga frente al piano, fusionando el himno del Real Madrid con ‘7 years’, de Lukas Graham. “Durante el Mundial teníamos mucho tiempo libre, así que decidimos empezar a tocar el piano. ¡Ahora estamos mejorando mucho!”, explicaba Aurélien. “Yo aprendía con vídeos de YouTube”, añadía Eduardo. “Nuestro grupo se llamaría Tchouameninga”, apostillaban, entre carcajadas, durante una jam session de Mahou. El buen rollo entre ambos es palpable. El propio Real Madrid ha convertido en habituales sus apariciones conjuntas en redes. Tienen feeling. Y gracia. Todo fraguado en una relación derivada en fuerte amistad. Casi inseparables fuera del campo, batallan por ser el ancla de Ancelotti sobre el verde. Son enemigos íntimos.

Cuando amanecía la temporada, en los primeros onces de Ancelotti, coexistían. En los inicios del rombo, Kroos era el recambio, Camavinga el interior y Tchouameni el pivote. En los once primeros partidos del curso, salieron juntos de inicio en ocho. Con el avance del curso, el alemán ha recuperado su preponderancia y ello, con Valverde como elemento inamovible (jugador más utilizado de la plantilla, 3.284 minutos), ha dibujado una lucha entre los internacionales por Francia por ser el stopper de Carletto. Desde el 4-0 a Osasuna el 7 de octubre, sólo se ha repetido esa disposición en una ocasión (1-1 ante el Leipzig en el Bernabeú). No ha sido por falta de ocasiones. Ambos han compartido minutos en 16 partidos. Sólo en la vuelta de octavos de Champions fueron el pivote y el interior de Ancelotti de inicio. Del 72,7% de ese tramo inicial, al 6,25% desde entonces.

Hasta ahora, Aurélien ha ejercido de ‘cinco’ en 21 ocasiones, por las 11 de Cama. Ambos pueden aparecer brillar en otras demarcaciones, pero su posición favorita es esa, la de ancla. “A mí me gusta jugar más de pivote, pero puedo jugar más adelante”, confesaba el de Cabinda. “Ha entendido muy bien lo que necesita el equipo. Parece que siempre jugó ahí. Es muy inteligente. Le he contado que es una emergencia, a ver cuando no lo sea qué me dice de jugar como central...”, analizaba Ancelotti sobre Tchouameni tras su estupendo partido como zaguero en Leipzig. Con sorna, porque es consciente que los 80 millones desembolsados por el de Ruán fueron para sostener la sala de máquinas. Y ahí radica el problema. Carletto debe decidir.

Dos perfiles distintos

Una elección que no es sencilla. Dos futbolistas de físico vigoroso, pero empleado de manera diferente. Mucho más posicional Tchouameni, poderoso en el juego aéreo y seguro en la distribución. Más energético Camavinga, con querencia por la conducción y arriesgado con el balón. Aurélien se impone, prorrateado por cada 90′, en interceptaciones (1,4-1,3), duelos aéreos ganados (2,3-1,2), pases exitosos en campo propio (30,7-27,7) o, por poco, porcentaje de acierto en sus envíos (92,3%-91,7%). Eduardo, en recuperaciones (7-4,3), duelos ganados (9,2-5) o pases en el último tercio del campo (17,1-14,5). Con cifras idénticas en pases largos (2,1) y prácticamente iguales en pases exitosos en campo contrario (31,7 para Cama, 31,2 para Tchouameni). Una ensalada de datos que expone las similitudes y diferencias entre ambos. “Claro que podemos jugar juntos, cuando lo hacemos lo hacemos bien. Vamos a convencer a Carlo”, sonreía a comienzos de marzo Camavinga. El parón (Francia juega contra Alemania y Chile), donde Deschamps acostumbra a dibujar un doble pivote con los madridistas, puede servir de espejo para el de Reggiolo. Pero hasta que lo consigan, son dos hombres, dos amigos, y un destino.

Sigue el canal de Diario AS en WhatsApp, donde encontrarás todo el deporte en un solo espacio: la actualidad del día, la agenda con la última hora de los eventos deportivos más importantes, las imágenes más destacadas, la opinión de las mejores firmas de AS, reportajes, vídeos, y algo de humor de vez en cuando.