La montaña rusa de Bono
El error que costó a Marruecos un gol de Brasil pone en evidencia el mal momento del portero del Sevilla, que parece haber perdido su ángel de los últimos años.
Un más bien inocente y bastante lejano disparo de Casemiro acabó convirtiéndose en el momentáneo empate de Brasil ante Marruecos el sábado en Tánger, aunque los norteafricanos acabarían ganando el encuentro. Bajo los tres palos se encontraba el sevillista Yassine Bono, incapaz de atrapar la pelota y que no acostumbra a dejar pifias así, aunque en los últimos tiempos parece haber perdido mucho del ángel que le había convertido en uno de los mejores metas del mundo.
“Bono es un gran portero y trabajará para gestionar ese error”, aseguró su seleccionador, Walid Regragui tras el duelo ante la canarinha. No ocultaba Regragui la preocupación por el evidente bajón que ha dado su numéro 1. Contra Osasuna y Getafe, por ejemplo, el todavía vigente Zamora de LaLiga y tercero en The Best cometió fallos graves que justo antes del nuevo cambio de entrenador en el Sevilla, Mendilibar por Sampaoli, ponen en entredicho la titularidad de Yassine en los próximos partidos.
Mendilibar, además, conoce bien del Eibar y ha confiado muchos años en Marko Dmitrovic, que le compite a Bono un puesto que la campaña pasada tenía en el marroquí el dueño seguro. Este año, entre los problemas físicos y las dudas, el serbio ha jugado bastante más. Con buenos resultados, además. En 14 encuentros entre Liga, Champions, Europa League y Copa, Marko ha recibido apenas seis tantos y ha conseguido 9 porterías a cero.
Yassine ha encajado 53 en sus 30 partidos de esta temporada y sólo no recibió ninguno en seis de esos encuentros. A sus 31 años, con contrato hasta 2025 e interés de clubes importantes desde la Premier, tanto al guardameta como al propio Sevilla les interesa vivamente que regresen esos días en los que el norteafricano lo paraba casi todo, como ha ocurrido casi siempre desde que tomara la titularidad en Nervión, a finales de la campaña 19-20. Tres años después, coincidiendo con los peores tiempos sevillistas en dos décadas, Bono ha vuelto a montarse en una montaña rusa.