LAS PALMAS

La epopeya de Bassinga no acaba nunca

El juvenil marfileño de Las Palmas Aboubacar Bassinga debutó con el primer equipo ante el Tenerife. Hace casi cuatro años llegó a Gran Canaria subido a una patera.

Las Palmas
Ramón de la RochaEFE

Del doloroso partido que hizo la Unión Deportiva Las Palmas en Tenerife, otro más, nada bueno se puede sacar a nivel colectivo. Una intervención deshonrosa del equipo grancanario de la que, al menos, se extrae un éxito vital maravilloso. Un sueño cumplido, una homérica conquista, una historia para contar. Lo que estaba condenado a la tragedia es, de momento, una maravillosa victoria.

A comienzos de 2020, cuando los primeros compases de la Covid-19 ya causaban estragos en el mundo entero, Aboubacar Bassinga, un joven de Costa de Marfil que por aquel entonces solo tenía 14 años, se hizo fuerte, acaso valiente pero también inconsciente, para subirse una patera y perderse por el Atlántico en busca de un destino mejor. Detrás de la orilla no había vida a la que aferrarse. Más allá de la espuma del mar, no sabía. Pero tenía que intentarlo. Él y tantas y tantos.

Sin rumbo fijo, según contó él mismo este curso a los medios oficiales del club. Eso vino después cuando todo, delante de sus ojos, era zozobra y agua salada. Antes de eso tenía en la cabeza aparecer en Francia para allí encontrarse con un tío suyo. Nada de eso. Tanto se desvió que terminó llegando en febrero hasta la localidad de Arguineguín, en el sur de Gran Canaria, en cuyas costas, a las cuáles arribó Bassinga, todavía se recuerda la magia con la pelota de Valerón o David Silva. Tal vez, sin saberlo el 34 de Las Palmas, una señal.

No entendió muy bien por qué pero se tuvo que quedar en una Isla de la que, probablemente, desconocía hasta su existencia. Sin embargo, continuaba haciendo lo que más le gustaba: jugar al fútbol. Y así fue, desde unas canchas callejeras de Las Palmas de Gran Canaria, como Las Palmas se fijó en él. El chico tenía talento y, sobre todo, ganas de comerse el mundo con el balón para disfrutar de una vida mejor, esa que ni soñaba ante de subirse a la patera.

Inserción.

Rápidamente, las habilidades de Bassinga le llevaron a formar parte de Las Palmas D, un equipo tan especial puesto en marcha en 2016 gracias también a la mediación de Reyes Martel, jueza de Menores, y por medio del programa de inserción social UP2U. Como recuerda EFE, Bassinga se aprovechó cuando la FIFA aflojó con los criterios para inscribir a menores extranjeros tutelados por las distintas instituciones públicas. Y con 18 años, cuando por fin tuvo la posibilidad, se inscribió en un club profesional, la UD Las Palmas en este caso.

El proyecto con Bassinga no es únicamente social o de vida. Es que el chico es un gran futbolista. Este curso ya compite en categoría juvenil y se ha dejado ver unas cuantas veces en los entrenamientos del primer equipo de Las Palmas, un habitual con los mayores. En la Copa del Rey tuvo su oportunidad. Convocado para visitar al Tudelano, su debut llegó en el Heliodoro y contra el Tenerife. Además, como titular. Ni en sus mejores sueños. Aunque se quedó en el vestuario al descanso. Un juego de niños comparado con lo que le ha tocado vivir hasta hace nada. Poca cosa para quien se adentró en el infierno salado sin dejar ninguna esperanza detrás. Delante, vaya usted a saber. La de ayer fue toda una conquista más en su homérico viaje, una epopeya que no cesa y escrita con balón.

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