Mal bagaje, buenas sensaciones

Los últimos resultados del Girona no han sido buenos. Derrota en Getafe por 3-2, derrota ante el Atlético de Madrid por 0-1 y empate a dos ante el Rayo Vallecano. Pero quedarse solo en el uno de nueve en estos tres último partidos sería, además de resultadista, reduccionista. El equipo ha crecido en ellos, ha generado fases de buen juego y, pese a los resultados, las sensaciones son positivas. Encaran el parón con confianza, a cinco del descenso y a cinco de la séptima plaza, conscientes que solo depende de ellos acabar la temporada de la mejor manera posible. Europa está lejos y nunca ha sido el objetivo, pero el el Girona tiene en su mano transitar por el final del campeonato con mucha tranquilidad.

El inicio de esta serie de partidos fue desastroso. La primera parte ante el Getafe fue simple y llanamente de las peores de la temporada, yéndose al vestuario con un 3-0 en contra. Se repitieron los males de no hace muchas semanas ante el Cádiz, cuando los de Míchel ‘tiraron’ la primera parte del partido. Pero a partir del descanso ante los madrileños, el equipo ha ido para arriba. Jugaron una segunda parte mucho más sólida aunque no les alcanzó para remontar el partido. Lo mismo pasó ante el Atlético. Un buen partido, serio, que se vio empañado por un gol en el descuento de Morata. Cosas que pueden pasar. Contra el Rayo el Girona pudo perfectamente ganar si se hubiese pitado un penalti, bastante claro, por manos de Salvi que el VAR ni revisó.

Paradójicamente, estos malos resultados no les han acercado al descenso. El Girona mantiene el margen de cinco puntos que tenía antes de estos tres partidos, lo que evidentemente les da cierta tranquilidad. Un margen que curiosamente también tienen por arriba. Están a cinco puntos de la séptima plaza. Por eso, el partido ante el Espanyol puede ser clave para definir el futuro a corto y medio plazo del equipo. Una victoria les obligaría a mirar hacia arriba mientras que una derrota les volvería a meter en la lucha por evitar el descenso.