Rodrygo cierra el círculo
El brasileño vuelve a EE UU, donde debutó con un golazo de falta ante el Bayern. Tres años después, ya es parte de la columna vertebral del equipo.
“En el Santos las tiraba habitualmente, por eso quise lanzarla. La puse ahí (en la escuadra contraria) porque la barrera estaba muy alta...”. Con sencillez explicaba Rodrygo el 21 de julio de 2019, encogiéndose de hombros, su estreno goleador con el Madrid. De falta directa y en su primer partido. Lo celebró y recibió una reprimenda, pecados de juventud. Un tanto anecdótico en la derrota ante el Bayern en pretemporada (1-3). Pero también una muestra de personalidad en un joven de 18 años que asumía con naturalidad haber ‘obligado’ al club blanco a desembolsar 45 millones de euros por su fichaje. Este jueves se cumplen tres años después. El equipo ha vuelto a Estados Unidos y Rodrygo estrena estatus donde todo comenzó.
En el NRG Stadium de Houston, el de Osasco era una promesa cuyos primeros pasos apuntaban al Castilla. No le impidió alzar la voz en el campo. Quería demostrar que tenía sitio en el primer equipo. Mismo país, distinto reto. Esta estadía será en Los Ángeles y pasará también por Las Vegas y San Francisco, para jugar ante Juventus (madrugada del domingo 31), Barça (domingo 24) y América (miércoles 27). Si en 2019 aspiraba a ganarse el puesto, en 2022 busca volverse indiscutible. El más difícil todavía, un camino que su amigo Vinicius ya ha transitado. Debe seguir su senda y parte con la confianza del Madrid y su sensacional final de temporada pasada para coger impulso.
Rodrygo, como informó AS, se ha ganado renovar hasta 2027, aunque su contrato no expiraba hasta 2025. El gran coste de su incorporación y su edad adolescente le colocaban en la parte baja de la escala salarial blanca, escalón que abandonará en cuanto se haga oficial la extensión. A sus 21 años, ya no es un niño. Ha superado el centenar de partidos con el Madrid (108) y ha sazonado su rendimiento con 18 tantos y 21 asistencias (entre pases de gol y penaltis forzados). Durante sus dos primeras temporadas dejó pinceladas. Véase su hat-trick ante el Galatasaray en Champions en noviembre de 2019. Segundo más joven (con 18 años y 301 días) tras Raúl en conseguirlo en la máxima competición continental y primero en sellarlo de manera ‘perfecta’ (goles con derecha, izquierda y cabeza). Pero no descorchó el tarro de esencias hasta el curso pasado.
Una volea como trampolín
Se echaban en falta actuaciones más regulares, contundentes. De ahí que arrancase por detrás de Asensio en la rotación, tras una campaña 2020-21 con solamente dos tantos, apenas 1.298 minutos y una lesión de muslo que le lastró. Apenas siete titularidades en Liga hasta febrero y en su competición fetiche, tras una fase de grupos ilusionante (dos goles y dos asistencias), era suplente en octavos ante el PSG y se quedaba en el banquillo en Stamford Bridge ante el Chelsea en la ida de cuartos. Pero en la vuelta contra los blues, hizo click. Su volea inició la contrarremontada contra el Chelsea. Fue su primer milagro del curso. El Rayo se disparó.
7 goles y 3 asistencias en ese mes final (de los 9 y 10 totales), con el doblete heroico contra el City, cuando la final de París era quimérica, como guinda. Sin él, no habría Decimocuarta. En competición doméstica fue titular en diez de las últimas 12 jornadas y pinceló otra remontada. Ante el Sevilla en el Pizjuán, hizo el 2-1 y sirvió a Benzema el 2-3 final en un choque que dejó la Liga 35 vista para sentencia. Este verano se ha machacado con su preparador de toda la vida, Marcel Duarte, para seguir su progresión. El Rodrygo que marcó al Bayern pesaba 60 kilos y ya va por 69, en busca de los 71 que tiene como objetivo. Con galones renovados, está listo para romper en crack a tiempo completo. De nuevo, Estados Unidos será la casilla de salida...