Pepelu: “Ser un líder es algo que llevo dentro”

Pocos le conocen como José Luis García Vayà, pero cada vez son más los adeptos a Pepelu. Tiene solo 25 años y sin embargo es el hermano mayor de La Quinta del Pipo, (Guerra, Fran Pérez, Diego López...). Lleva apenas cinco meses en Mestalla, si bien, Baraja ya le defina como el “líder silencioso” del vestuario, su prolongación en el césped, el motor de un Valencia que llega al Bernabéu sin complejos y sin pensar en nada más que fútbol y menos del caso Vinicius.

¿Le sorprende que esté sorprendiendo su rendimiento?

A mí no. El trabajo da sus frutos y lo que estoy es muy agradecido a mis compañeros.

¿Qué se ha encontrado en el Valencia?

Lo que venía buscando: una exigencia diaria, una ambición. Veo un vestuario con mucha hambre, lleno de gente joven.

Baraja le define como “líder silencioso”.

En el campo hay mucho jaleo, se me oye poco (ríe). Mis compañeros saben que no soy tanto de hablar, o no tanto como Baraja me pide, soy más de gesticular. Pero para mí es importante que míster piense eso de mí.

¿Ser un líder lo lleva de serie o es exigencia de Baraja?

Es algo que siempre me ha salido, lo llevo dentro. Quiero ser un líder dentro del campo. Es verdad que desde el primer día el míster me lo pidió y ojalá los compañeros sientan conmigo una ayuda en el campo.

¿Esperaba caer tan de pie como ha caído en el Valencia?

Uno piensa muchas cosas cuando llega a un sitio nuevo: cómo vas a ser recibido, qué puedes aportar... Los cambios siempre son difíciles, pero me sorprendió lo fácil que fue todo. Me recibieron con los brazos abiertos, me hicieron sentir uno más desde el primer día y eso me ha permitido ser yo mismo. Ese recibimiento me hace estar feliz dentro del campo y eso ayuda a dar mi mejor nivel.

Se le ve una química especial con Gayà…

Hay buena relación. Nos conocemos hace tiempo. Yo soy de Denia y él de Pedreguer, están cerca nuestros pueblos. Pero ya te digo que no solo con Gayà, que obviamente también y es especial porque es el capitán. Pero el primer día que llegué ya tenía reservado un sitio en el vestuario y esos detalles hacen que te sientas uno más.

¿Se siente un hermano mayor de la Quinta del Pipo?

(Ríe) Lo hemos hablado. Soy joven, tengo 25 años, pero soy de los veteranos. Trato de ayudarles en todo lo posible, porque he tenido su edad y estar ya en el primer equipo, pues es mucho. Si necesitan consejos y ayuda, estoy ahí. Y si ellos me hacen caso, tan contento.

Quienes le conocen destacan su doctrina castrense en lo relativo a sus rutinas…

No te han mentido. La verdad es que soy una persona muy maniática. Hoy en día en el fútbol la exigencia es máxima. Tengo rutinas de alimentación, de descanso, de sueño... que cumplo al milímetro.

¿Todo lo tiene programado?

Todo.. y me está yendo bastante bien. Si tengo que dormir tantas horas y llegamos tarde por un viaje, hago más siesta. Cuido mucho la alimentación, el trabajo regenerativo…

Se dice que es el ideólogo de las bicis estáticas en el vestuario de Mestalla…

(Ríe). He leído esa leyenda… El club ya las tenía, no las compró por mí, aunque sí es verdad que les dije que era importantísimo ponerlas en el vestuario, porque la recuperación empieza en cuanto pita el árbitro: la bicicleta, el agua fría…

Su afición cruza los dedos para que no se lesione…

Ojalá no me lesione ni yo ni nadie, porque todos somos importantes. Toco madera.

¿Llega bien al Bernabéu? El cambio en el 88′ contra el Granada con 1-0 no fue normal…

Sí, sí. Estoy como siempre.

¿Es un partido para que disfruten los chavales?

Para disfrutar, sí, y también para salir a ganarlo.

