Grizi es el ‘chulo’ que castiga

Pichi es el chulo que castiga.

Griezmann y De Paul trasladaron a la hierba de Getafe eso que a 12 kilómetros del Coliséum llevaba Madrid todo el día escuchando: un chotis como música de Champions, esa que el Atleti abrazó sin más dilación en el día de San Isidro, 15 de mayo, su fiesta patronal. El argentino puso la música y el francés, los claveles. Para deleite del Cholo.

Y eso que el Getafe, ya de vacaciones, salió con más ímpetu que el Atleti, el único que de verdad en la noche se jugaba algo: abrochar de una vez desde la matemática esa cuarta plaza que da acceso a la próxima Champions. Bordalás, sin banquillo por las bajas, lo llenaba de chavales y, extrañamente, con sus dos únicos delanteros, Mata y Latasa, mientras llenaba el campo de centrocampistas. Fue a Aleñá al que le tocó referenciar el ataque. Nunca se llegó a acostumbrar. El Getafe podía tener la pelota pero era inoperante. Los del Cholo tardaron un rato largo en arrancarse el ritmo trotón.

La iniciativa era de los centrocampistas de Bordalás, Aleix, Milla y Maksimovic, por mucho que el Atleti se haya alejado del 5-3-2 como quien lo hace de un vicio para abrazar el 5-4-1 con más abrigo. Barrios y De Paul acompañaban de inicio a Koke mientras Correa ocupaba estaba vez la punta. Griezmann, desde la izquierda, trataba de rascar espacios en un partido que, salvo por una cesión hacia atrás que casi compromete a Soria, pudo comenzar sin porteros. Y eso que Greenwood emergió del túnel como en el Metropolitano: patinando en la hierba y buscando costuras a Llorente y Witsel en una baldosa. Pero, mientras la radio contaba que el Athletic le marcaba al Celta primero en Vigo, por si acaso, un francés abría los ojos de pronto para arrancarse el hielo del pie y envolvérselo de nuevo en seda. Antoine Griezmann alias Grizi. Había llegado a Getafe con un cómplice, De Paul, que San Isidro es en la pradera un día de amigos. El argentino volvió a jugar como ese futbolista capaz de bajar al pecho estrellas del cielo.

Atisbó el desmarque de Antoine abriendo boquete a la espalda de Carmona y Gastón y allá que le envió el balón, desde lejos y con el empeine. Si el pase fue fabuloso, el control, igual. Plin y plaf, balón a la red. Quedaba inaugurado el Día de la Marmota en Getafe, la rutina de todos los derbis desde hace 13 años. 0-1. Greenwood, que tenía ocho años la última vez que el Getafe le ganó al Atleti, allá por 2011, año I antes del Cholo, pudo empatarlo seis minutos más tarde. Fue en realidad más demérito de Hermoso que de ese Getafe que había salido a la noche sin puntas.

Arriesgó el central con un pase atrás por alto que vendió a Witsel y rebañó el Getafe. Envío raso al inglés que, desde la frontal, golpeó con la zurda y toda intención, pero en su vuelo a la red la pelota se topó con Oblak que saltó para tocar lo justo y repeler la pelota al larguero. Justo antes del descanso, mientras a 12 kilómetros se preparaban los fuegos artificiales para cerrar la fiesta de San Isidro, Griezmann volvía a hacerse un baile para ‘castigar’ como buen chulapo. De Paul, por supuesto, andaba también por allí: balón picado del argentino hacia Correa que, al borde del fuera de juego, centró al segundo palo. Lino no llegó primero pero Griezmann después sí. 0-2.

Bordalás regresó del reposo con sus dos delanteros sobre el césped en un triple cambio. No tuvieron tiempo para cambiar nada, sin embargo: Griezmann hacía el tercero después de correr y filtrar Lino. Golpeó la pelota con la punta, se la coló a Soria entre las piernas para finiquitar el partido y la temporada. O no. Porque tras la cuarta plaza va la tercera, a dos puntos, y ahora ese es el reto del Cholo. Alcanzar al Girona en las dos jornadas que quedan de Liga. Un Cholo que completó los cinco cambios pero en ninguno estuvo Morata, por cierto. A Bordalás ya nada le salió. Mientras, allá donde una vez estuvo el Vicente Calderón, a los pies de la pradera y la Ermita del Santo, seguía sonando ese chotis en bucle. Pichi es el chulo que castiga. Ayer fue Grizi. Para que no se apague la Champiooons.

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