La revancha de Gündogan

Aunque el MVP de la semifinal de la Supercopa contra Osasuna se le concedió al holandés Frenkie de Jong, Ilkay Gündogan dio un recital en el Al Awwal Stadium de Riad. Firmó unos números espectaculares. El alemán fue el futbolista que más ocasiones generó del Barça, seis, el doble que el mismo De Jong. Además, junto a Lewandowski fue quien más remató a puerta (2), el que más balones recuperó junto a Christensen (7), y el segundo que más pases completó en el último tercio del campo (22), pese a que jugó más retrasado que el resto de centrocampistas azulgrana.

Así, Gündogan se planta en la final en un momento aparentemente dulce y con la oportunidad de ganar su primer Clásico en partido oficial como jugador del Barça. La derrota en LaLiga (1-2) le dolió hasta el punto de generar una buena polvareda en Can Barça. Frustrado después de haber marcado el 1-0 al principio del partido y ver cómo el Madrid remontaba y se llevaba los tres puntos de Montjuïc casi sobre la hora, ‘Gundo’ se explayó ante los medios. “No vine aquí para perder este tipo de partidos. Yo también tengo responsabilidad como jugador veterano para no permitir que el equipo deje que pasen estas cosas. Necesitamos resistencia. Quiero ser honesto, pero sin pasarme. No quiero decir algo erróneo, siendo sincero, pero estaba en el vestuario y obviamente la gente está disgustada, pero después de un partido tan importante y un resultado así de injusto me gustaría ver más frustración, enfado y decepción. Y esto es parte del problema. Tienen que aflorar más emociones cuando pierdes, cuando sabes que puedes jugar mejor y hacerlo mejor en ciertas situaciones, y no reaccionas”.

Según trascendió posteriormente, al ex capitán del Manchester City, uno de esos tipos de liderazgo silencioso, no le gustó ver a ciertos futbolistas que parecían olvidar rápido la derrota en el vestuario y que, pocos minutos después, ya estaban a otra cosa”. Por eso explotó ante los medios. Xavi le justificó y dijo entender sus manifestaciones, pero en la opinión pública su sinceridad generó controversia. Muchos aplaudieron su toque de atención. Otros consideraron que debería haber lavado los trapos sucios en el vestuario.

Aquel episodio pasó, pero en cierto modo tuvo que pagar la factura. La afición está escrutando desde entonces con lupa su rendimiento y, pese a que está firmando una temporada notable, una encuesta a los socios publicada en Mundo Deportivo esta Navidad le situaba como el fichaje peor valorado de la temporada (5,58 de nota media), por detrás de João Félix (6,27), Cancelo (6,82) e Iñigo Martínez (7.07). Un resultado sorprendente y tal vez injusto que, por lo visto, no ha afectado en nada al rendimiento de un jugador que está poniendo al equipo por delante de todo. Acostumbrado a jugar más adelante la temporada pasada en el Manchester City, ha retrasado unos metros su posición en el Barça debido al adiós de Busquets y el bajo rendimiento de Oriol Romeu. Lo ha hecho con profesionalidad y acierto. Contra Osasuna dio su séptima asistencia de la temporada, esta a Lewandowski. Ha firmado, además, tres goles. Uno de ellos, de penalti, le dio el triunfo en Las Palmas al Barça. Dos asistencias suyas (Osasuna, Real Sociedad) han producido cuatro puntos más. También le dio a Pedri el pase que abrió la lata ante el Cádiz casi al final de la segunda jornada de Liga (2-0 final).

Contra Osasuna estuvo omnipresente. En la final de la Supercopa tendrá uno de esos desafíos que hablarán de su estatus real actual. Se mide a un Madrid con centrocampistas de todas las caras. Fueras de serie técnicos como Kroos y Modric; nuevos fenómenos como Belingham y jugadores eminentemente físicos como Valverde y Tchouameni. Necesitará ayuda, pero si hace falta, como este jueves, se multiplicará para intentar llegar a todas partes.

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