Girona y Espanyol, un ‘sorpasso’ increíble pero cierto

Hace 18 años, cuando el Espanyol conquistaba su último gran título, la Copa del Rey de 2006 en el Bernabéu, resurgía el Girona de sus cenizas en Tercera División. Y en el mucho más lejano 1975, le prestaba el club perico a siete jugadores -entre ellos, Paco Flores-, en el inicio de una tradición que seguiría este siglo con Dani Nieto, Ángel Martínez, Cristian Gómez, Clerc, Pol Lozano… Pero no hace falta remontarse tanto. Hasta 2017 no debutaron los rojiblancos en Primera, donde llevaban los blanquiazules 83 temporadas. Y el ‘sorpasso’, temporal o no, con el que se alcanza el encuentro de este sábado se ha cocinado en el último lustro.

Nadie hubiera vaticinado la actual situación cuando, semanas después de la última victoria del Espanyol en Montilivi (1-2), el 6 de abril de 2019, se metieron los pericos en Europa y bajaba el Girona a Segunda. Pero ese curso siguiente, el 2019-20, supondría un auténtico e inesperado punto de inflexión. En esos meses, y tras haber ingresado 28 millones por Borja Iglesias (la mayor venta de su historia), en el RCDE Stadium invirtieron 10,5 millones en Matías Vargas, ocho en Fernando Calero y, en invierno, 22,5 por Raúl de Tomás, diez por Adri Embarba o nueve por Leandro Cabrera. Un derroche que no evitó el primer descenso desde 1993, y que inició el declive, hasta convertir ese gasto de 60 millones en la actual desinversión de los últimos mercados.

El plan estratégico frente al “proyecto fantasma”

Mientras, el Girona seguía un plan estratégico, incluso sin lograr subir a la primera. El City Football Group, es decir, el Manchester City, ya contaba con la porción mayoritaria del pastel accionarial desde 2017, un año después de que Rastar Group aterrizara en el Espanyol. Lo que Quique Sánchez Flores calificó en su día de “proyecto fantasma”.

Un presidente local, Delfí Geli, ante uno que vive en China y que ha ido espaciando sus visitas (la última, en 2022), Chen Yansheng. Y con un desfile de directores generales, solo desde 2019 Roger Guasch, José María Durán y ahora Mao Ye Wu. Un secretario técnico, Quique Cárcel, frente a la procesión de directores deportivos pericos en este periodo, de Francisco Joaquín Pérez Rufete a Fran Garagarza pasando por Domingo Catoira. Y una diferencia abismal de planificación también en los banquillos.

Ocho meses como entrenador del Espanyol acaba de cumplir Manolo González, quien llegó al cargo sin ser la apuesta del club, desde el filial, y que tampoco era la idea inicial para el retorno a Primera. Otros nueve se han sentado en el RCDE Stadium en el último lustro: David Gallego, Pablo Machín, Abelardo Fernández, Rufete, Vicente Moreno (el más duradero), Luis Blanco, Diego Martínez, Luis García y Luis Miguel Ramis.

La continuidad y las plusvalías

Sin embargo, cuatro pasaron por el Girona -Juan Carlos Unzué, Juan Carlos Moreno, Josep Lluís Martí y Francisco Rodríguez- antes de que, en julio de 2021 y con el equipo en Segunda, se apostara por Míchel Sánchez. 150 partidos oficiales cumplirá este sábado el madrileño al frente del conjunto ‘gironí’.

Arroja la radiografía del último lustro, curiosamente, a un Espanyol que ha estado más temporadas completas en Primera (tres, por dos rojiblancas), pero que en cambio las ha desaprovechado, con 114 puntos y 26 victorias en 126 jornadas (un promedio de 0,9 puntos por jornada), que contrasta con los 148 puntos y 43 triunfos en 89 jornadas (1,66 puntos por partido) del equipo de Míchel.

Y así es como, en la cuarta temporada de su historia en Primera, y mientras el Espanyol sufría por subir en los playoffs tras su segundo descenso en tan solo tres años, desde Montilivi se metían en la Liga de Campeones. Y conseguían hacer caja con traspasos como el de Artem Dovbyk por 30,5 millones a la Roma o los 18 ingresados del Leverkusen por Aleix García, lo que permitió abordar su fichaje más caro de siempre, Yáser Asprilla del Watford a cambio de 18 millones fijos, o el de Abel Ruiz desde el Sporting de Braga por nueve.

Las ciudades deportivas como ejemplo

Pero no solo eso. Mientras en el Espanyol juegan al gato y al ratón desde la llegada de Rastar sobre la construcción de una ciudad deportiva que se ajuste a las necesidades actuales, últimamente prometiendo también una en México pese a los impagos de Quintana Roo, el Girona ya ha levantado una de primer nivel en Caldes de Malavella. Futbolistas como David López, criticados por su rendimiento en Can Perico, han vivido una segunda juventud como rojiblancos. Y en la reciente gala del Balón de Oro se situaron como candidato a mejor club mundial del año.

La estabilidad, con todas las letras, es la principal diferencia entre un histórico de la Liga española y un recién llegado pero que ha conseguido hitos que los blanquiazules no tienen. El Espanyol es tan solo el 55º rival al que más veces se ha enfrentado el Girona (tan solo 11), que ha jugado mucho más habitualmente ante Sabadell (41), Nàstic de Tarragona (35) y Levante (34).

Pero hoy disfruta de la Champions, y es décimo con 18 puntos, en paralelo a un Espanyol con diez puntos, en descenso (aunque con un partido menos) y sin un rumbo definido ni deportiva, ni institucional ni estratégicamente.

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