Los cuatro intocables de Giráldez

Claudio Giráldez está cimentando su nuevo proyecto en cuatro futbolistas fundamentales, uno por línea. Se trata de Vicente Guaita, Óscar Mingueza, Fran Beltrán y Iago Aspas. El portero continúa manteniendo la fiabilidad que transmitía con Benítez, mientras que los tres jugadores de campo han dado un importante salto en sus respectivos roles tras la llegada del nuevo técnico. A continuación, analizamos individualmente el rendimiento de los cuatro pilares básicos del plan Giráldez.

Guaita: Fue providencial en Sevilla y transmitió mucha seguridad frente al Rayo. En el debut de Giráldez sostuvo al equipo en el peor momento, con dos paradas extraordinarias. La gran diferencia con el nuevo entrenador radica en el juego de pies. Ahora se ve obligado a participar mucho más en la salida de balón y lo está haciendo con templanza. Se ha adaptado perfectamente a esta nueva exigencia.

Mingueza: Por fin ha llegado un entrenador que lo devuelve a su posición natural, la de central. Tiene un papel determinante en la salida de balón, donde su calidad y su visión de juego le permiten al Celta romper líneas desde atrás. También es una solución para la ejecución en el balón parado, como se vio en el partido contra el Rayo con un gran centro que acabó en el gol anulado a Jailson. Además de todo este repertorio, no ha mostrado fisuras en la retaguardia.

Beltrán: El más beneficiado de la plantilla. La llegada de Claudio Giráldez ha transformado al madrileño, que ha pasado de jugar con miedo, abusando continuamente del pase de seguridad, a ser vital en la circulación. Esto sumado a su innegociable esfuerzo físico, siendo siempre el primero en llegar a las ayudas defensivas, le convierten en indiscutible para Giráldez. Ha crecido mucho con el cambio de entrenador.

Aspas: El reflejo de la felicidad. El estilo de Giráldez encaja a la perfección en su idea de entender el fútbol y eso se nota en el campo. Goza de mayor libertad para sacar a relucir su talento, sin tantas obligaciones defensivas y se juega a lo que le gusta, tener el balón y buscar la portería contraria. Sin dosificación, está resultando clave en los minutos finales. Ante el Sevilla fue fundamental para perpetuar la posesión y así maniatar a los rojiblancos, mientras que contra el Rayo provocó un penalti que el árbitro y el VAR decidieron obviar de manera incomprensible.

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