La fe del Espanyol mueve montañas, pero aún no gana partidos
Intrincado el Espanyol-Rayo como una novela de misterio, y con Isi de villano, se estrenó Diego Martínez en Cornellà con RdT revoloteando y una certeza: faltan numerosos fichajes.
La vida en 54 minutos. “Cada semana es una vida en pequeñito”, consideraba Diego Martínez en la previa. Y sonaba a exageración la frase del técnico del Espanyol, que procuraba centrarse en el presente y aislarse así tanto de los errores que pudieron cometerse en Balaídos, en la jornada inaugural, como del futuro próximo de un mercado que puede enturbiar el único presente posible en el fútbol: el de los partidos. Y el Espanyol-Rayo fue en sí mismo no una vida en una semana, sino en 90 minutos, e incluso en solo 54′, los que duró una primera mitad intrincada como una novela de misterio. Con un villano que en clave blanquiazul da ya para una saga: Isi Palazón.
De Pochettino a Martínez. Se acomodaba Mauricio Pochettino en el palco –con Ramon Planes mucho más discreto, a unos 30 metros del hispanoargentino, emboscado con la afición en el lateral de Tribuna, meses después de su flirteo para regresar al club perico–, acaso recordando aquel 5-1 al Rayo de su Espanyol, hace ahora una década, con ‘hat-trick’ de Kalu Uche y un golazo de Philippe Coutinho en el sagrado minuto 21. Igual que en aquel mediodía del gélido febrero, se sucedieron las emociones en esta puesta de sol de agosto, con un RCDE Stadium movido por la fe que propugna el actual entrenador, Diego Martínez, que alimenta el propio club perico y que seguramente mueve montañas, pero que es insuficiente para ganar partidos.
El ‘momentum’ a la papelera. A falta de los “cuatro, cinco o seis” fichajes llamados a ser titulares que abiertamente anhela Martínez a menos de dos semanas para el cierre del mercado, no se le puede negar a este Espanyol coraje. Como el que mostró en el primer tramo de encuentro, en el que salió a comerse al Rayo. Y casi lo consiguió. Pero desaprovechó su momento. Desperdició incluso los minutos de superioridad por la temprana doble amarilla a Lejeune, compensada rápidamente por Figueroa Vázquez –apellidos de novelista– y el VAR al expulsar a Sergi Gómez, decisión que Domingo Catoira, director deportivo, recriminó al árbitro al descanso, tal como se reflejó en el acta. Y desde ese instante, cuando quedaba más de una hora por delante, ya no acertó a recomponerse ante un Rayo que, con confianza, juega de memoria.
Raúl de Tomás, el ausente presente. Porque el partido enfilaba ya su último suspiro, con un 0-2 insalvable para los pericos, cuando una parte de la grada de animación incitó el cántico “Raúl, Raúl, Raúl de Tomás”, que tanto había unido a la afición las dos temporadas y media anteriores, pero que esta vez dividió tanto que buena parte de la grada los reprobó entre silbidos. El futuro del máximo goleador del Espanyol es, más que incierto, una bomba de relojería que deberá detonarse con extrema delicadeza para no dejar secuelas en forma de metralla en el ADN sentimental perico.
Lecomte, éste es Isi. Sin la convicción, el empuje ni el acierto de Balaídos, donde sí remontaron los pericos un 2-0 adverso a pesar de jugar a domicilio, a quien dejamos para el final es al personaje indiscutible de este Espanyol-Rayo y de tantos como se han disputado en las dos últimas temporadas y media. Se trata de Isi Palazón, autor una vez más de un golazo, de pizarra, con pared y rosca incluidas, y con una nueva víctima. Anteriormente, había sido verdugo de un tal Diego López, compañero suyo en el Rayo desde hace algunas semanas. “Cuando llegó aquí me dijo ‘este año ya no me vas a meter más goles’”, contaba Isi esta semana en AS. La bestia negra de los blanquiazules batió esta vez a Lecomte, quien está dejando más dudas que certezas en este arranque. Como el Espanyol, donde “cada semana es una vida en pequeñito”. De las de verdad, con algo de felicidad y mucho sufrimiento. La temporada 2022-23 ha comenzado en Cornellà.