Radiografía de un ocaso
Vinicius ha perdido el gol: lleva 17 partidos y 1.334′ sin ver portería. Sólo ha marcado 13 dianas en 2025 y 19, desde el ‘no Balón de Oro’. Está en su peor promedio en un lustro: gol cada 356′
Bailando hasta el Apagón. Es el resumen, con permiso de Vetusta Morla. Vinicius bailó, bailó... y con el tiempo, se apagó. Se quedó sin gol. Nunca fue un killer nato, siempre algo que iba más allá; pero tuvo números notables de cara a puerta. Y no sólo no los ha mantenido, sino que se le han desplomado. Esa es la cuestión. Un asunto ante el que Xabi intenta quitar hierro, pero que es evidente. Irrefutable. Y empieza a ser preocupante. Con ustedes, la radiografía de un ocaso.
Datos, datos y más datos. Vinicius lleva 17 partidos seguidos sin marcar, entre club y selección (14 han sido con el Real Madrid y 3, con Brasil). Su último gol data del 10 de octubre, en un Corea del Sur-Brasil. Y su último con el Real Madrid, del 4 de octubre, frente al Villarreal. Hoy se cumplen 79 días de aquello; 79 días sin celebrar un zarpazo −propio− con el Real Madrid. Acumula 1.334′ sin ver portería, en total (1.116′, si se suman sólo los minutos de club).
Como en sus primeros años
Esta temporada lleva cinco goles, sólo cinco. Cuatro han sido de jugada y uno, de penalti. El promedio es, probablemente, el dato más alarmante. Vinicius está marcando un gol cada 356′. Para entenderlo, dos espejos: la temporada pasada sostuvo uno de 210′ (22 goles en total) y la anterior, la de la Champions de Wembley, de 128′ (24 dianas). En apenas dos años se ha pasado de ese 128′, al 356′ actual. Es su tercer peor promedio, con ficha del primer equipo. Hay que remontarse a sus primeras temporadas, las de los problemas de cara a puerta, para encontrar cifras similares.
Resumen
| Temporada | Goles | Promedio |
|---|---|---|
| 2025-26 | 5 | Cada 356′ |
| 2024-25 | 22 | Cada 210′ |
| 2023-24 | 24 | Cada 128′ |
| 2022-23 | 23 | Cada 206′ |
| 2021-22 | 22 | Cada 194′ |
| 2020-21 | 6 | Cada 453′ |
| 2019-20 | 5 | Cada 363′ |
| 2018-19* | 4 | Cada 435′ |
*Compaginó trabajo con el Castilla y el primer equipo
El 9% del Madrid
En lo que respecta a años naturales: Vinicius sólo ha marcado 13 goles con el Real Madrid en todo el 2025. Y de ellos, cinco fueron entre enero y marzo. El 38%, en el 25% inicial. No ha hecho ningún hat-trick y sólo ha firmado dos dobletes (Salzburgo y Villarreal). Pero la media es desoladora: apenas ha salido a un gol por mes, con el Madrid. Esta temporada ha aportado el 9% de los goles del equipo (5 de los 52). Sólo el 9%.
Algo se quedó en París
Para mayor inri: desde el ‘no Balón de Oro’, ha marcado 19 goles... en 67 partidos. Uno, cada tres partidos y medio. Y de ellos, cuatro fueron en los dos encuentros inmediatamente posteriores, un ademán de rebeldía que, analizado con el tiempo, quedó en trampantojo. Sólo esa temporada, hasta aquel momento, llevaba ocho (en 15 partidos). Y era octubre (el día 28). El ritmo va camino de menguar hasta la mitad. Es irrefutable que algo se perdió en aquella noche. Algo que, tal vez, aún no ha cicatrizado. Vinicius siempre fue mucho más que goles; pero es evidente que se ha quedado sin goles. Y justo ahora, explota el 20-D.
El 20-D
Un polvorín, antes de los polvorones. Aunque podría resumirse en seis palabras, con métrica de promesa: en el 2026, un culebrón hallaréis. De temática reconocible, aparentemente repetitiva; pero ni mucho menos. Lo que sucedió en el Bernabéu, la noche del 20 de diciembre, fue un antes y un después. Una pitada que lejos de medirse con un sonómetro, se pudo con un termómetro. Al rojo vivo. Aún no ha terminado el 2025 y sin embargo, ya hay una tarea pendiente para el año que viene: Vinicius-Real Madrid, objetivo reconciliación. La grieta empieza a ser un homenaje al Gran Valle del Rift. Agrandada por la afición (bronca monumental) y el jugador (eliminando su fotografía con el Madrid en redes). Es un nudo a desenredar. Pero claro, visto lo visto, es el nudo de nudos. Una tormenta antes de Navidad.
