Isco ilumina al Betis

Isco devuelve la vida al Betis. Una vez más. En esta ocasión con una aparición diferencial que tumbó la resistencia del Granada para entregar los tres puntos al conjunto verdiblanco. El equipo de Pellegrini se repuso de dos lesiones y de una falta de pegada alarmante para superar con nervios a un cuadro nazarí que expuso un firme ejercicio de intensidad al que le faltó más fútbol. El Betis encontró la fe de Isco antes del cierre para recuperar la esperanza de agarrarse a su obligada lucha europea. El Granada, renovado y mejorado, sigue haciendo cuentas para no caerse al vacío.

El Granada fue agresivo desde el inicio y desperdició pronto un regalo de Rui Silva al no coordinarse sus arietes para evitar el fuera de juego. El Betis quería un balón que pareció ser propiedad de Gonzalo Villar. El medio centro arriesgaba en la salida y se multiplicaba en las coberturas. La intensidad del conjunto visitante fue excesiva en una entrada de Bruno Méndez a Ayoze que dejó al canario fuera de la cita. Creció el equipo de Pellegrini desde ese instante: Marc Roca tomó los mandos, la presión aumentó y las ocasiones llegaron para los locales. Luiz Henrique se convirtió en una pesadilla para el Granada en ambos costados y en una de sus escapadas entregó un regalo a Assane Diao que éste mandó al limbo. Guardado probó su zurda sin eficacia y Luiz Henrique voló en un remate de cabeza desviado.

En esos minutos brillantes del Betis trató de protegerse el Granada, que entregaba sus salidas a la magia de Bryan Zaragoza y la movilidad de Callejón. Pero los mandos eran para el equipo de Pellegrini, cómodo en la locura de un ida y vuelta que exponía riesgos pero disparaba la felicidad en las gradas del Villamarín. No quiso el Betis que llegara el descanso, lo ansiaba un Granada que había perdido ese suspiro de seguridad que parecía exponer en el inicio.

El segundo tiempo arrancó con otro revés para el Betis en forma de lesión. Ruibal se marchó con su rodilla en vilo mientras el Granada avisaba desde el balón parado. Pero la escena era la misma. Arriesgaba más el conjunto de Pellegrini conforme el crono le obligaba a ello. Tanteaba cada espacio el cuadro de Alexander Medina, sabedor que quizás encontraría ahí su instante de gloria. Al técnico bético le restaba una ventana de cambios y la usó para retirar a su nueve y dar entrada a Fekir. El plan del Ingeniero para esquivar la ineficacia de sus arietes. Y fue con el francés cuando cambió la historia. Recibió de Isco un saque de esquina, encontró a Marc Roca y éste volvió a buscar a Isco para que el malagueño fulminara al brillante Batalla.

El Granada tiró de recursos lógicos para buscar su reacción. La encontró con una carrera perfecta de Arezo y una definición maestra ante Rui Silva, pero el VAR dijo que no. Al Betis no le sobraban demasiadas fuerzas para resistir y quiso hacerlo con el balón. Con las pausas de Isco y Fekir en escena y tratando de que pasaran pocas cosas en su afán por cerrar su reconciliación con la victoria. Más de un mes después. Y dejando al Granada ante el abismo.

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