Tienen una plantilla corta. Lo dice el propio Rubén Baraja. ¿Cómo van de piernas? Porque van a tener que correr mucho en Madrid.

Somos gente joven, así que vamos bien. Y en ese escenario… Nuestra energía y ambición es demostrar que podemos competir contra cualquier rival y en cualquier escenario.

De la última vez que visitó el Bernabéu no guarda grato recuerdo..

Solo he jugado una vez allí (con el Levante) y fue una experiencia malísima. Salimos goleados y matemáticamente en Segunda. Pero el pasado ya no se puede cambiar, ahora es otra etapa. Voy con ilusión de hacer un buen partido.

¿Y qué partido esperan?

Complicado. Nos centramos en nuestras virtudes. Tenemos una identidad que se empieza a conocer en la liga: un equipo valiente, atrevido y vertical.

El duelo viene marcado por el caso Vinicius, ¿les pueda afectar lo sucedido en mayo?

La verdad es que no. En el vestuario solo se habla de lo deportivo. Sabemos que hay cosas extradeportivas, pero nos centramos en llevar el partido a lo que hemos trabajado.

¿Les preocupa que Vinicius tenga motivación extra?

Nos preocupa toda su gente de ataque. Son diferenciales. Vinicius lo es. Pero sus virtudes las sabemos, las tienen de serie; la clave es que seamos difíciles de batir, que concedamos poco como hasta ahora.

¿Cómo se frena a Bellingham?

Hay que pararle a él y a unos cuantos más. Sus números son excepcionales. Hay que ser un equipo compacto, con la ayuda de todos, así es como se puede frenar a Bellingham o al que se ponga por delante.

¿En su rutina hay hueco al análisis táctico?

Sí. Trabajo con analistas personales para ver en qué puedo mejorar. Y el cuerpo técnico nos lo deja todo masticado.

¿En qué le beneficia que Baraja fuera mediocentro?

En mucho. Él se siente más identificado, sobre todo en las sesiones de vídeo. Nos da consejos, tiene una experiencia brutal. Sus pinceladas son claves.

Su padre también fue mediocentro…

Así es. Pero sus palabras son de padre. Él deja los consejos para el entrenador. Me dice que disfrute, me anima y apoya. Él sabe que he tenido momentos malos y ahora que me vienen bien dadas… me dice que disfrute al máximo.

¿Qué etapa de tu vida le ha marcado más?

Cuando llegué a Portugal, al Tondela. Esa época me cambió la mentalidad. Era la primera vez que estaba en la élite y todo era una experiencia nueva. Nacho González (su entrenador) me ayudó mucho. Ahí hice clic en todo: en lo físico, lo táctico y lo mental. Empecé a sentirme de verdad profesional.

¿Cómo acaba en Portugal y en un club como el Tondela, de una ciudad de 5.000 habitantes?

Pues fue todo un poco extraño, la verdad. Yo quería dar el salto al fútbol profesional. Aquí en España ese año por circunstancias había pocas opciones o ninguna. Pero en Portugal estaba Nacho, con el que había coincidido en Segunda B. Se pudo concretar mi salida y tengo claro que acerté en lo profesional y personal, porque fueron tiempos difíciles que me hicieron más fuerte. Allí pasé la pandemia: solo, en otro país, con veintipocos años… aquello me curtió.

¿Hasta dónde puede llegar este Valencia?

Nuestro objetivo es ser mejores cada partido. El límite lo veremos con el paso de la Liga.

¿Les molestó o les sirvió de aliciente que se dijera durante el verano que esta era la peor plantilla de la historia del Valencia?

Bueno, en verano se hablaba de muchas cosas, pero más por cuestiones extradeportivas. Nosotros eso lo dejamos apartado, a un lado. Tener un vestuario tan joven, tan sano, hace que no nos pongamos límites y tengamos una ambición por las nubes. Es una de las fuerzas del Valencia, la energía y vitalidad que tenemos, que no nos pone límites.

Usted tampoco se pone límite con la Selección…

Es uno de mis sueños. Cada partido me siento mejor y ojalá llegue esa llamada. La espero y la deseo.

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