Mucho ruido, poca nuez

Frótense los ojos, pellízquense si quieren, pero nada cambiará el 0-0 del marcador. Aunque este fuese un partido para todo menos para el 0-0. La goleada atlética. El primer tanto en la temporada para el Espanyol. Para todo menos para lo que esta noche de miércoles en el Metropolitano ocurrió. Salía el Espanyol con tres hombres atrás y dos en el carril para abarcar campo, pero se encontró con un Atleti que le recibió saltándole encima. La presión altísima con la que brotó, enseguida fueron manos al cuello para los hombres de Manolo González que, asfixiados, solo veían cómo les silbaban balones cerca. Por hierba y aire, de córner y centros laterales. Por todas partes buscando la portería de Joan. Y luciendo fondo de armario.

Porque mientras Grizi, Barrios y Llorente observaban todo de lejos, desde el banquillo, en la hierba estaba Koke y De Paul girándose y ordenando cómo ir a la presión, estaban Riquelme y Lino provocando un caudal a la izquierda y estaban Julián Alvarez y Sorloth en punta. Estaba hasta Nahuel de vuelta pero entre tanto juego y balones llovidos ni desentonaba aunque siga igual.

De su bota brotó el gong. Fue a los cinco minutos, en un córner que el Atlético sacó en corto y que el argentino lanzó fuera. Era la señal. Al ataqueee. El Atleti empezó a robar y atacar, a robar y toc-toc a la puerta de Joan. Un minuto después, la Araña remataba de primeras un centro de Roro que el portero del Espanyol sacaba a bocajarro con paradón. Dos, lo hacía Lino, pero al palo. El Espanyol solo veía a su alrededor hombres correr, números a la espalda como los pajaritos que se pintan mareando las cabezas en los cómics. El Atleti ejecutaba, desde el fútbol, la coreografía del vendaval. De Paul enviaba al área cada balón con papel de regalo hacia la cabeza de Sorloth. Todo era perfecto, todo, salvo el final: ocho disparos, todos casis, todos nada. Mucho ruido, poca nuez. La segunda que la Araña intentó se fue desviada también.

Tardó 23 minutos el Espanyol en sacar un córner, 25 en sobrepasar la línea del centro. Los equipos se iban a beber agua en el 30, después de que Sorloth cruzara demasiado el noveno remate. La orden de Manolo García en la pausa fue clara: no dejar a Koke y De Paul tan sueltos, tan cómodos. En cuanto regresó el juego el partido vivió su ocasión más clara. Del Espanyol, por supuesto.

Tejero centró raso, Kral intentó rematar pero solo rozó. La pelota se le quedó franca a Puado, pero su remate se fue alto, contagiado de la tónica en el partido: ninguno de los hombres que lo jugaban parecían saber que una pistola, cuando se saca, es para disparar de verdad. Otro partido había comenzado, distinto, más cerca del que Manolo González había imaginado: el Espanyol se levantó sobre Aguado y empezó a trenzar transiciones rápidas. El Atleti se quedó sin aliento. Solo Sorloth, que llegó al descanso rematando balones de cabeza sobre la portería de Joan, recordó la avalanchaaa de los minutos que no volverían.

Simeone pitado por el cambio de Sorloth

Nada más regresar el partido, Simeone hizo un triple cambio: se acababa el descanso de Grizi, Barrios y Llorente. El Espanyol los recibió con un disparo de Aguado desde la frontal y Riquelme respondió abriendo la lata. Al fin. Fue en un barullo, después de que Koke no atinara en un centro de Barrios. Pero ese gol duró poco. Los tres minutos de intriga de VAR: Roro estaba en fuera de juego. El 0-0 había vuelto. A la hora Manolo González estrenaba en un doble cambio a Cheddira, que saludaba al partido y a la Liga con una ocasión. La detuvo Oblak, claro. Simeone agotaba los cambios entre silbidos, tras quitar a Sorloth y poner a Reinildo antes de la pausa de hidratación.

Un parón que no cambió lo que vino después, aunque con sus órdenes lo intentara. Que Barrios girara, que Llorente recibiera de frente, que los de atrás defendieran, aunque, tras el verano de los fichajes millonarios, solo Le Normand era nuevo. El resto, los mismos, los del año pasado. Al Cholo no le funcionaría ni la carta de Correa. El único puntín que hubo fue el del Espanyol, primero en la Liga. Por mucho que Roro volviese a marcar en la última jugada. Por supuesto, subió el banderín. Por supuesto, el 1-0 del luminoso bajó. En el 0-0 eterno. Por mucho disparo que hubiera. Pellizco. O frotar de ojos.

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