Hugo Solozábal, ADN del doblete atlético en el Leganés
El hijo de Roberto Solozábal, capitán de Atlético del doblete en el 96, es canterano del Leganés. Hace una semana debutó como titular con el primer equipo.
Roberto Solozábal. Un nombre. Un apellido. Una leyenda. Y toda una afición de pie. La del Metropolitano, obvio. Cuando el hogar del Atlético era el Calderón, le veneraban. Este central pulcro y rotundo fue Capitán del equipo en el que jugó 296 partidos repartidas nueve temporadas. Así, con una C tan mayúscula como los cuatro campeonatos que ganó. Primero, dos Copas consecutivas (1991, 1992). Luego, el doblete del 96.
Ahí ya portaba un brazalete que siempre mereció por su compromiso en el verde y fuera. Los sigue demostrando como capitán de las leyendas del Atlético, ayudando allá donde se lo piden. Es casi su único vínculo actual con el fútbol. El otro es genético. Y pepinero. Solozábal tiene al enemigo en casa. Al menos el próximo domingo en el que el Leganés visitará a los rojiblancos en su retorno a Primera. Hugo, uno de sus dos sus hijos (21 añitos, nacido en Madrid) juega en el filial blanquiazul. El segundo vástago, Iker, de 23 años, le salió triatleta.
Mediocampista e ingeniero
Hugo tiene complicado entrar en lista para el partido (Borja Jiménez ha recuperado a los lesionados cuyas bajas podrían darle bola), pero suele ser un habitual de los entrenos del primer equipo. Hace una semana debutó de titular con los mayores en el Villa de Leganés, en Butarque y ante el Valladolid. La temporada pasada ya tuvo minutos en Copa del Rey contra el Llerenense. Se le vieron maneras.
“Soy de no complicarme”, confiesa por teléfono este mediocampista polivalente también estudiante de cuarto ingeniería mecánica en la Politécnica de la Carlos III en Leganés. Desde una de sus aulas charla para AS. En un rato comenzarán las clases. “A la ciudad deportiva voy con dos mochilas: la de entreno por la mañana y la de clase por la tarde. Y el túper para comer, claro”, cuenta con la normalidad de quien confiesa que sólo estudia en los exámenes para sacarlo todo con buena nota.
“Mi padre acabó quemado del fútbol”
El chaval es listo. Y su padre, prudente. “Es de los que se mantiene en la distancia. No me da la brasa. Terminó bastante quemado del fútbol. No debe ser fácil ser capitán de un grande. Por eso creo que se mantiene en segundo plano. Aunque sus ‘batallitas’ me encantan”, añade este fan de Griezmann, Koke o Fernando Torres.
Del actual Atleti coincidió con Pablo Barrios y aunque en esta visita al Metropolitano dice que va con el Lega (obvio) no oculta que su corazoncito es tan rojiblanco como sus inicios en las inferiores colchoneras. Como su padre. “Yo no lo vi jugar, porque nací poco después de su retirada, pero sí he visto un partido contra Osasuna en el que marcó dos goles. Y sólo ha hecho tres en toda su carrera”, bromea.
Sus amigos y compañeros de vestuario no conocen la dimensión de un futbolista ejemplar al que sólo expulsaron por roja directa una vez en su carrera: en la final de Copa contra el Barça en el 96. “Un colega mío muy del Atleti le vacila diciendo que esa noche se ganó pese a que dejó tirado al equipo”, se carcajea. Mentira. Porque Roberto Solozábal jamás dejó tirado a un club que todavía le venera. Su ADN futbolero sigue vivo en el enemigo. El Leganés tiene sangre de doblete rojiblanco.
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