Míchel esquiva las balas
El técnico del Girona, pese a los malos resultados, mantiene su crédito, pero la afición empieza a pasar facturas.
Corren tiempos muy revueltos en el Girona. El equipo no carbura, se amontonan los malos resultados y el ambiente empieza a caldearse. Con razón. Los rojiblancos solo han sumado un punto de 15 posibles y todo lo que le puede salir mal, sale. Contra el Levante fue una gota más, con la derrota por 0-4 y las dos expulsiones (a Witsel y Vítor Reis). Las sensaciones que está ofreciendo el bloque de Míchel son preocupantes y salir del túnel se antoja misión imposible.
Y es que el problema se arrastra de la temporada pasada. Tanto que en los 21 últimos partidos de Liga el balance ha sido de solo dos victorias, cinco empates y 14 derrotas. Para ver la última vez que el Girona ganó toca irse hasta el curso pasado, al 13 de mayo de 2025: contra el Valladolid (0-1). Son demasiados malos resultados como pensar que es solo cuestión de mala suerte. Algo lleva fallando desde hace tiempo y este curso, el pozo en el que está metido el equipo es tremendamente profundo.
Porque es colista, con una diferencia de goles sangrante: -13. No hay manera de encontrar cosas positivas a las que agarrarse y el pasado encuentro ante el Levante hizo explotar a la afición. Tras el 0-3, en Montilivi se escucharon gritos de “directiva dimisión”. Y se fueron repitiendo hasta el final del encuentro. Incluso fue llamativo cómo muchos aficionados optaron por abandonar el estadio en señal de protesta mucho antes del pitido final.
Protestas hacia el palco, no hacia el banquillo
Eso sí, todas las miradas y la ira se dirigieron hacia el palco, ninguna al banquillo donde Míchel, de momento, tiene el crédito intacto. En este sentido sí se está teniendo memoria y paciencia y el entrenador no aparece en el centro de la diana. No se le señala como el culpable de la situación. Es más, se confía en él y se considera que si alguien puede encontrar de nuevo el rumbo es él.
Un cambio de técnico ni se plantea pese a no haber ganado todavía tras cinco jornadas de Liga. Es más, Míchel tras el duelo ante el Levante comentó que “yo no estoy preocupado por mí. Estoy trabajando mucho para cambiar esto y creo que se podrá hablar al final de temporada. Ya dije que el tiempo pone a cada uno en su sitio”.
Veremos, si se mantiene la racha, cuál es el suyo (su tiempo) y el de un equipo al que el fútbol está empeñado en darle golpes de realidad y en mostrarle el camino hacia la humildad a base de golpes. El martes visitará al Athletic y el viernes recibirá al Espanyol. Susto o muerte, pero toca sumar puntos, que es lo único que devolverá la confianza y la calma a un club que está pasando por un pésimo momento y recuerda demasiado a aquel que descendió el curso 2018-19. Por aquel entonces, a Eusebio Sacristán se le aguantó toda la temporada.
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