Fue un cliffhanger. Y en toda regla. Un recurso narrativo tal vez poco ubicado en su término, pero mucho en su función: cuando la película apunta a terminar con un final cerrado... sucede algo que deja todo abierto para una segunda parte. El Bernabéu fue el studio. Luces, cámaras... y acción. El Madrid ganaba y −aunque de aquella manera− suspiraba. Había sobrevivido a los tres match-ball para cerrar el año sin movimiento en la guillotina. Lo cual no es poca cosa. Tras semanas de runrún, al fin, punto. Ciertos síntomas de alivio, en el vestuario y cuerpo técnico; de calma. De paréntesis, en la afición. Y entonces, cliffhanger.
La gran bronca
Minuto 83: el cuarto árbitro levanta su tabla al cielo y muestra el dorsal 7, en rojo. El del capitán, esa noche. Vinicius, sin ninguna mala cara, enfila la banda. Y entonces... pitada monumental. Ya se habían producido varias antes −sin ir más lejos, durante las alineaciones o la noche contra el Manchester City−, pero habían sido visiblemente minoritarias. Reseñables, pero en su justa medida. Esta fue muy diferente; manifiestamente mayoritaria. Abrumadora. Tanto, que Asencio decidió acercarse a su compañero a chocarle la mano, bajo al chaparrón.
Y el gran calentón
Pudo quedar ahí, pero ni mucho menos lo hizo. El fuego había comenzado y Vinicius debió pensar que lanzar una cerilla era poca cosa. Así que lanzó un bidón de gasolina: quitó su foto de perfil con el Real Madrid, en pleno vestuario del Real Madrid. Probablemente un calentón, pero un gesto muy contundente. Y muy significativo. “No es esta la actitud que esperamos de un tercer capitán”, se decía al micrófono de AS, en los aledaños del Bernabéu. “Si le exigimos es porque sabemos que puede darlo, porque queremos que vuelva a darlo... pero debe saber que lleva un tiempo yendo por un camino equivocado”, se añadía.
Vinicius puso una foto con Brasil, como foto de perfil. Y compartió una publicación suya con el brazalete de capitán y un mensaje tan inexistente, que se volvió existente: “...”. Tres puntos suspensivos. Un ‘sin palabras’, sin palabras. El sábado, el Bernabéu fue severo para recalcar que sus pitos, van hacia él. Cada cual tendrá sus motivos: falta de actitud, ciertas imágenes (las carcajadas en Talavera tras el 2-3) o el bajo rendimiento (van 17 partidos sin marcar, entre club y selección). Pero las protestas convergieron donde convergen en este deporte: melodía de viento.
Clic o crac
Fue un antes y un después. La duda, ahora, es si será un punto de inflexión. Si Vinicius hará clic o crac. Su relación con Xabi Alonso ha mejorado con el tiempo, por ejemplo. De su “me voy del equipo, mejor me voy” en el Clásico; se ha pasado a un abrazo, el sábado. Y todo, pese al ruido que provenía desde las gradas y al potencial descontrol que este podía provocar. No lo hizo... en lo que respecta al entrenador. Ese es un capítulo superado. Sirva como ejemplo de que hay noches que cambian dinámicas. De ahí, la duda tras la del 20 de diciembre.
El ‘caso Tchouameni’
“La afición es soberana, por supuesto; libre de exponer su opinión”, respondió Xabi Alonso en rueda de prensa, para inmediatamente después regatear el asunto. Muy diferente al madridismo a pie de calle: “Los pitos del Bernabéu también hay que respetarlos... y tienen que ser una motivación; no saber eso es no saber lo que es el Real Madrid”. Sucedió con Tchouameni, por ejemplo, en un caso que precisamente ha calado en este libro por su supervivencia a lo que pocos sobreviven: fue pitado por el Bernabéu... y justo ahí, comenzó a salir su mejor versión. Hizo clic, no crac.
Ahora, le ha llegado el turno a Vinicius. Había vivido varias pitadas en Chamartín, pero todas de carácter leve; minoritarias. Lo que sucedió ante el Sevilla fue algo muy diferente. Algo que no se había visto hasta el momento, con él. Una severa reprimenda a su figura. Por X, por Y o por Z; pero sucedió. Y después, aplicó su V de Vendetta. Echó más leña al fuego y agrandó lo que ya es un incendio en toda regla. Fue un cliffhanger. Justo cuando el Real Madrid suspiraba −aunque fuese levemente− y vaticinaba un cierre de año tranquilo −aunque fuese levemente−, sucedió. Como cuando todo parece rumbo a quedar cerrado y justo al final, queda claro que habrá una segunda parte. El 2026 ya tiene su primera patata caliente: Vinicius-Real Madrid, objetivo reconciliación.
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