Larsen descongela la pólvora
El delantero noruego del Celta se ha transformado con Rafa Benítez. Fue héroe en la victoria de su equipo contra el Almería y acaba de estrenarse como goleador con Noruega.
Jorgen Strand Larsen es un nórdico atípico. Su sonrisa extrovertida conquistó enseguida a la parroquia celeste hace un año. También su juego, casi incompatible con su altura. En su debut en Balaídos derribó a los jugadores del Cádiz como si fueran bolos, asistió a sus compañeros al estilo Laudrup y sólo el palo evitó un estreno redondo con gol. Y ese fue su gran problema, el tortuoso camino hasta la fábrica de la pólvora, su ingenuidad dentro del área. Cada partido sin marcar era una piedra en la mochila, hasta el punto que la eterna sonrisa se convirtió en un torcido gesto que reflejaba ansiedad. Llegó como fichaje estrella y acabó como suplente en un primer año para olvidar.
En lugar de dar el caso por perdido, Rafa Benítez abrió la carpeta de Larsen para convertirlo en un reto personal. Desde el primer día trabajó con él la finalización, insistiéndole que tuviera mayor convicción para buscar el tiro raso ajustado al palo, el famoso “bottom corner” que le suspira en cada entrenamiento. Porque en el tono también está la clave, tal y como reconoció el propio Larsen esta semana: “No se vuelve loco si las cosas no salen como él quiere. Se lo toma con calma y trata de mostrarnos el camino correcto. Así es como mejor se aprende. No quiero un entrenador que simplemente me grite”, declaró en su país después de estrenarse como goleador en la selección noruega.
Las clases particulares de Benítez han servido para que Larsen descongelara la pólvora. Además de marcar con Noruega, también ha visto puerta con el Celta con ese gol ante el Almería que refleja la lección aprendida; disparo raso y ajustado al palo, el clásico ‘bottom corner’. Esta tarde será un fijo en ataque junto a Aspas, con la portería de Balaídos ya entre ceja y ceja.
En el carril opuesto circula Muriqi, que aún no ha marcado en Liga y ha fallado dos penaltis. Rompió esta mala racha en el parón al marcar dos goles ante Suiza con Kosovo. En el último partido, contra Rumanía, fue expulsado por doble amarilla antes del descanso en un partido marcado por conflictos políticos: Rumanía no reconoce a Kosovo como nación.