La vida risquera

Aunque haya quien la pudiera llamar Triana Alta, la gentrificación no ha inundado por ahora San Nicolás. Tiempo habrá —grita Guanarteme desde la otra punta de la ciudad—. Así que todavía, la vida risquera y sus gentes siguen dominando desde lo alto al señorial barrio de Triana en Las Palmas de Gran Canaria. Mientras sus ojos miran hacia abajo al casco antiguo y se llevan las mejores vistas, sus pies se posan sobre toneladas de olvido y montañas de carisma.

Más allá de lo pintoresco y la altura del colorido cerro como si fuera un ave caribeña, el barrio fue clave en la defensa de la ciudad atlántica. Desde la corona del risco de San Nicolás, la Punta de Diamante, hasta la base en el Castillo de Mata, los risqueros no sólo aportaban mano de obra, sino que además guardaban posiciones en su patio trasero. Así pues, parte de la prosperidad de los comercios trianeros, venían salvaguardados de ataques piráticos en buena medida por la estructuras de vigilancia de sus vecinos.

Esa seguridad que generaban la vivacidad de los bastiones risqueros, tiene trazas en la defensa que la U.D. está proporcionándose a sí misma esta temporada. Lo paradójico de un equipo que amasa la pelota siempre, salvo una vez —ante el Barcelona—, como medida de autoprotección. “En el descanso hemos insistido en que si tenemos el balón es más probable que no nos enseñe tarjetas [...] y que pudiese ocasionar esa segunda amarilla”, confesaba García Pimienta tras el partido ante el Villarreal cuando era cuestionado sobre cómo gestionar una defensa bajo mismo y con tres amonestaciones en 45 minutos.

Pero no solo se alimenta de posesión el alma zaguera amarilla. Como la calle Primero de Mayo, la misma que separa a un paso el risco de San Nicolás de Triana. En Siete Palmas, la defensa vive en otro filo, el del fuera de juego. “Hemos fallado en el pase en profundidad”, comentaba Xavi Hernández tras el partido en Gran Canaria. La táctica culé fue clara, la espalda de la defensa de los Suárez, Coco, Mármol y Cardona.

No se sabe el plan era que el balón en largo de los catalanes fuera recursivo o predefinido, lo factual fue que los amarillos del otro Xavi, García Pimienta, adelantaron tan bien la última línea que dejaron a los blaugranas hasta en catorce ocasiones en fuera de juego. El máximo del año en Primera División.

Y lejos de ser una golondrina perdida, ante el Villarreal el plan del equipo capitaneado por Kirian, no parecía cambiar ni un punto. Disfrutar la vida en el risco. Los ocho offsides que le sacaron al submarino castellonense solo han sido superados por los catorce del Barcelona en Gran Canaria y por los diez del Atlético en Getafe.

Estos 22 fueras de juego en los últimos partidos, se unen al resto de la temporada para convertir a la U.D. en el equipo que más provoca en toda la liga, 95. Algo que lejos de ser algo novedoso, es una herramienta que viene siendo utilizada por García Pimienta desde su llegada a Gran Canaria hace tres años. La temporada pasada, sin ir más lejos, solo el Granada provocó más 135, frente los 133 de los amarillos.

Tirando de hemeroteca, en la previa del partido ante el Málaga del campeonato 2021-22, Eric Curbelo, zaguero factótum en aquellos tiempos ilustraba su visión sobre el fuera de juego y el posicionamiento de su línea: “El tema de tener la defensa alta y de aguantar, es correr un poco de riesgo porque los delanteros son muy rápidos pero creo es algo que nos beneficia y que nos da mucha vida”, explicaba el satauteño el 3 de mayo de 2022.

Mucho ha llovido, o no, pero Las Palmas sigue teniendo claro su plan. Y un 3-0 a favor ante el Villarreal no lo cambió y mantuvo la defensa alta. Aunque no por ello se quedó satisfecho el entrenador amrillo. “En un partido que vas ganando 3-0, la portería tiene que quedar cubierta. No tienen que generarnos ni una ocasión de gol y [...] el Villarreal ha llegado con cierta facilidad al área y ha finalizado acciones”. Los recuerdos de Cádiz, Athletic y Barcelona siguen picando.

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