Quique Flores, el Madrid en el ADN
Jugó dos años en el Bernabéu y su padre, Isidro Sánchez, estuvo allí cuatro campañas e hizo pleno con cuatro Ligas. El entrenador del Sevilla sólo ha ganado una vez en Chamartín... y fue en 2005.
Quique Sánchez Flores se rindió este viernes a los pies del Real Madrid, “un club superadmirable” por su historia pasada y su presente, por sus exitazos en el siglo XX que han tenido continuidad en el XXI. Y, aun sin tener un sentido de pertenencia a la entidad blanca, sí lleva en el ADN mucho madridismo en vena, empezando por su padre: Isidro Sánchez, fallecido en 2013.
Luis del Sol fue el gran valedor y quien convenció a Santiago Bernabéu para que fichara a Isidro del Betis, donde había sido declarado en rebeldía tras no presentarse en la concentración en la víspera de un derbi contra el Sevilla. El Real Madrid lo incorporó por dos millones de pesetas más un jugador de la cantera, que resultó ser un tal Luis Aragonés, una marcha que enfadó mucho al insigne presidente blanco.
Casado con Carmen Flores, hermana menor de la ilustre Lola, Isidro no fue un fijo en el once titular en la campaña 61-62, pero sí se ganó el puesto como lateral derecho en los siguientes dos cursos. Elegante y con calidad para subir y jugar la pelota, se hizo íntimo de Di Stéfano, padrino de Quique, y de Santamaría. Hizo pleno de títulos ligueros los cuatro años que estuvo en Chamartín, y añadió una Copa del Rey y una final de la Copa de Europa; fue víctima de aquella derrota contra el Inter por 3-1 en la 63-64 y jugó poco en la campaña 64-65, la última en el Madrid antes de marcharse al Sabadell, donde se jubiló años después de un choque brutal en la cabeza con el malaguista Migueli y, tras muchas operaciones, terminó por perder el ojo derecho.
El vínculo de Quique Sánchez Flores como jugador del primer equipo del Real Madrid no va más allá de dos temporadas (94-95 y 95-96), 81 partidos y dos goles anotados, aunque muchos antes estuvo en la cantera junto a Manolo Sanchís y su primo Antonio Flores, hijo de Lola. De los escalafones inferiores del club blanco fichó por el Valencia, donde tuvo una dilatada y exitosa carrera desde el 84 al 94.
Como entrenador no se le da nada bien Chamartín. En los nueve choques que ha dirigido al equipo visitante en el Bernabéu, ha perdido siete, empatado uno y sólo ha ganado un vez… en octubre de 2005. En aquella ocasión, Rubén Baraja y David Villa marcaron para el Valencia y Raúl para el Madrid (1-2), en un duelo en el que Cañizares paró un penalti a Zidane. La racha negativa de Quique en el Paseo de la Castellana empeora el deprimente balance del Sevilla, cuyo último triunfo allí data de octubre de 2008. “La estadística está para romperla. Es una hoja en blanco y para ganar al Madrid hay que hacer un gran partido, tener una pizca de suerte y aprovechar tus momentos”, argumenta Quique, ansioso por virar el rumbo propio y el del Sevilla en la que fue la casa de su padre y la suya también.