Larsen rompe el hielo

Vio el balón en la red y no se lo creía. Se tomó un segundo para pellizcarse, comprobar que era todo real y legal y entonces se liberó, soltó toda su rabia interna y lo celebró con los suyos, que le pusieron un casco vikingo a modo de bautizo. Después de más de 800 minutos, Larsen al fin abrió el famoso bote de kétchup. Un gol que sirvió para sumar un punto, el mínimo premio al gran partido realizado por el Celta.

Y eso que el Villarreal se presentó en Balaídos dando un zarpazo. A Gerard Moreno le bastó un balón llovido, de espaldas a la portería, para inventarse un gol mágico. Hizo un control imposible antes de tumbar a Marchesín de un zurdazo. A partir de ahí, el partido se tiñó por completo de azul celeste. Veiga, que ya había probado a Reina en la jugada anterior al gol de Gerard, estuvo a punto de marcar en la acción posterior al 0-1. Aspas también se quedó cerca de firmar un golazo después de dejar sentado a Mandi tras un taconazo de Veiga, pero Reina se interpuso en el camino. El veterano guardameta estuvo inspirado en Balaídos, con varias intervenciones de mérito. La última antes del descanso fue para despejar el típico disparo envenenado de Óscar.

El paso por vestuarios no varió un ápice la tendencia, aunque Morales pudo sentenciar con un gran tiro que repelió el larguero. A partir de ahí, vendaval celeste. Larsen empató la contienda tras un genial servicio de Veiga y el gol fue un efecto dominó. Las ocasiones fueron infinitas, algunas de ellas muy claras. De la Torre, Unai, Carles Pérez, Tapia, Mallo... Todos estuvieron a centímetros de ser héroes. Pero la pelota no entró. Dulce punto amarillo, amargo para el Celta.