VALENCIA

Lim lleva al Valencia al límite

Por segunda vez en su historia, el Valencia llega a la última jornada con opciones matemáticas de descender. El equipo tiene que dar gracias a varios goles en el descuento.

Biel AlinoEFE

El Valencia se ha acostumbrado a viajar a Sevilla para disputar finales, aunque la de esta ocasión es de otra índole. Las probabilidades de descenso del cuadro blanquinegro son ínfimas (1%) y su peor escenario pasa solo por dos combinaciones y una sucesión de resultados: un triple empate a 41 con Cádiz y Getafe o un cuádruple empate a 41 puntos con Cádiz, Getafe y Almería. Pero, sean muchas o pocas sus posibilidades de regresar a Segunda 37 años después, en el que sería el segundo descenso del club desde que llegó a la élite en 1931, la realidad es que el Valencia de Peter Lim llega a la última jornada del campeonato sin la permanencia asegurada.

Solo en dos ocasiones en sus 104 años de historia, el Valencia saltó al césped en el último partido de Liga jugándose su ser o no ser en Primera. En esos dos precedentes no se cuenta la temporada de su único descenso a Segunda (1985/86), dado que entonces consumó su adiós de Primera en la penúltima jornada, ni tampoco el curso posterior a su ascenso (1987/88), cuando evitó en la última jornada tener que disputar un playoff por el descenso, si bien, ese día no corrió peligro de descenso automático como ahora es el caso. Así que hay que remontar a hace 40 años para encontrar al Valencia peleando por evitar caer en el infierno en la última jornada.

Cuando las carambolas jugaron a su favor

Entonces, final de Liga de la temporada 1982/83, las carambolas jugaron a su favor. Fue la jornada del famoso gol de Miguel Tendillo. El Valencia tenía que ganarle al Real Madrid, que con un empate era campeón de Liga, y esperar a su vez a que Las Palmas perdiera contra el Athletic y el Celta, contra el Valladolid. Los tres resultados se dieron y Mestalla festejó por todo lo alto la salvación. El Valencia no se había visto en una igual a esa desde hacía 50 años, desde el 26 de marzo de 1933, cuando se jugó la vida en Primera contra el Alavés en el feudo vasco.

La Primera División la formaban entonces 10 equipos y el Valencia y Alavés ocupaban los puestos 9º y 10º llegados a la última jornada. Solo descendía uno y los valencianistas aventajaban en un punto a los vitorianos. El partido acabó con empate a uno, goles de Juan Costa, que adelantó al Valencia, y Euskaldona, que igualó de penalti. Ese reparto de puntos mandó a Segunda al Alavés y permitió a un Valencia, pipiolo en Primera -era su segunda campaña en ella-, consolidarse en la categoría.

El Valencia, este curso, ha desaprovechado dos ocasiones, Mallorca y Espanyol, de sellar matemáticamente su permanencia y por ello el equipo de Baraja tiene que preparar el duelo ante el Betis como una final. Y podría haber sido peor para sus intereses de no haber llegado el gol de Samuel Lino en el minuto 93 del partido contra el Espanyol. Ese gol in extremis solo viene a refrendar que Lim lleva al Valencia al límite.

De aquellos lodos estos barros y de su gestión en los últimos cuatro años, la realidad del club hoy en día. El Valencia se ha ido descapitalizando de sus principales activos cada año y sus refuerzos han llegado a cuentagotas y la mayoría con el cartel de cedidos. Pero ese análisis merece artículo aparte. La realidad de este año es que el Valencia tiene que dar gracias a varios goles en el descuento (Valladolid, Celta o tanto en la primera vuelta como en la segunda al Espanyol) y también a la explosión de canteranos que a priori no estaban llamados a ello, aunque Lim ha exprimido tanto la plantilla y la ha reforzado tan poco que Baraja tuvo que apostar por unos jóvenes que le están cumpliendo con creces.

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