Jofre pone al Espanyol a mil

Ni el esperado retorno de Darder al RCDE Stadium 14 meses después de su amargo adiós, ni la entrada de los jugadores del Espanyol al terreno de juego acompañados por 11 perros necesitados de una adopción; amores perros. Ingredientes había de sobra. Pero lo que convirtió en histórico el Espanyol-Mallorca fue la obra de Jofre, autor de un gol y de una asistencia. Y una sobresaliente primera parte de los pericos, que venían de teres derrotas, igual que los bermellones enlazaban tres triunfos. Histórico, sí, porque alcanza el Espanyol las 1.000 victorias en Primera. Toda una hazaña, 95 años después, para el club de la resistencia.

Ajeno al ruido que se cernía sobre Darder, defendido por los 800 seguidores bermellones cuando calentaba y objeto de una pitada en mayoría absoluta por la grada perica (especialmente, cuando se disponía a servir algún córner), entró el Espanyol absolutamente concentrado. Y dispuesto a morder. Cardona, el sustituto de Puado como Véliz lo era de Cheddira, pronto mostró sus intenciones con un par de centros afilados, el segundo cabeceado fuera por Král. Escorado a la izquierda el francés, y avanzado el checo respecto a los otros mediocentros, fue desde la otra banda por donde llegó el 1-0.

Botaba Carlos Romero una falta en los tres cuartos de campo (esa zona en la que Manolo González pide más arrojo a sus jugadores), abriendo el esférico hacia la derecha, claramente una acción ensayada, para que Jofre controlara, recortara hacia dentro y con la zurda colgara. Y en el segundo palo, adelantándose a Mojica y a medio Mallorca, emergió Kumbulla para asestar un testarazo imparable. El primer gol del internacional albanés con la camiseta del Espanyol.

Desnortados los de Arrasate, que pese a presentar solo un cambio respecto a su victoria en Valladolid (Mascarell en lugar de Morlanes) eran incapaces de alzar el vuelo, continuó el Espanyol completando su mejor primera mitad de esta temporada y parte del último lustro. Le faltó, eso sí, rubricarlo con otro gol, como el que Cardona tuvo en sus botas tras recoger un mal despeje de Greif. La superioridad de los pericos era inversamente proporcional a la discreta actuación de Darder, muchísimo más protagonista en la previa por su retorno al RCDE Stadium que sobre el césped.

No había llegado ese 2-0 antes del descanso, pero sí arribó justo a la vuelta. Nació de un ataque mallorquinista, a la altura del área local, que Pol Lozano abortó con el mismo colmillo con que lanzó el contraataque y el que exhibió Carlos Romero para ganar el balón por velocidad, adentrarse en el área y centrar a Cardona. El francés, próximo al punto de penalti, escuchó cómo a su derecha se desgañitaba Jofre, llegando desde atrás a la altura del segundo palo. Así que se la cedió y lo agradeció el canterano, batiendo a Greif.

No le quedaba más remedio a Arrasate que sacudir el árbol, con cuatro cambios de una tacada. Entre ellos, la marcha de Darder, envuelto en una nueva pitada pero también varios grupos de aplausos. Y su paisano Abdón Prats, uno de los que acababa de entrar, inmediatamente puso en aprietos a Joan García, que salvó el 2-1.

Nada pudo hacer sin embargo el guardameta poco después, en un córner botado por otro de los advenedizos, Chiquinho, que Véliz peinó hacia atrás con tan mala suerte de que la pelota llegó a Larin y de que el remate del canadiense tocó lo justo en Raíllo para desviarlo y que entrara, y para que la autoría del gol recaiga sobre el experico. Solo en una de las nueve jornadas de esta Liga ha logrado el Espanyol mantener la portería a cero.

Congeló la reacción del Mallorca un percance médico en la grada, concretamente en la zona alta del Córner de Cornellà, donde un espectador requirió asistencia, lo que llevó a Hernández Maeso a detener el partido. Y en ese ‘impasse’ realizó Manolo González un cambio que era toda una declaración de intenciones, de querer estirar al equipo y salir de la cueva, al reemplazar a Lozano por Cheddira. Por poco le sale de maravilla, en un contraataque de Pere Milla que no se entendió con el marroquí, segundos antes de que el entrenador perico se enmendase a sí mismo con otras sustituciones más defensivas.

Apareció el sufrimiento de cada partido en el RCDE Stadium a la que el cuarto árbitro mostró la pizarra del tiempo añadido, 11 minutos. Y crecieron exponencialmente los nervios en un tiro casi sin ángulo de Chiquinho que rechazó a córner un atento Joan. Y en un hipotético penalti reclamado por el Mallorca, en un forcejeo entre Larin y Král. En el último córner subió incluso Greif. Ese esprint final se asemejaba más al de una final, al de una promoción de ascenso, que a una novena jornada. Pero es que igualmente había de ser histórico. Mil victorias. Toda una vida en Primera División.

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