Joan García, Puado y la enmienda que rompió la venta del Espanyol
Con todo pactado, Rastar se negó a transferir el control deportivo, con la sospecha de los compradores de que aspira a traspasar a ambos jugadores, y reabrirse a ofertas por el club en octubre.
La venta que parecía (porque lo era) extremadamente próxima a cerrarse en mayo, antes de los playoff, se rompió en mil pedazos en junio, apenas unas horas después de que se materializara el retorno a Primera. Obviamente, Chen Yansheng y el conglomerado chino Rastar Group, propietario del Espanyol, sabían del inmediato aumento de valor fruto del ascenso, así como de los tentadores ingresos televisivos (que ellos mismos cifraron ante la Bolsa de Shenzhen en 43,7 millones de euros). Pero hubo más, mucho más, en el fracaso de una negociación que había estado más cerca que nunca de culminar con la compraventa del club.
Entre la letra pequeña, el silencio durante días de la actual propiedad y los compromisos anteriormente pactados que se decidieron cambiar unilateralmente –como ya había sucedido en otros procesos del pasado–, una razón de peso para ahuyentar a los decididos compradores, los americanos MountainStar Sports Group capitaneados por Alejandra de la Vega, Norman Foster –quienes ya habían coqueteado con la adquisición en 2022– y Andrés Fassi, estuvo muy cerca del césped.
A pesar de que los nuevos dueños iban a ser los encargados de pivotar el nuevo rumbo del Espanyol en Primera, Rastar se negó a transferir, ni siquiera a compartir, el control del área deportiva. La clave de todo proyecto futbolístico. Y la cuerda se tensó tanto que se resquebrajó. Mientras que la idea del grupo americano pasaba por fortalecer el equipo, apuntalando en primer lugar a sus piezas clave, el interés de Chen y Rastar de retener esa parcela a semanas, meses, de abandonar el club tan sólo podía pasar por un objetivo: recuperar todo el capital posible antes de marcharse.
La sospecha consistía, tal como ha podido saber AS de fuentes solventes, en que el conglomerado chino aspiraba, aspiraría aún hoy, a aceptar ofertas abundantes por sus dos activos más codiciados, Joan García y Javi Puado (Martin Braithwaite no se incluía en ese temor porque tiene temporalmente en su poder una cláusula de salida por sólo 600.000 euros). Y si, como ha acabado pasando, los actuales compradores no aceptaban esas nuevas condiciones, el plan teóricamente pasaría por volver a situar al Espanyol en el escaparate en octubre. Con el mercado cerrado, el equipo y club teóricamente estabilizados y la temporada aún muy lejos de su desenlace.
Joan será sin lugar a dudas el gran protagonista del verano blanquiazul, pues lo sigue extremadamente de cerca el Tottenham, también el Arsenal y el Real Madrid, y su cláusula es jugosa, sobre todo para la Premier League: 25 millones de euros desde el ascenso, firmados afortunadamente en noviembre cuando siendo aún suplente renovó hasta 2028. Y en el caso de Puado, le resta un año de contrato, por lo que su cláusula de 60 millones no es demasiado orientativa.
Aunque la sospecha del grupo americano no tiene respuesta para la ampliación de capital prevista para este curso más que la propia conveniencia de Rastar en alejarse de la causa de disolución, sí casa con las posturas que ofrecieron los actuales gestores del club durante su comparecencia de hace unos días para valorar la temporada.
Por una parte, Mao Ye Wu, CEO y único interlocutor real (en su misma lengua) de Chen Yansheng, mantenía un perfil descaradamente impasible (y por momentos, extrañamente sarcástico): “objetivo cumplido”, “antes había directiva, ahora es una propiedad”, “está invirtiendo, pero no hay recursos ilimitados”…
Por la otra, Fran Garagarza, director deportivo, sí ofrecía dosis de autocrítica y de preocupación, apelando a la renovación de Puado y a la continuidad del grueso de los artífices del ascenso. “El patrimonio de los jugadores es fundamental; no podemos plantearnos que se vayan, porque no podremos comprar a otros de ese nivel”, alertó, acaso al socio y aficionado, pero también a los propietarios de un Espanyol que, con Rastar, ha bajado (y subido, ciertamente) dos veces en tan sólo cuatro años.
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